Sábado 19 de diciembre de 2009, p. a15
La semana anterior compartimos en este espacio uno de esos discos que hacen historia: If one winter night, obra maestra de Sting, quien despliega un concepto: la magia del invierno, que incluye la magia de la nieve, la oscuridad blanca, las tradiciones ancestrales, incluida por supuesto la Navidad.
Ese material esplende en las secciones que han habilitado las tiendas de discos donde apilan por igual las chinguín bels que los uiuichos, las campanas de Belén que los peces que vuelven y vuelven y vuelven a beber, que las ardillitas de Lalo Guerrero, que vaya usted a saber cuántas chucherías, baratijas caras y otras delicias para chicos y grandes.
El mismo sello discográfico que editó el formidable disco invernal de Sting, la firma alemana Deutsche Grammophon, vuelve a dar en el blanco (siguiendo a Los Clásicos: la blanca Navidad) con un álbum doble cuyo título es tan abierto como su contenido: Ave Signor: Essential Choruses.
Hay de chile, de dulce, de manteca y de mantecado. No hay aquí pastorelas ni villancicos ni demás recursos manidos. Hay ópera, oratorio, misas, cantatas, te deum, sinfonías. Ah, y muchas aleluyas.
Inicia con Salve Regina!, paisaje celestial de una ópera cuyo título y protagonista es Mefistófeles, o séase el mismísimo demonio. La música de Arrigo Boito, destinada al coro, eleva el alma y alimentará sus alas las más de dos horas de música, que continúa, track 2, con un clásico entre los clásicos: Va pensiero, sull’ali dorate (Vuela, pensamiento, sobre alas doradas), ese himno al trasterramiento contenido en la ópera Nabucco, de Giuseppe Verdi.
Lo que sigue es el coro de niños de la ópera Carmen, de Bizet y después la parte del coro, Freude, schöner Götterfunken (Alegría, hermosa luz divina), de la Novena Sinfonía de Beethoven.
Hasta aquí ya resulta clara la naturaleza, intenciones y valía de este álbum doble: tenemos ante nosotros otra perspectiva distinta de los discos navideños
. Nuevamente Sting: en su disco, absolutamente conceptual y gozoso, abundan las metáforas, las canciones de cuna, las reflexiones canoras e instrumentales de la celebración de la vida en su síntesis por antonomasia: las bodas de Eros y Tánatos.
En este disco nuevo, Ave Signor, tenemos los mismos ingredientes con una sazón diferente. Amor y muerte es el alimento de la ópera, celebración de lo divino puebla la música de Bach, Bruckner, Berlioz, Mozart, Gounod. Las tradiciones se conjuntan, fluyen, ebullen.
Momentos intensos del disco uno: el rex gloriae, del Te Deum, de Berlioz; el fragmento incluido de Cavalleria rusticana, de Mascagni; el Gloria de la Misa de Coronación, de Mozart; la bellísima Pavana, de Fauré; el Credo de la Misa de Santa Cecilia, de Gounod; el Te Deum Laudamus, de Bruckner; el pasaje de Turandot; por supuesto, el celebérrimo Gloria, de Vivaldi, para culminar con el Dies Irae del Requiem, de Verdi.
Momentos clave del disco dos: desde luego el inicio con una de las reinas del hit parade: Fortuna Imperatrix Mundi, el arranque de Carmina Burana, de Carl Orff; la Marcha triunfal de Aída, de Verdi; el Osanna in excelsis, de la Misa de Beethoven. De manera muy especial, el Coro a bocca chiusa (Coro a boca cerrada) de la Madama Butterfly, de Puccini, y el Osanna de la Misa de Bach.
También de manera especial, el Tannhäuser de Wagner, que es lo mismo que decir otros dioses, otros ámbitos. También, las gloriosas danzas polovetsianas del Príncipe Igor, de Borodin. Lo monumental: el pasaje de Alexander Nevsky, de Prokofiev, y como broche de oro (Los Clásicos dirían: y como regalo principal, ya que le contiene...) una de las Marchas de Pompa y Circunstancia (conocida en círculos sibaritas como Pompis Circunstanciales) y, faltaba más, el Aleluya del Mesías, de Haendel.
¿Discos navideños?
Otra vez los clásicos: en gustos se rompen tímpanos.