unos cuantos días de comenzar el año 2010, en el que estaremos conmemorando de alguna manera, el bicentenario del inicio de la lucha por nuestra Independencia, así como el centenario de la Revolución, quizás vale la pena hacer una reflexión en torno a los símbolos que llamamos patrios y que forman parte de nuestra identidad como nación.
En el sexenio de Vicente Fox se dio una lamentable iniciativa en torno a la modificación del escudo nacional, dizque para hacerlo más bonito y más moderno; seguramente ésta era la idea de lo que para Fox significaba el cambio y que terminó conociéndose como el Águila Mocha
, la cual se intentaba introducir sin discusión y sin razón alguna al escenario nacional.
Los símbolos patrios no sólo son usados por nuestro país, sino que han constituido un elemento fundamental para todas las naciones de la tierra; son parte esencial de la identidad y del sentido de pertenencia que los seres humanos necesitamos y que nos hace sentir parte de una comunidad y de una nación, a la cual nos debemos y por la cual debemos trabajar y luchar. Estos símbolos incluyen generalmente un escudo, una bandera y un himno o canto patrio.
La historia nos muestra la importancia de estos elementos: el escudo y la bandera hacen referencia siempre a nuestro pasado, y en particular a nuestro origen común, distinguiéndonos así de otros pueblos y comunidades, dándonos un sentido de pertenencia, que nos liga con nuestros ancestros, con sus esperanzas y con sus anhelos; nuestra asociación con ellos se establece desde los primeros años en la escuela, asegurándonos la permanencia en nuestras mentes de los sentimientos de identidad y pertenencia.
El Himno Nacional, por su parte, es un llamado, es un canto que nos convoca a ser mejores, a darlo todo por nuestra nación; al ser entonado en condiciones especiales de celebración, nos llama a la reflexión, al examen de nosotros mismos como miembros de nuestra comunidad; pero quizás debiera ser algo más: un llamado a la superación personal y colectiva, al estudio y al trabajo honesto, a la colaboración comunitaria por el bien común, al amor por nuestros compatriotas, a la búsqueda del bien colectivo, al orgullo por lo que somos, por lo que tenemos y por lo que podemos hacer, al cuidado de nuestros recursos naturales. Por ello, en todas las naciones el significado de sus himnos nacionales constituye un tema de estudio y conocimiento para los niños y jóvenes.
Si analizamos el contenido y la orientación del Himno Nacional, con el cuidado y respeto que nos merece, nos encontramos en él un acendrado amor a la patria, pero al mismo tiempo, un mensaje inusitado de violencia, de muerte y de guerra, que refleja la realidad de los tiempos en los que se vivía cuando su letra fue estrenada, con el país asediado por intereses extranjeros interesados en invadirnos. La respuesta natural tenía que ser la defensa violenta de nuestro territorio. Hoy el país, se enfrenta a otros intereses igualmente siniestros, pero mucho más complejos, así como a injusticias e inequidades que deben ser también superadas y que desde luego no tienen mención en este llamamiento de nuestro himno patrio.
Es mi impresión personal que debiera haber en él una convocatoria al estudio, a la superación personal, al trabajo, al restablecimiento del orgullo por nuestra cultura, por nuestra música y por nuestra historia, debiera haber también referencia explícita a nuestros héroes, al cuidado de nuestros recursos naturales y de nuestro patrimonio, un mensaje de amor, de integración y de reconocimiento a nuestros pueblos indígenas, como también de acercamiento a nuestros hermanos latinoamericanos.
Pero no sólo es un problema de contenidos y de letras, es también un problema de actitudes; no dudo que en el sistema educativo se siga enseñando su memorización a los niños, tal como sucedía en el pasado, su significado en cambio, es desconocido para la mayoría de los mexicanos, tal como algún día nos lo hizo ver Chava Flores en aquel inolvidable regaño, en el que la mamá de Céfira le hacia referencia a su hermano Masiosare. La repetición de palabras que carecen de sentido, en un canto con la importancia del Himno Nacional, es una más de tantas cosas que dejamos pasar, pensando que quizás algún día se compondrán solas y que si no, pues ni modo, a fin de cuentas a quién le importa.
Me atrevo a pensar que si contásemos con un Himno Nacional relevante al entorno en que vivimos, que nos recordara nuestro origen étnico, que nos recordara lo que nuestros antepasados lograron en los momentos de gloria, en los tiempos en que nuestro país era ejemplo para otros y esperanza para nuestros padres y abuelos, que nos convocara a rechazar la violencia y a reconocer los inmensos recursos humanos y materiales que poseemos, nuestra actitud ante el engaño al que vivimos sometidos sería otra, nuestra exigencia a quienes gobiernan a cumplir con sus responsabilidades, o dejar el lugar a otros, haría de México un país un tanto diferente.
Si en este año en el que recordamos las dos grandes gestas de nuestra historia, pudiésemos lograr algo tan sencillo, estaríamos dando inicio a la construcción de un país diferente al que hoy tenemos.