El Imparcial*
Ahora vuelve á ser un obrero el que ha ideado una aeronave
o es la primera vez que un mexicano intenta la conquista del aire, ya hemos dado cuenta en números anteriores de otros inventos realizados en la República por distintas personas, aunque por las dificultades inherentes á empresas de éste género, no se há llegado á saber si los susodichos descubrimientos daban en la práctica el resultado previsto en la teoría.
El invento á que nos referimos ahora, es de un mecánico muy práctico llamado Juan García Villalobos, con quien tuvimos una entrevista para pedirle toda clase de datos sobre su interesante invento.
Juan García Villalobos tiene 38 años, acusa una constitución robusta y demuestra en su hablar una clara inteligencia y una cultura que no se le supondría, dada su sencilla y ruda apariencia.
La forma del aparato
El aparato deberá ser construido de aluminio, su forma será la de una elipse de cinco metros en su eje mayor y dos metros veinticinco centímetros en su eje menor.
El vértice del cono se colocará una hélice de dos aspas de un metro veinticinco centímetros de diámetro, movida por un motor de gasolina de 15 caballos de fuerza, que dará á la hélice 1,500 revoluciones por minuto.
El aparato, por un procedimiento especial no usado hasta ahora por ningún otro inventor, puede virar no sólo estando en movimiento, sino hasta en completo estado de inmovilidad.
Tiene un timón de forma triangular de dos metros cincuenta centímetros de longitud por dos metros veinticinco de anchura y dos milímetros de espesor. Este timón está sujeto á una esfera de cuarenta y ocho centímetros.
En el centro de la nave se coloca un motor de gasolina, de ocho cilindros, con un peso de ocho kilogramos, de cincuenta caballos y 1,500 revoluciones por minuto. Este motor dará movimiento á dos potentes propulsores situados en el centro de la nave, á un metro 75 centímetros de distancia uno del otro, cuyo movimiento rotatorio es horizontal y en sentido inverso el uno del otro.
Las flechas transitorias de los hélices son de dos metros cuarenta centímetros una, y de dos metros quince centímetros la otra, resultando una más alta para permitir su libre funcionamiento entre sí, siendo el diámetro de cada una de tres metros.
*Se publicó de 1882 a 1883 y de 1897 a 1914