Los controles migratorios tienen cada vez más un enfoque de seguridad con el cual los derechos humanos de los migrantes se ven cotidianamente violados, señaló Gisele Lisa Bonnice, consultora-investigadora del Instituto de Estudios de Divulgación sobre Migración (Inedim).

Al presentar el libro Respeto a la voluntad de trabajar, en el contexto del Día Internacional del Migrante que se celebra este viernes, la especialista dijo que de acuerdo con datos de Naciones Unidas, el número de migrantes internacionales se ha duplicado en las pasadas dos décadas y que en la actualidad son más de 200 millones. Casi la mitad sale de su país en busca de empleo.

En contraste, las oportunidades de ingreso y estancia legales en la mayoría de los países de empleo continúan considerablemente limitadas, causando así la necesidad de vías más sofisticadas para la migración irregular y, por tanto, de controles migratorios con un mayor enfoque de seguridad.

Bonnice subrayó que una de las dimensiones más conflictivas de esta migración tiene que ver con la protección de los derechos humanos y laborales. En este sentido, la autora expresó que los trabajadores migrantes son considerados y tratados como unidades laborales y que los programas son diseñados para garantizar la temporalidad de la estancia.

Además, aseguró que en los debates sobre migración temporal no se considera ninguna iniciativa de política vinculada a los intereses de los trabajadores ni a los beneficios que les puede brindar la migración. Más aún, en particular en los nuevos países de acogida, la práctica migratoria se caracteriza por un grado tal de ineficiencia en términos de gobernabilidad y corrupción, que compromete toda posibilidad de desarrollo positivo o resultados de bienestar social.