Jueves 19 de noviembre de 2009, p. 5
A pesar de que es considerado un referente histórico de la Revolución Mexicana, el movimiento campesino dirigido por Emiliano Zapata aún tiene muchos aspectos por estudiar, y muchas veces ha sido encasillado en prejuicios y lugares comunes que no corresponden con la realidad.
De esta forma se expresó el académico Felipe Ávila en el Coloquio Internacional Historiadores, narradores y troveros, en una jornada en la que también participaron Friedrich Katz, Antonio Domènech, Javier Garciadiego, Pedro Salmerón, Daniela Spenser y John Tutino.
Durante su intervención en El Colegio de México, Ávila puso de manifiesto que el zapatismo, a pesar de su innegable importancia, ha sido utilizado también como herramienta de legitimación de los sucesivos gobiernos posrevolucionarios.
Uno de los aspectos que han sido distorsionados o mal comprendidos, afirmó, es pensar que el Ejército Libertador del Sur únicamente peleaba contra las haciendas, y que estaba integrado por campesinos que no querían cambiar y que por ello hicieron una revolución
, como dijo el investigador John Womack.
Por un gobierno democrático
Lejos de ser un movimiento que prefería refugiarse en el pasado, el zapatismo representó una de las facciones más avanzadas en la lucha de 1910, aunque por desgracia su derrota militar impidió la realización de varias de sus propuestas, entre las que figuraba instaurar un gobierno democrático parlamentario y la subordinación del poder político a la sociedad civil.
De igual manera, es falso que los guerrilleros morelenses no tuvieran capacidad para plantear la construcción de un Estado nacional o que hayan necesitado de intelectuales externos para legitimar y dar forma a sus peticiones.
“El Plan de Ayala –señaló Ávila– es uno de los mejor formulados y más claros en expresar la visión nacional de un movimiento campesino revolucionario que, en virtud de su sencillez y concisión, y por el impacto de la lucha zapatista, fue uno de los textos programáticos que tuvo mayor influencia en México a lo largo del siglo XX.”
Los mitos en torno a Zapata también giran en sentido positivo
, pero igualmente inexacto. No es verdad que el movimiento campesino haya sido unánime, que las comunidades rebeldes fueran un ejemplo de armonía o que fueran del todo ajeno a actos de bandolerismo y delincuencia.
El zapatismo se revela como una fuente aún por estudiar, señaló el académico del Instituto de Investigaciones Históricas de la UNAM.