n la década de los 80 del siglo pasado, y en el marco de las exigencias impuestas por el neoliberalismo y el llamado consenso de Washington, Estados Unidos puso en marcha un conjunto de restructuraciones productivas muy importantes con el objetivo central de salir de la crisis que se había presentado en la década anterior. Se aseguraba que lo que había llevado al agotamiento del modelo tenía que ver, fundamentalmente, con la rigidez de los procesos productivos, los altos salarios que los trabajadores habían alcanzado en el llamado estado de bienestar, pero sobre todo a la fortaleza de los sindicatos cuyo poder de negociación había alcanzado niveles tan importantes que a los empresarios les era difícil enfrentarlos.
Entre estas restructuraciones destacan la que vivieron las agroalimentarias, como fueron las procesadoras de pollos y, en general, a todas las procesadoras de carne. Estas industrias se encontraban situadas en áreas urbanas, sus trabajadores eran en su mayoría blancos y sus salarios oscilaban entre 11 y 12 dólares la hora. Los trabajadores afroamericanos tenían peores condiciones laborales y eran también peor pagados, aunque puede decirse que eran realmente una minoría. Las áreas urbanas presentaban algunos inconvenientes para los empresarios, como eran los altos impuestos, muy fuertes regulaciones, en lo que se refiere a contaminación, pero lo más grave para ellos, por supuesto, es que se trataba de industrias fuertemente sindicalizadas.
Los empresarios decidieron trasladar estas industrias hacia lugares mucho más rurales. Se decía que querían estar cerca de los campos agrícolas y con ello del alimento de los animales y de los pequeños granjeros. Por lo tanto despidieron a todos los trabajadores y muchas de estas industrias se movieron hacia lo que se ha denominado como nuevos destinos migratorios
transformando por completo la realidad para los trabajadores.
Algunas de estas polleras se encuentran ahora en la llamada península de Delmarva (Delaware, Virginia Maryland). Los trabajadores son ahora en su mayoría, latinoamericanos, sobre todo mexicanos y centroamericanos y por supuesto hay una gran cantidad de indocumentados. La primera consecuencia fue que los sueldos se desplomaron en forma estrepitosa pues pasaron de 11 y 12 dólares la hora a 4.50 y cinco dólares la hora, al tiempo que el sindicato se enfrenta ahora a muchísimos problemas para incorporar a esta fuerza de trabajo. Las estrategias de los empresarios para evitarlo van desde amenazas puras y llanas argumentando que, como saben que son indocumentados, en caso de que se decidan por hacerse miembros van a llamar a la migra
, o bien se les ofrecen una suerte de sobornos
tales como decirles que van a subirles 25 centavos la hora si rehúsan al sindicato, o de plano si no son dóciles y se enfrentan entonces los despiden.
Al mismo tiempo, los pequeños granjeros a los que supuestamente iban a favorecer, han prácticamente desaparecidos pues son subcontratados bajo condiciones verdaderamente leoninas que difícilmente pueden enfrentar y siempre son los que pierden.
En estas industrias los indocumentados son la mano de obra cada vez más importante pues nadie quiere ese trabajo que es considerado por el propio Departamento del Trabajo como de los más riesgosos del país, y por las terribles condiciones laborales. Y esto es lo que le ha permitido a Estados Unidos convertirse en un potente exportador de alimentos, por supuesto de pollos que ha destruido la industria mexicana debido a la creciente importación y como consecuencia reciben a parte de nuestra población mexicana indocumentada.
Todo esto vino a mi mente porque hay una gran coincidencia con lo que está sucediendo en México con el Sindicato Mexicano de Electricistas. Este gobierno no sólo busca abaratar la fuerza de trabajo despidiendo a 44 mil trabajadores pues aquellos que vayan a ser recontratados nadie sabe bajo qué condiciones lo harán, aunque es un hecho que de entrada, la antigüedad desapareció. Pero sin duda que la estrategia central es la eliminación del sindicato, que en el caso del SME tiene una larguísima historia de lucha por sus agremiados y es un estorbo para los planes privatizadores del gobierno.