FOTO: Víctor Camacho / La Jornada |
Organización económica campesina: una vía
Víctor Suárez Carrera
La organización autogestiva y especializada
de las y los campesinos y
pobladores rurales en el terreno de
la producción de bienes y servicios constituye
una de las vías centrales para la defensa
y valorización de la agricultura campesina
y de sus recursos territoriales.
Con el reparto agrario y la restitución de
los bienes comunales inició en el México
contemporáneo la participación y organización
de los campesinos en los procesos de
producción de alimentos y materia primas
agroindustriales en el ejido y la comunidad.
La participación del Estado en el fomento
de la economía agrícola campesina favoreció
su crecimiento y desarrollo al tiempo
que la restringió al ámbito de la producción
de materias primas a escala local. Todo lo
demás corría por cuenta del Estado. Prácticamente,
los ejidos y comunidades devinieron
en unidades paraestatales de producción
agrícola para impulsar la urbanización
y el desarrollo industrial del país.
Además, con la intervención gubernamental
para el control político de los campesinos
y pobladores rurales, la naciente
organización económica campesina se
transformó en la célula de una extensa red
de organización y control político al servicio
del régimen autoritario de partido único. De
esta forma, de 1940 a 1980, se desarrolló la
vasta y compleja cultura del paternalismo,
clientelismo, peticionismo y de subordinación
en las relaciones Estado-campesinos
que pervive hasta la fecha. Los campesinos
se convirtieron en “hijos predilectos del régimen”
y se frenó la vía de la organización económica
campesina autónoma y autogestiva,
A principios de los 80s, bajo los auspicios
del grupo político salinista, la Unión
Nacional de Organizaciones Campesinas
Autónomas (UNORCA) reivindicó “la
apropiación del proceso productivo” como
vía para un nueva organización campesina
que dejara atrás las luchas agrarias y las
formas tradicionales de organización para
la gestión y la petición representadas por
el modelo de la Confederación Nacional
Campesina (CNC). Sin embargo, esta propuesta
no prosperó por su subordinación a
la estrategia política de un grupo de poder
–el salinismo– y porque justamente dicho
grupo estaba comprometido con un modelo
económico que implicaba una estrategia
de guerra contra la agricultura campesina
y la soberanía alimentaria, como lo demostraron
la contrarreforma al artículo 27
constitucional, el Tratado de Libre Comercio
de América del Norte (TLCAN) y la
privatización del sector agroalimentario.
A partir de los 90s, y como respuesta
a los procesos autoritarios y radicales de
desregulación, apertura y privatización
del sector agroalimentario, se desarrollan
importantes procesos de organización económica
campesina autónoma y autogestiva
como una vía de defensa y valorización de
la economía campesina.
La organización económica campesina
(OEC) tiene como misión principal la producción
autogestiva y la apropiación social
del plusvalor en el marco de una estrategia
amplia de revalorización de la agricultura
campesina, la defensa de la soberanía alimentaria
y del cambio de modelo económico
y político en el país y a escala global.
LA OEC es una forma especializada y
compleja de organización para propiciar la
participación en los procesos económicos y
en el control de los excedentes económicos
(el plusvalor, la plusvalía) por y para los campesinos,
pequeños y medianos productores,
ejidatarios, comuneros, mujeres y jóvenes rurales,
avecindados y demás sujetos agrarios sometidos
a procesos de explotación económica,
subordinación política y exclusión social.
El espacio principal de las OEC está
constituido por la participación organizada
y autogestiva en las cadenas de valor vinculada
a la agricultura (genéricamente entendida:
producción agrícola, pecuaria, forestal,
pesquera, agrosilvopastoril) así como
en la valorización económica sustentable de
los recursos territoriales: agua, recursos minerales,
recursos forestales, biodiversidad,
bellezas escénicas; sitios arqueológicos,
históricos y ceremoniales; etcétera.
La OEC supone una nueva forma de organización
económica diferenciada a la vez
de la empresa privada y de la empresa pública.
