La investigación contradijo un dogma biológico: que el género base es el femenino
Científicos desactivaron el FoxL2 en ratonas adultas y las células ováricas comenzaron a producir testosterona
En humanos podría ser una alternativa a la cirugía de reasignación de género
Viernes 18 de diciembre de 2009, p. 3
La batalla de los sexos es una guerra sin fin librada en el interior de cada ser humano, en la que los elementos masculinos y femeninos del organismo combaten por la supremacía. Tal es la asombrosa implicación de un estudio pionero, según el cual es posible accionar un interruptor que transforma las células femeninas del ovario en tejido testicular masculino.
Durante décadas, la batalla de los sexos ha sido aceptada por los biólogos como un fenómeno real, en el que hombres y mujeres compiten –cuando sus intereses no coinciden– por la supervivencia continua de sus genes en la siguiente generación. Ahora unos científicos han logrado mostrar que hay una continua guerra de géneros dentro de los genes y las células de cada individuo.
Uno de los grandes dogmas de la biología es que el género es fijado desde el nacimiento, determinado por la herencia de ciertos genes en los cromosomas X e Y. Pero esta idea simplista ha sido hecha añicos por el estudio más reciente, el cual demostró que mujeres adultas plenamente desarrolladas pueden someterse a un cambio parcial de sexo a partir de la modificación de un solo gen.
Grandes misterios
Los hallazgos sugieren que ser hombre o mujer no es un estado permanente, sino algo que se debe mantener continuamente en el organismo adulto por la constante interacción de los genes para mantener el statu quo y que la guerra de los géneros no se incline hacia el sexo opuesto.
Los resultados podrían explicar algunos de los grandes misterios del género humano, por ejemplo por qué algunas mujeres desarrollan características masculinas después de la menopausia, como pelo facial y voz más gruesa, o por qué otras personas son tan infelices con el género con el cual nacieron que recurren a terapia hormonal y a radicales operaciones de cambio de sexo.
Los científicos indicaron que el estudio también contradijo otro dogma biológico: que el género base es el femenino, porque todos los embriones comienzan como femeninos a menos que posean un gen determinante del sexo masculino. Si bien esto sigue siendo cierto en cuanto a la forma en que el género se determina en la matriz, los hallazgos recientes sugieren que es posible convertir los ovarios de una mujer adulta en testículos productores de testosterona.
El estudio se llevó a cabo en ratones, pero las implicaciones son relevantes para los humanos, según los científicos. Al desactivar un gen llamado FoxL2, que existe en todos los mamíferos, las células del ovario de una hembra adulta de ratón se desarrollaron de manera espontánea en las células plenamente desarrolladas productoras de testosterona de los testículos masculinos, aunque sin poder producir esperma.
Damos por sentado que mantenemos el sexo con el cual nacemos, incluido el hecho de tener testículos u ovarios
, precisó Robin Lovell-Badge, del Instituto Nacional de Investigación Médica, ubicado en el norte de Londres, quien formó parte del equipo internacional encabezado por el Laboratorio Europeo de Biología Molecular, en Heildelberg, Alemania.
“Sin embargo, este trabajo muestra que la actividad de un solo gen, FoxL2, es todo lo que evita que las células del ovario se transformen en células como las de los testículos. Si es posible hacer estos cambios en adultos humanos, con el tiempo podría eliminar la necesidad de cirugía en el tratamiento de reasignación de género –comentó el doctor Lovell-Badge–. En tal caso, es probable que si bien los individuos tratados produjeran las hormonas apropiadas del nuevo sexo, se perdería la fertilidad. Es todavía muy especulativo, pero es posible que este enfoque produjese una alternativa a la cirugía y a la extirpación de gónadas: ovarios y testículos. Es un poco más natural, aunque desde luego cualquiera que se sometiera a un cambio de sexo sería infértil.”
El estudio, publicado en la revista Cell, descubrió que el gen promotor femenino FoxL2 trabaja suprimiendo un gen promotor masculino llamado Sox9. En los ratones hembras adultos en los que el FoxL2 se desactivó artificialmente, el Sox9 entró al quite con rapidez, enviando señales químicas que convirtieron las células femeninas del ovario en las células productoras de testosterona que normalmente se hallan sólo en los testículos. Los ratones hembras produjeron niveles de testosterona que normalmente se encuentran sólo en ratones machos: 100 veces más altos que las concentraciones halladas en ratones hembras ordinarios.
© The Independent
Traducción: Jorge Anaya