na vez conocidas las iniciativas de reforma política del presidente Felipe Calderón pareciera que fueron formuladas extemporáneamente. Resulta omisa porque era la oportunidad de buscar un gobierno de gabinete
que habría enriquecido la vida política del país. Le falta haber incluido la revocación del mandato, que debe aparecer con el plebiscito y el referendo. Plantear la relección sería tanto como desechar el principio de Francisco I. Madero sufragio efectivo, no relección
justamente en el centenario de su esfuerzo democrático y pavimentar el camino para la relección de gobernadores y del mismo presidente de la República. Buscar la relección consecutiva de presidentes municipales es desconocer la pasión política y la carga emocional que suscita cada proceso electoral, lo mismo ir a una elección consecutiva de legisladores federales es desconocer la capilaridad política que se pretende en el quehacer político en el interior de todos los partidos.
Por lo que se refiere a la segunda vuelta en las elecciones presidenciales, en tanto no se dé una gran reforma en los medios de comunicación es inviable, porque ya sabemos que los poderes fácticos estarían decidiéndola. La propuesta contiene asuntos plausibles como el que se refiere a la iniciativa ciudadana, la que faculta a la Suprema Corte de Justicia de la Nación para presentar iniciativas de ley en el ámbito de su competencia; la que permite al Ejecutivo presentar dos propuestas de ley que sean prioritarias para ser votadas por el Congreso y la que autoriza al Ejecutivo para hacer observaciones parciales o totales sobre la Ley de Ingresos y el Presupuesto.
El Ejecutivo no desconoce que se prostituyó el número de integrantes del Senado porque, en teoría constitucional, debieran ser dos senadores por estado de la República, porque son representantes territoriales de las entidades. Por otra parte, el país está dividido en 300 distritos electorales, no encuentro justificación para modificar dicha estructura y en cuanto a los 200 diputados de representación proporcional modificar su tamaño y dimensión será motivo de arduas negociaciones con los dueños de dichas franquicias, lo mismo el incremento del mínimo de votos a 4 por ciento para que un partido conserve su registro y acceda al financiamiento público. Desde luego que será un avance democrático que se pueda crear la figura de candidaturas independientes para todos los cargos de elección popular, pero creo que los politólogos que intervinieron en estas propuestas pasan por alto el problema del financiamiento privado de dichas candidaturas y no indican los candados correspondientes. Es una lástima que no se someta al escrutinio del Congreso el nombramiento de los integrantes del gabinete presidencial para evitar el fenómeno del cuatachismo y del amiguismo. Finalmente resulta necesario y de urgente resolución rechazar lo que eufemísticamente se llama en la iniciativa elección continuada
, porque sería tanto como violar un principio fundamental consagrado en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.