Economía
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Critican el intento del sector patronal de aprovecharse de la crisis para hacer recortes

Marchan en España cientos de miles de sindicalizados en contra del despido libre

La derecha española responde airada; el Partido Popular acusa de traición y burla a los gremios

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La consigna Que no se aprovechen de la crisis. El trabajo, lo primero en la protesta en MadridFoto Reuters
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Miles de trabajadores se manifestaron ayer en el centro de Madrid, España, para exigir al gobierno que no tolere los abusos de las compañías con el pretexto de la crisis económicaFoto Reuters
Corresponsal
Periódico La Jornada
Domingo 13 de diciembre de 2009, p. 23

Madrid, 12 de diciembre. Cientos de miles de trabajadores se manifestaron en Madrid para defender los históricos derechos laborales y arremeter contra un sector del empresariado español por intentar aprovecharse de la crisis y lograr así abaratar el despido y debilitar a la clase obrera y a los trabajadores. Los sindicatos, apoyados por partidos políticos de izquierda, también lanzaron duras críticas al sistema basado en la especulación financiera, los paraísos fiscales y las prebendas ocultas de las grandes constructoras, señaladas como unas de las principales responsables de la crisis.

Desde que irrumpió la crisis financiera y económica internacional, España vive pendiente de la publicación periódica de los índices macroeconómicos, sobre todo el referido al número de desempleados. En sólo dos años de crisis el número de desempleados está a punto de alcanzar los 4 millones, es decir, alrededor de millón y medio. A pesar de los augurios de los responsables políticos y los expertos de que la crisis se empieza a superar, la clase trabajadora agrupada en los sindicatos decidió salir a la calle para defender, al menos, las políticas públicas y la legislación que le protege en estos momentos.

El trabajo, lo primero

Comisiones Obreras (CCOO) y la Unión General de Trabajadores (UGT) concentraron a cientos de miles de personas, según los convocantes, en las calles del centro de Madrid, que se convirtieron en un crisol de reivindicaciones laborales y de consignas contra la patronal y su principal aliado político, el derechista Partido Popular (PP), que acusó a los líderes sindicales de perpetrar una traición y una burla a la inteligencia de los españoles.

Bajo el lema Que no se aprovechen de la crisis. El trabajo lo primero. Por el diálogo social, los sindicatos emitieron un mensaje de hondo calado político, pues el destinario era sobre todo la CEOE, el principal organismo que agrupa a los empresarios, dirigida por Gerardo Díaz Ferrán, simpatizante público del sector más duro de la derecha española.

Los sindicatos reclaman así a los empresarios un cambio de postura sobre sus reiteradas negativas a sentarse a la mesa para retomar el diálogo social, requisito fundamental para conciliar intereses entre trabajadores y empresarios para afrontar los años venideros y los efectos de la crisis. El último intento del gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero de llegar a un acuerdo entre ambos sectores terminó con un portazo de los empresarios, que exigieron la aprobación de una reforma de la ley laboral que abaratara el despido.

Cándido Méndez, líder de UGT, explicó que después de la protesta habrá un antes y un después en la negociación colectiva, pues a su juicio los sacrificios de la crisis se deben repartir equilibradamente, por lo que también reclamó cambios profundos en un modelo económico que genera desequilibrios estructurales. El dirigente sindical también solicitó al gobierno la eliminación del despido express y se reduzca la altísima temporalidad en los nuevos contratos.

Mientras que el líder de CCOO, Agustín Fernández Toxo, también centró su intervención en las raíces del modelo que provocaron la crisis, sobre todo el carácter cobarde del capital privado, que se “refugia en paraísos fiscales”, mientras precariza a la clase trabajadora.

Durante la manifestación también se escucharon gritos a favor de la huelga general, tal y como reclama Izquierda Unida (IU), para obligar al gobierno a enderezar su política económica, a su juicio muy próxima a los preceptos clásicos del neoliberalismo conservador.

Mientras los empresarios se limitaron a defender sus propuestas para retomar la negociación colectiva, el derechista PP optó por atacar directamente a los sindicalistas, a los que acusó, a través del consejero de Interior de Madrid, Francisco Granados, de traición y burla a los españoles porque están haciendo un mal uso del dinero público cuando no cumplen con su obligación, que es defender los intereses de los trabajadores y no los intereses de Rodríguez Zapatero. El dirigente conservador incluso señaló que los que se manifestaron eran liberados sindicales que hace ya muchos años que colgaron la bata, el mono, el tractor o la azada.