Opinión
Ver día anteriorJueves 26 de noviembre de 2009Ver día siguienteEdiciones anteriores
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La Muestra Nacional/ I
L

a Muestra Nacional de Teatro cumplió 30 años de llevarse a cabo (durante dos no se realizó por diferentes razones) y la ciudad sede fue Culiacán, la tierra de Óscar Liera a cuya memoria se dedicó la edición conmemorativa. Abrió, como debe de ser, el grupo TATUAS, el Taller Autónomo de la Universidad de Sinaloa, fundado por el extraordinario dramaturgo, a cuya muerte continuó el colectivo comandado por Rodolfo Fito Arriaga que re-montó El jinete de la Divina Providencia para este homenaje siguiendo la dirección de quien fuera su maestro. Todo muy bien y todos muy contentos hasta que apareció en el pequeño diario elaborado por Alejandra Serrano la entrevista que el periodista Fernando de Ita le hizo a la señora Adelina Cabanillas Flores que es la albacea de la herencia de Óscar por ser su hermana (Óscar Liera era el nombre de pluma de Óscar Cabanillas Flores). Esta señora, aduciendo los más extravagantes motivos, declaró que retiraba los derechos de representar las obras de su hermano al grupo que éste fundara.

Parece que no es la primera vez que la dama actúa así al esgrimir fútiles pretextos como que en un coloquio en donde se discutiría la obra del dramaturgo casi no hubo público (que no siempre resulta abundante en los coloquios) y otros por el estilo. En esta ocasión su enojo parece motivado porque no fue invitada a dicho homenaje. Y aunque alguna persona importante del TATUAS considera que mejor, que así dejarán de pensar en el maestro como lo han hecho durante estos 20 años y podrán tomar nuevos caminos, el caso molesta. Más que eso: ofende. Porque no es justo que una persona en todo ajena al teatro tome esa represalia ante teatristas muy dignos de respeto y porque la señora ignora que Rodolfo Arriaga no cursó las invitaciones, sino que lo hicieron diversas instituciones, además de que ser pariente de un hombre talentoso no otorga merecimiento alguno ni derecho moral –el legal es otra cosa– a disponer del arte de otra persona. Como sea, el grupo tiene nuevos y variados planes y ya estrenó en esta misma Muestra Noche de epifanía de Shakespeare dirigida por Alberto Lomnitz, aunque la extraña actitud de la señora Cabanillas Flores molestó mucho más allá del TATUAS.

La dirección artística este año estuvo formada por Édgar Chías, Enrique Mijares, Juliana Faesler, Lázaro Fernando y Raquel Araujo. Como en todas sus ediciones, en la Muestra hubo talleres, mesas redondas y otras actividades académicas y la medalla Xavier Villaurrutia 2009 fue otorgada a don Víctor Sandoval, el poeta, el hombre que tantos caminos ha ido abriendo a la promoción cultural. Y también, como en todas las Muestras, la programación sufrió varios altibajos de calidad, aunque un fenómeno destacable consistió en la actitud solidaria de los jóvenes teatristas de talleres o de otros grupos hacia lo que sus colegas presentaban, a veces gozando con una bella y fresca actitud los logros de los demás. Se presentaron algunas escenificaciones de que me he ocupado en este espacio por ser capitalinas o porque aquí se mostraron (Pascua de Strindberg dirigida por Héctor Mendoza para la CNT, Amarillo de Jorge Vargas, El evangelio según Clark de Richard Viqueira y El cazador de gringos de Daniel Serrano dirigida por Ángel Norzagaray), así que sólo me referiré a lo que me resultó nuevo, aunque omitiré La Muestra en 5 actos que se presenta por tercera vez con cinco obras, porque mis viejos huesos no están para amanecerse viendo teatro. Sería recomendable, no sólo por mí sino por todos, porque tampoco los jóvenes resisten tanto, si la próxima dirección artística desea continuar con este formato que se dieran funciones mucho más temprano.

El grupo jalisciense A la Deriva Teatro con dirección de Fausto Ramírez y con las actuaciones de Gabriela Cuevas, Sofía Olmos y Susana Romo presentó 68 veces la luna, una reconstrucción, lúdica y efectiva, del Movimiento Estudiantil y Popular en 1968 dirigida a los jóvenes que suscita interrogantes en el público acerca de momentos del pasado que no deben olvidarse. La conservadora sociedad jalisciense de la época logró que la Universidad de Guadalajara no se incorporara al Movimiento y ahora Fausto Ramírez trata de subsanar esa omisión.