Se trata de la empresa campesina, empresa
comunitaria, empresa social, entre cuyas
características se encuentran las siguientes:
propiedad colectiva, un socio un voto, autogestión,
capitalización de los participantes,
servicios al costo, control colectivo, información
y educación. Asume diversas figuras
jurídicas y generalmente se articula a redes
regionales, estatales y nacionales así como a
un sistema de iniciativas económicas conformando
verdaderos corporativos campesinos.
La administración especializada así como los
mecanismos de gobernabilidad campesina y
de transparencia y rendición de cuentas son
factores clave para la sostenibilidad y apego
a su misión de las OEC.
Director ejecutivo de la Asociación Nacional de
Empresas Comercializadoras del Campo (ANEC)
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UNORCA un modelo diferente
Olegario Carrillo
Coordinador ejecutivo nacional de la Unorca
La Unión Nacional de Organizaciones Regionales Campesinas
Autónomas (UNORCA) fue creada bajo un modelo
diferente de estructura al servicio de hombres y mujeres del
campo. Cuando nació, en 1985, las organizaciones del sector
rural dependían del partido del gobierno, con algunas excepciones.
Se trataba en general de entidades corporativas cuyas
dirigencias eran y siguen siendo decididas desde fuera.
Una de las aportaciones más significativas de la UNORCA
fue precisamente su autonomía. Otra contribución fue
su funcionamiento y composición como una red de organizaciones
regionales. Ello implicó la coordinación nacional entre
organismos locales con vida propia, y no el sometimiento hacia
una instancia central o a la sombra de un liderazgo unipersonal.
Con esta forma de trabajo se comenzaron a perfilar los
principios que han quedado plasmados en nuestros estatutos y
hoy son parte esencial de nuestra vida cotidiana organizativa:
La autonomía, base fundamental para tomar nuestras propias
decisiones, sin injerencia del gobierno, de partidos políticos
o cualesquier entidad ajena. Hay también niveles de autonomía
entre las mismas organizaciones regionales integrantes.
El respeto a la pluralidad es el reconocimiento de la diversidad
de cada organización local y regional, por medio de la convivencia
y la tolerancia ante las preferencias de sus miembros.
La autogestión nos permite desarrollar la capacidad de
proponer y actuar como constructores de nuestro propio desarrollo,
sin paternalismos. Practicamos la solidaridad y el apoyo
mutuo, sustentados en acciones de cooperación e intercambio
justo. Buscamos también la equidad, para equilibrar las oportunidades
y eliminar las injusticias entre sectores y géneros.
La representación y dirigencia en todos sus niveles es producto
de procesos democráticos de base, realizados periódicamente,
y ello constituye una de las principales fortalezas de
la organización. Otra de las características sobresalientes de
la UNORCA, distinta de las organizaciones tradicionales que
sólo son contestatarias, es su permanente elaboración de propuestas
de políticas públicas, la participación en movimientos
masivos por un nuevo modelo de desarrollo para el campo
y nuestras propuestas alternativas de presupuesto rural, como
elementos de una estrategia coherente.
Ante el embate de las políticas neoliberales al servicio de intereses
trasnacionales, la organización tuvo que dedicar buena
parte de su actividad a la gestión para mejorar el nivel de vida de
sus integrantes, abatido por la debacle del campo. Pero simultáneamente
intensificó la lucha por sus demandas generales.
Impulsamos la agricultura campesina, la protección de la biodiversidad
y el rechazo a los transgénicos, y reforzamos nuestro
aporte a la defensa de la soberanía alimentaria y energética, los
derechos de los trabajadores y las libertades democráticas.
Entre tanto, el gobierno ha acentuado su sello empresarial,
ha avanzado en su cruzada para privatizar el campo y sus apoyos
se enfocan primordialmente a los actores socioeconómicos
afines a sus políticas para el sector. Creemos que el tiempo para
que las soluciones sociales arriben al campo mexicano está llegando
a su fin. Acaso nos queda sólo la última oportunidad. |