La Fiesta Nacional es cada vez más vista como una vergüenza
A los defensores de este oficio enfada que los diputados decidan
Viernes 18 de diciembre de 2009, p. a18
Madrid/Barcelona, 17 de diciembre. ¿Una tradición y un arte? o ¿una tortura hecha espectáculo?
Es el eterno debate de la sociedad española, que al igual que la política y el futbol es capaz de provocar posturas incendiarias y enfrentamientos encarnizados. La llamada fiesta nacional
es desde hace tiempo para algunos una vergüenza nacional
.
Las corridas de toros, retratadas por pintores y escritores y consideradas por turistas como esencia de lo español, han ganado opositores en los tiempos recientes, por lo que el Parlamento catalán debatirá este viernes su prohibición en la región. Y algunos están que trinan.
La antitaurina Plataforma Prou! (¡Basta!) logró en mayo pasado recoger 180 mil firmas (bastaban 50 mil) para presentar en las cortes regionales catalanas una iniciativa legislativa popular para abolir las corridas de toros.
El momento de votarla ha llegado y, pese a las críticas que arrecian desde muchos frentes contra los antitaurinos, el Parlamento catalán asumirá un tema que ha provocado inclusive una escisión de opiniones en el gobierno que encabeza el socialista José Montilla.
No obstante, aunque mañana se respaldara la iniciativa, las corridas de toros no quedarían automáticamente prohibidas en la región, de 7.4 millones de habitantes.
La Cámara tendría que preparar un texto que después sería sometido otra vez a los parlamentarios regionales. Mañana sólo se aprobaría si se debate o no la abolición de la tauromaquia, pero las implicaciones son muy grandes.
La votación será ajustada por los sufragios que se darán en favor y en contra de la propuesta, de modo que la decisión final podría estar en manos de los diputados regionales socialistas, quienes no tienen una postura común sobre el tema.
Para el inicio del fin de la tauromaquia en Cataluña se necesitan 68 votos. Y eso es lo que irrita a sus defensores –toreros, apoderados, empresarios de plazas de toros y aficionados: que la llamada fiesta nacional esté en manos de los políticos.
Si las corridas de toros sufrieran mañana en el Parlamento catalán su estocada final, la situación animaría sin duda a las organizaciones antitaurinas y de defensa de los animales a presentar iniciativas similares en otras partes de España.
Quienes se sitúan, sin embargo, en medio de las dos posturas, la de la férrea defensa de las corridas de toros y la de la abolición de las mismas, sugieren que quizá sería mejor esperar a que el espectáculo
fuera desapareciendo por sí mismo, porque dicen que un día u otro ocurrirá.