Hoy reaparece ante el nicaragüense Marlon Aguilar
Su entrenador y progenitor Ratón González se abocaba a Édgar Sosa
Miércoles 16 de diciembre de 2009, p. a15
Jhonny González nunca sintió celos ni se sintió desplazado, aunque tras perder el título mundial quedó claro que su padre y entrenador, Miguel Ángel González, se concentraría en el campeón minimosca Édgar Sosa, un compañero de gimnasio cuya carrera empezaba a ascender exitosamente.
El año en el que Sosa cumplió su sueño de conseguir el título minimosca fue el mismo en el que Jhonny perdió el cinturón ante el filipino Gerry Peñalosa.
El primero inició una época en la que sumó 11 defensas; el segundo intentó sin éxito recuperar un cetro ante el japonés Toshiaki Nishioka, quien lo noqueó por un descuido temerario con la guardia.
Sosa estaba en su momento y mi papá tenía que atenderlo
, refiere Jhonny, quien surgió junto al campeón minimosca en un gimnasio sobre la avenida Eduardo Molina y que dirige el Ratón González, mentor de ambos púgiles.
Eso le llenaba de orgullo, dice Jhonny, porque conocía de cerca la historia de Sosa y consideraba que esa era una recompensa por todo lo que batalló y sufrió
.
No hubo celos –insiste– pero la relación con su padre cambió. Después de 20 años de trabajo el tiempo fue deteriorando el amor que sentía por el boxeo; la pasión se hizo rutina y obligación.
Lo más grave es que al perder el cinturón y tras el intento fallido por recuperarlo, el pugilista perdió la confianza en sí mismo. Subía al cuadrilátero, pero en el fondo algo le decía que ya no quería ser campeón.
No es miedo, trata de explicar, sino una inseguridad muy profunda. Además de los nervios que se sienten antes de subir al ring, hay temor de perder, de volver a ser derrotado, precisa González.
Jhonny cambió a su padre como entrenador y buscó refugio con Ignacio Beristáin. Necesitaba recuperar la fe en el pugilismo y en sus facultades para regresar a los campeonatos mundiales.
Nacho lo reprogramó, según dice el peleador, le devolvió la pasión por seguir aprendiendo y lo convenció de que el principal obstáculo de Jhonny González era Jhonny González.
Corrigió errores, le levantaron la guardia para que no volvieran a sorprenderlo; otra vez le despertaron el gusto por aprender boxeo. “Esa es la gran diferencia de Nacho, porque mi papá ya no hacía eso”, dice Jhonny para justificar la que considera una de las mejores decisiones de su carrera.
“Lo más importante es que Nacho no es mi familiar, sólo es mi entrenador”, dice aliviado, porque ahora los problemas familiares no van al gimnasio ni se suben al cuadrilátero.
Este miércoles reaparecerá para disputar el título pluma de la Fecarbox contra el nicaragüense Marlon Aguilar, en el Plaza Condesa.