El incremento a minisalarios reactivará (sólo en sueños) la economía
Capitalinos reciben felices
el aumento de 50% al pasaje del Metro
legraos, mexicanos incrédulos, que 2010 recibirá a 74 por ciento de los privilegiados que aún tienen empleo en el país con un generoso aumento de 4.85 por ciento al salario mínimo, o lo que es lo mismo, 2 pesotes con 58 centavos por día, mismos que sin duda alguna permitirán evaporar el catastrófico efecto que en el poder adquisitivo del grueso de la población ha causado el catarrito
que vino de afuera, según sabia y soberana decisión del inquilino de Los Pinos.
En efecto, ayer el magnánimo consejo de representantes (gobierno, patrones y líderes obreros
) de la Comisión Nacional de los Salarios Mínimos tuvo a bien acordar el incremento –por llamarle de alguna forma– al miningreso en sus tres presentaciones, es decir, la tercia de zonas geográficas
(A, B y C; más de 95 por ciento de ellas pertenecen a la última de las categorías citadas) en las que dicha institución ha distribuido
a la República.
Así, a partir del primer día de 2010 el salario mínimo aplicable en la zona geográfica
A crece
de 54.8 pesos a 57.46 pesos por día; en la zona B de 53.26 a 55.84 pesos y en la zona C de 51.95 a 54.47 pesos, para promediar 55.92 pesos, igual a un incremento
de 2 pesotes con 58 centavos. Lo mejor del caso es que la estimación del Banco de México (versión Guillermo Ortiz) para el próximo año en materia inflacionaria apunta a un crecimiento de precios de alrededor de 5.25 por ciento en el año, con lo que de entrada el aumento
al mini ingreso queda más que rebasado.
De acuerdo con la estadística oficial, alrededor de 56 por ciento de los suertudos mexicanos que conservan el empleo obtiene un ingreso de hasta tres salarios mínimos y 18 por ciento de tres a cinco. La suma de estos porcentajes involucra a 32 millones de trabajadores (24.4 millones en el primero de los rangos; 7.6 millones en el segundo), quienes en el mejor de los casos recibirían un aumento
de entre 2.56 (ingreso de un salario mínimo) y 12.80 pesos (ingreso de cinco salarios mínimos) por día, según el nivel de percepción y humor de los patrones. Bien, pero si es la fórmula para reactivar la economía
y elevar el nivel de bienestar
de los heroicos habitantes de esta República, según presume el discurso oficial, entonces hay que tomarlo serenamente, porque con ese ingreso ni en un siglo se reactivará y mucho menos existirá nivel de bienestar.
Tras el generoso acuerdo del consejo de representantes, habrá que esperar la cantaleta de siempre: la del secretario del Trabajo en turno (en este caso el porro Javier Lozano Alarcón) justificando el raquitismo del aumento
al miningreso, toda vez que lo importante es tratar de resarcir algo de lo perdido
, pues sería injusto no considerar lo que ha pasado este año en materia de inflación
, aunque siempre con la idea de que, si bien estaba en juego el ingreso de los trabajadores y su poder adquisitivo
, es necesario preservar las fuentes de empleo en el país
. O la del sector obrero
(dignamente representado por los capos del sindicalismo corporativo), en el sentido de que aceptó el raquítico incremento
debido a que primero está la patria
, y el no menos contundente argumento de la patronal (ya casi nadie gana el salario mínimo; se usa para fijar el monto de las multas
).
Como en su oportunidad se comentó en este espacio (diciembre de 2008) cuando el mismo consejo de representantes decidió aumentar
el salario mínimo para 2009 en 2.32 pesos por día, la triste cuan peligrosa historia es que país sin crecimiento económico no genera empleo; población sin empleo no obtiene ingreso; población sin ingreso carece de bienestar social; sin éste el país va directo al estallido. El 74 por ciento de los ocupados formales e informales en el país obtiene un ingreso de cero a cinco salarios mínimos; con la decisión consensuada
de patrones, líderes obreros
y gobierno, más de 30 millones de mexicanos obtuvieron un incremento
en su ingreso hasta de 11.6 pesos diarios. Muchos de ellos no recibieron aguinaldo. Mientras, en las altas esferas del poder legal federal, estatal y municipal (Ejecutivo, Legislativo y Judicial) se reparten multimillonarios sueldos, compensaciones, aguinaldos, bonos y demás prestaciones, y en el poder verdadero transmiten íntegramente el costo de la crisis a la pelusa. ¿Así se reactiva
la economía? ¿Así se enfrenta
la sacudida? No: así se promueve el estallido social.
Pues bien, a pesar de lo obvio, con un desplome económico de entre 7 y 8 por ciento en el presente año, más de 6 millones adicionales de pobres (cifras oficiales), el peligrosísimo crecimiento del desempleo, el subempleo y la informalidad, el sostenido avance de los precios, nuevos impuestos, mayores tarifas en bienes y servicios del sector público y demás gracias del catarrito
y la crisis que vino de afuera
, para 2010 repiten el numerito y las justificaciones, y con ello invitan a que las profecías y cábalas numéricas tarde que temprano se conviertan en realidades.
Sólo para la memoria, Basilio González Núñez preside la Comisión Nacional de los Salarios Mínimos, y en la medianía juarista recibe un sueldo diario equivalente a 142 salarios mínimos del área geográfica A (tarifa 2009), es decir, 7 mil 770.51 pesos cada 24 horas, prestaciones incluidas, algo así como 233 mil pesos mensuales. En él recae la responsabilidad de hacer cumplir la fracción sexta del artículo 123 constitucional en lo que a mini ingreso se refiere (“los salarios mínimos generales deberán ser suficientes para satisfacer las necesidades normales de un jefe de familia en el orden material, social y cultural, y para proveer a la educación obligatoria de los hijos…”), pero todo indica que una vez más se le olvidó, al igual que al Consejo de Representantes.
Las rebanadas del pastel
¡Milagro! En plena crisis, con el agua hasta el cuello, el poder adquisitivo en la lona y en espera de una catarata de incrementos en precios y tarifas no más arranque 2010, más los abultados impuestos aprobados por el Congreso, los masoquistas habitantes del Distrito Federal se manifiestan felices y entusiasmados por el inminente aumento en la tarifa del Servicio de Transporte Colectivo, según los diputados y encuestólogos perredistas Alejandro Sánchez Camacho, Fernando Cuéllar y Víctor Romo, quienes aseguran que una contundente mayoría de ciudadanos del Distrito Federal, 79 por ciento, está a favor de que el boleto del Metro pase de dos a tres pesos
, es decir, 50 por ciento de un plumazo. Una de tres: o los representantes populares
son magos, muy malos por cierto; o la encuesta fue descaradamente manipulada; o de plano los presuntamente encuestados viven en la zona bonita de Las Lomas y Santa Fe.