22 de noviembre
oy habrá una gran concentración política en el Zócalo capitalino. Será la decimosexta que convoca AMLO después de las fraudulentas elecciones de 2006. En todas, una multitud ha colmado la plaza. Hoy el mitin tendrá características especiales: la celebración del tercer aniversario del gobierno legítimo, instrumento para impugnar la usurpación de Calderón y, a la vez, organizar un gran movimiento nuevo. Aparecerán por primera vez en la plaza miles de representantes de los comités municipales de apoyo que vienen de todos los rincones del país y que son la base de una organización insólita.
AMLO tiene otras razones para celebrar: el gobierno y sus aliados no han podido aislar ni desmembrar al movimiento. Ha salido indemne del peor ataque mediático del que se tenga memoria. AMLO concluyó ayer la visita a los 2 mil 450 municipios del país, incluidos los de usos y costumbres. Ha recorrido 160 mil kilómetros y atraído a más de un millón 200 mil personas en sus visitas. Sus colaboradores han constituido mil 950 comités. No hay población del país donde no exista un grupo obradorista.
En contraste, el régimen de Calderón ha fracasado. A pesar de que cuenta con los recursos del Estado y con el respaldo de la oligarquía y de gran parte de la clase política, no está manejando la múltiple crisis que en alguna forma él mismo provocó. Varias organizaciones internacionales y casi todos los comentaristas muestran su preocupación por el crecimiento de la pobreza, la miseria, el desempleo, el crimen, el fraude, la opacidad y la descomposición de las instituciones.
El acto de hoy tiene un gran significado histórico: revitaliza el propósito colectivo hacia la justicia y la democracia abandonado en la degeneración del régimen priísta. El movimiento apuesta a que el pueblo mexicano está cada vez más informado, más inconforme y plenamente maduro para la democracia. Sus adversarios están seguros de que la población es una masa sumisa y manipulable. AMLO y su equipo están abriendo un cauce para que la oposición se exprese en forma constructiva y sana. Es una manera de evitar los estallidos de violencia que se pronostican.
A pesar de sus logros, el movimiento obradorista tiene frente a sí enormes obstáculos: tendrá que comunicar y capacitar a los centenares de células que ha constituido, atraer a la juventud hoy desencantada, conectarse con los movimientos progresistas de América Latina y con el mundo, y extender la conciencia y la esperanza a todos los millones que están todavía atrapados por el sistema.