De infidelidades
ntendido el mito como aquello a lo que se atribuyen cualidades o excelencias que no tiene, la fidelidad, al igual que el matrimonio y la familia, al lado de excepciones confirmadoras exhiben su generalizada y desastrosa contraparte: la no exclusividad como causal de terminación de toda relación.
Haber sometido la naturaleza humana a un poder exterior disfrazado de voluntad divina, de deber ser, decencia, moral y dizque buenas costumbres, repetidas hasta el cansancio pero poco observadas entre la gente, hicieron que la infidelidad fuese condenada por todas las religiones, que afanosas amenazan con terribles pero infructuosas sanciones.
A Tiger Woods, estadunidense de color y número uno del golf mundial desde hace varios años, el torpe sistema gringo –rézale a Dios, lucra en exceso y mata al que te estorbe– tampoco le perdonó sus infidelidades, y tras éstas hacerse públicas retiró del aire todos los anuncios donde aparecía el talentoso y ahora ex virtuoso negro. ¿Fue fiel hasta que empezó a ganar torneos y dinero o a la inversa?
Sobre infidelidades colectivas Gerardo de la Concha explica: “México, aunque muy amolado y con una clase política de cuarta, vive una crisis más bien implosiva y no explosiva, manifestada en desintegración familiar, desánimo generalizado, emigración en dado caso. ¿Quién, aun sin irse, no ha pensado en largarse ya de aquí?.
“Es un sálvese quien pueda muy triste, con violencia delictiva en muchas ciudades del país –extrema violencia, pero no violencia extremista. Es un país sin ideales –ni siquiera extremistas. Si bien hay un ¡al diablo las instituciones!, corresponde más bien a un cuadro costumbrista generalizado y no revolucionario. López Obrador es en esto último un eco de todos, pues este país no es institucional, sino burocrático, así como no es legal sino leguleyo, y creo que tampoco es religioso sino supersticioso. Así pues, en el fondo no es extremista sino conformista.
“En México, una persona que quisiera vivir de acuerdo con las leyes y que éstas se aplicaran, sería un verdadero extremista, muy peligroso quizás. Ni nuestros revoltosos son capaces de extremismo –entendido como violencia radical con el propósito de fundar otro orden– y si no, al tiempo. Las cosas van a mejorar un poco cuando se vayan los panistas del poder, merecidamente, por ineptos, hipócritas y defraudadores de su propio ideal. México no es extremista, es cínico. Por eso el PRI va a regresar al poder.”