Opinión
Ver día anteriorDomingo 13 de diciembre de 2009Ver día siguienteEdiciones anteriores
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El fantástico señor Zorro
¿U

n zorro aquejado por una crisis de conciencia? ¿Harto, a la mitad de su vida, de una profesión rutinaria como periodista y anhelante de vivir una segunda juventud llena de riesgos y aventuras? No es otra cosa lo que propone, con brío característico, el cineasta Wes Anderson (Los excéntricos Tenenbaums, Viaje a Daarjeling) en su novedosa incursión en una película de animación, El fantástico señor Zorro (Fantastic Mr. Fox), elaborada en impecable técnica de stop-motion, con dos bandos de personajes muñecos –unos humanos, otros animales antropomórficos–, basada en un relato de Roald Dahl.

En la historia original, las vicisitudes del señor Zorro tienen que ver básicamente con un problema de supervivencia en un entorno hostil. El animal tiene que alimentar a su familia y su enfrentamiento con los malvados granjeros Boggis, Bunce y Beans le permite de modo continuo hacer gala de su habilidad de cazador de gallinas y su destreza para salir indemne de la fechoría cotidiana. Lo que hace Anderson es cambiar este planteamiento y mostrar al señor Zorro como un buen esposo, impecablemente vestido, de comportamiento sofisticado, adicto al confort de la vida doméstica, que esporádicamente sale a cazar gallinas en compañía de su esposa y a enfrentar y burlar a los granjeros.

Cuando su mujer queda embarazada, la narración da un salto de dos años en el calendario humano –equivalentes a 12 años zorro–, y vemos que el animal se ha adecentado completamente y ha cambiado su vida salvaje por la de un columnista que redacta para el periódico local The Gazette, una columna sobre lo que sucede en su comunidad, Fox about town, referencia directa a la columna Talk about town que publica el elegante semanario de los humanos, The New Yorker.

Este zorro de buenos modales, domesticado por las nuevas responsabilidades del hogar, se aburre mortalmente y añora volver a su vida anterior. Su comportamiento familiar se torna tan disfuncional como el de muchos otros personajes en cintas anteriores de Anderson, y su hijo Ash, un adolescente soberanamente ignorado por su padre, sufre al no poder seguir, como quisiera, el mal ejemplo. Lo mejor de la acción es el regreso el señor Zorro al mundo de la delincuencia organizada y el súbito despertar de sus instintos justo cuando estaban a punto de ser amaestrados. Un triunfo del espíritu libertario y rebelde sobre el programa de domesticación que casi conducía al animal a renegar de su propia especie salvaje.

La salida comercial de El fantástico señor Zorro anticipa el estreno inminente en México de otra cinta, más notable aún, del director independiente Spike Jonze, Where the wild things are, basada en un relato clásico infantil de Maurice Sendak. Las dos películas tienen en común ser elaboraciones muy acertadas y novedosas a partir de muñecos de pelambre hiperrealista y, en el caso de Anderson, con vestimentas de diseño impecable.

La técnica ensayada ya en las películas King Kong o Wallace y Gromit se vuelve aquí perfeccionista, enriqueciendo en el terreno del cine infantil las aportaciones de la animación por computadora (estupendo Pixar), y dejando muy atrás el concepto de un entretenimiento juvenil adocenado y rutinario. Poco importa ya la discusión estéril sobre la pertinencia o no de dirigir a las conciencias infantiles este tipo de planteamientos sobre la libertad personal o la disfunción familiar. Los nuevos realizadores toman en cuenta la precocidad de muchos niños, su destreza en el manejo de las nuevas tecnologías y su registro puntual de temáticas novedosas, algunas de ellas antes consideradas impropias. Los sorprendidos por estas películas de animación con contenidos vagamente iconoclastas e irreverentes no serán ciertamente los niños, sino muchos de sus padres, detenidos todavía en el fantástico mundo de Walt Disney.

Disfrute la banda sonora que incluye melodías de los Beach Boys, Jarvis Cocker y los Rolling Stones. Procure sobre todo ver la versión no doblada para no perderse las voces de George Clooney, Meryl Streep, Bill Murray y Clive Owen. Sería una lástima conformarse con menos.