a espiral autoritaria y represiva que nos aqueja como nación, y que no deja de escalarse ante nuestros (¿adormecidos?) ojos, está al borde de un no retorno. De pronto alcanzó a los niños. Y eso es grave. Si la novedosa tendencia en los allanamientos del Ejército federal y las policías de irse sobre los niños no se revierte, estaremos perdiendo muchas de nuestras libertades. Tal vez demasiadas.
Tan sólo este fin de semana se dieron a conocer numerosos incidentes y pronunciamientos sobre violencia institucional dirigida específicamente contra menores de edad, indígenas.
El domingo 15, La Jornada informó de la incursión del 41 Batallón de Infantería del Ejército federal en Quechultenango, Guerrero. Los militares golpearon a 26 jóvenes y niños (10 de ellos entre los seis y los ocho años) que entrenaban en la cancha de futbol. Alberto Lozano, de 14 años, debió ser hospitalizado. En forma sorpresiva los militares ordenaron a los niños y jóvenes tirarse bocabajo y en hilera; a dos menores los obligaron a ponerse de rodillas, les apuntaron e incluso cortaron cartucho
, escribe el corresponsal Sergio Ocampo.
El mismo domingo, la organización civil Melel Xolobal, en Chiapas, emitió una alarma urgente ante las acciones de soldados y policías ministeriales, judiciales y sectoriales. Manifiestó preocupación por la situación que están viviendo los niños y las niñas en este contexto de violencia
. Sus derechos “se ven vulnerados al ser los más afectados cuando se realizan estos operativos en sus domicilios y comunidades”.
El organismo, dedicado a atender a niños indígenas, en especial los que viven en la calle, subraya que en allanamientos realizados en Comitán (una semana atrás), 20 policías ministeriales, vestidos de civil, con pasamontañas, portando armas largas y sin orden de cateo, ingresaron a más de cinco domicilios a muy tempranas horas de la madrugada, irrumpiendo con intimidación y despertando violentamente a los integrantes de los domicilios, entre ellos a las niñas y niños
.
En el domicilio de un integrante de la organización Enlace, Comunicación y Capacitación los agentes irrumpieron fuertemente armados, argumentaron que tenían orden de cateo (sin mostrarla), y mientras encañonaban e interrogaban al padre, hicieron que la madre, también encañonada, los acompañara en el recorrido por las habitaciones. Los oficiales entraron a las habitaciones con las armas apuntando, incluso en los cuartos de los niños
.
Éstos despertaron aterrados
, y las actitudes de los policías contribuyeron a incrementar su pánico
. Durante la acción, los policías impidieron que los niños estuvieran acompañados por sus padres, manteniendo a la familia separada, lo cual generó más angustia y temor
. Hasta la fecha, los niños no quieren regresar a su casa, sufren pesadillas por las noches y el más pequeño se niega a permanecer solo ni un momento.
En Venustiano Carranza, desde la detención de tres líderes de la Organización Campesina Emiliano Zapata, efectivos militares y cuerpos policiacos de diferentes corporaciones hostigan a las comunidades Laguna Verde y 28 de Junio. Las mujeres de estas comunidades señalaron el 10 de noviembre que aviones del Ejército sobrevuelan la región, lo que atemoriza muy especialmente a niñas y niños: Por culpa del gobierno y sus ejércitos los niños no comen bien, no van a la escuela por miedo a que los agarren y por las noches lloran mucho. Las mujeres vivimos con miedo de que nos agarren o agarren a nuestros esposos o hijos, y que los maten
.
Simultáneamente, la junta de buen gobierno zapatista de Roberto Barrios, Chiapas, denunció agresiones de paramilitares armados y vestidos con uniforme militar, contra los niños y promotores de educación (muy jóvenes) en la escuela autónoma del lugar. Les cortaron cartucho. Otras veces amagan a los niños con machetes, los apedrean, los insultan. A los niños.
Casualmente, el mismo domingo 15 se retrataron juntos los presidentes de Chile y México, Michelle Bachelet y Felipe Calderón, en una reunión de estados del Pacífico. Y eso, ¿qué con los niños aterrados? Bastante. Sus respectivas democracias son las únicas en América que practican, hoy mismo, una original y novedosa violencia militar y policiaca contra los niños indígenas. Mapuches en Chile (ver Ojarasca en la edición de hoy de La Jornada); tzeltales, tzotziles, choles, mixtecos, tlapanecos o nahuas, en México.
Sin ir más lejos, también en semanas recientes hubo menores de edad muertos y heridos en Puerto de las Ollas, Guerrero, y en Copala, Oaxaca.
Melel Xolobal expone: Este tipo de acciones realizadas de autoridades de diferentes niveles del gobierno violan los derechos de niñas y niños, causándoles graves daños sicológicos y una gran desconfianza hacia las autoridades gubernamentales, en quienes ven a los causantes de su miedo, más que a los garantes de su protección y seguridad, como teóricamente debería ser
.
Las autoridades federales dinamitan, propositivamente, lo que queda de educación pública. Y ahora van sobre los niños, directamente. ¿Pasarán sobre nosotros?