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Es una reacción, una resistencia ante ello, afirma el realizador Theo Angelopoulos

El cine, una forma de contrarrestar la deshumanización en el mundo

Puede ser una arma social, una catarsis

Las cintas de autor resisten contra la uniformidad que impone Hollywood, tanto en pensamiento como escritura, dice el presidente del jurado de Salónica

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Yo trato de hacer cine de poesía, porque creo nos permite vivir y sentir al mundo de una manera mejor, señalaFoto Juan José Olivares
Enviado
Periódico La Jornada
Domingo 22 de noviembre de 2009, p. 6

Salónica, 21 de noviembre. Hoy día no tiene mucho tiempo para ver películas. Dice que ya vio demasiadas en París en los años 70, en el cine donde trabajaba para subsistir, cortando boletos en la entrada. Pero, a sus 74 años, Theo Angelopoulos sigue creyendo que esta expresión es una manera para entender y leer al mundo. Además de que contrarresta la deshumanización que hay actualmente. Sí, es una reacción, una resistencia ante ello, comenta en entrevista con La Jornada el nacido en Atenas, referente del cine mundial, un poeta del celuloide.

Angelopoulos es el presidente del jurado de la edición 50 del Festival Internacional de Cine de Salónica. No podía dejar de asistir, puesto que para los cineastas locales, es una escuela. Al realizador, multipremiado desde los años 70 en las reuniones de cine más importantes del orbe, se le reconoce en México por obras como La mirada de Ulises, Pasaje en la niebla y La eternidad y un día, entre otras.

Theodoro Angelopoulos habla con lenguajes visuales bucólicos. Para él lo más importante es la poética de la imagen.

Dice: (Pier Paolo) Pasolini dijo que había cine de poesía y de prosa. Creo que ambos caminos miran realidades. Debemos aceptar las dos vías. No podemos decir que una forma excluya a la otra. Hay buenas películas en el cine narrativo de prosa y buenas en el de poesía. Antonioni hacía prosa, por ejemplo. Yo trato de hacer cine de poesía, porque creo nos permite vivir y sentir al mundo de una manera mejor. Es como si en los momentos difíciles, uno abriera un libro y leyera un poema; eso puede producir dulzura en el alma, algo como una caricia.

Una manera de vivir

Luego de regresar de Francia, donde tomó cursos con Jean Rouch, comenzó como crítico en el diario Allagi, cerrado posteriormente por la rigurosa y fascista junta militar. Su primer intento de producir fue Forminx Story, un documental sobre este grupo de los años 60.

Reconstruction fue su primera ficción; fue filmada en 1970 y ganó reputación internacional. Siguió con tres largos (Days of ´36), historias retomadas luego de la elecciones durante las cuales el general Metaxas impuso su dictadura.

Desde ese tiempo supe que el cine puede ser una arma social, una catarsis. A partir de que funciona desde un ámbito cultural, automáticamente también adquiere dimensiones político sociales, argumenta.

Con O thiassos (El viaje de los comediantes) mostró la historia de un grupo de actores que turistean en plena dictadura, ocupación nazi y la resistencia popular. Mientras que en The Hunters (I Kynighi) relata una historia en el contexto de la política griega de 1949 al 77. Con Megalexandros muestra la transformación de un hombre de campo en un tirano, analogía de la democracia griega, y en Taxidi sta Kithira (Viaje a Chytera) reconstruye el regreso de un soviético luego de 30 años de exilio.

A los años que tengo, el cine para mí ya no es un trabajo, sino una manera de vivir. Cuando hago una película siento una intensidad indescriptible en la vida, una comunicación profunda con el mundo, afirma el director, traducido al español por su compañero de cuarto en esos años en París, Alexis Grivas.

O Melissokomos es la historia de un viejo que deja a su familia, una odisea moderna y Topio stin Omichli, es la búsqueda de dos pequeños tras su padre. To meteoro vima tou pelargou habla sobre la frontera de dos países imaginarios, y La mirada de Ulises relata la búsqueda de las raíces del cine de los Balcanes, en el contexto de la tragedia de la guerra en Bosnia.

La primera mirada con la lente

–¿Cuál fue la primera sensación que tuvo cuando observó por vez primera a través de una cámara?, se le cuestiona.

–Eso que me acaba de decir es muy significativo para mí. Porque se dio hasta que hice La mirada de Ulises, que relata sobre de la primera mirada ante una lente. También aborda el tema de las viejas bobinas en las que se revelaba. Representaba la primera mirada el cine griego y de los Balcanes. Es una regreso a esa primera vista en el cuadro de la cámara, por la cual se ve el mundo.

–¿Qué opina de la batalla que libra en todo el mundo el cine, que muestra las culturas de los pueblos contra el cine hollywoodense?

–El cine de autor resiste contra la uniformidad que impone el cine de Hollywood, tanto en pensamiento como en escritura. De hecho determina por el contexto de donde uno vive y la lengua materna, elementos como el sonido. Su obra se da en el contexto de su tierra No obstante, hay que decir que hay cine estadunidense de autor, que propone y dice algo.

Por otra parte, sigue la dosis intensa de buen cine en Salónica. Con la mayoría de las salas llenas (dicen los oriundos que hay que aprovechar lo que dejan sus impuestos), han llamado la atención dos filmes en competencia: la israelí Ajami, que narra la vida del barrio de este nombre en el que conviven judíos, cristianos y musulmanes, y La sangre y la lluvia, un clavado al subterráneo de Bogotá, la muestra de que los colombianos somos muy felices, porque convivimos con la muerte todos los días y queremos vivir intensamente. Una violencia que no se ve en las telenovelas, pero que sucede todos los días en mi ciudad, dijo en una charla el director Jorge Navas.