14 de noviembre de 2009     Número 26

Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER

Suplemento Informativo de La Jornada


FOTO: Víctor Camacho / La Jornada
Organización económica campesina: una vía

Víctor Suárez Carrera

La organización autogestiva y especializada de las y los campesinos y pobladores rurales en el terreno de la producción de bienes y servicios constituye una de las vías centrales para la defensa y valorización de la agricultura campesina y de sus recursos territoriales.

Con el reparto agrario y la restitución de los bienes comunales inició en el México contemporáneo la participación y organización de los campesinos en los procesos de producción de alimentos y materia primas agroindustriales en el ejido y la comunidad. La participación del Estado en el fomento de la economía agrícola campesina favoreció su crecimiento y desarrollo al tiempo que la restringió al ámbito de la producción de materias primas a escala local. Todo lo demás corría por cuenta del Estado. Prácticamente, los ejidos y comunidades devinieron en unidades paraestatales de producción agrícola para impulsar la urbanización y el desarrollo industrial del país.

Además, con la intervención gubernamental para el control político de los campesinos y pobladores rurales, la naciente organización económica campesina se transformó en la célula de una extensa red de organización y control político al servicio del régimen autoritario de partido único. De esta forma, de 1940 a 1980, se desarrolló la vasta y compleja cultura del paternalismo, clientelismo, peticionismo y de subordinación en las relaciones Estado-campesinos que pervive hasta la fecha. Los campesinos se convirtieron en “hijos predilectos del régimen” y se frenó la vía de la organización económica campesina autónoma y autogestiva,

A principios de los 80s, bajo los auspicios del grupo político salinista, la Unión Nacional de Organizaciones Campesinas Autónomas (UNORCA) reivindicó “la apropiación del proceso productivo” como vía para un nueva organización campesina que dejara atrás las luchas agrarias y las formas tradicionales de organización para la gestión y la petición representadas por el modelo de la Confederación Nacional Campesina (CNC). Sin embargo, esta propuesta no prosperó por su subordinación a la estrategia política de un grupo de poder –el salinismo– y porque justamente dicho grupo estaba comprometido con un modelo económico que implicaba una estrategia de guerra contra la agricultura campesina y la soberanía alimentaria, como lo demostraron la contrarreforma al artículo 27 constitucional, el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) y la privatización del sector agroalimentario.

A partir de los 90s, y como respuesta a los procesos autoritarios y radicales de desregulación, apertura y privatización del sector agroalimentario, se desarrollan importantes procesos de organización económica campesina autónoma y autogestiva como una vía de defensa y valorización de la economía campesina.

La organización económica campesina (OEC) tiene como misión principal la producción autogestiva y la apropiación social del plusvalor en el marco de una estrategia amplia de revalorización de la agricultura campesina, la defensa de la soberanía alimentaria y del cambio de modelo económico y político en el país y a escala global.

LA OEC es una forma especializada y compleja de organización para propiciar la participación en los procesos económicos y en el control de los excedentes económicos (el plusvalor, la plusvalía) por y para los campesinos, pequeños y medianos productores, ejidatarios, comuneros, mujeres y jóvenes rurales, avecindados y demás sujetos agrarios sometidos a procesos de explotación económica, subordinación política y exclusión social.

El espacio principal de las OEC está constituido por la participación organizada y autogestiva en las cadenas de valor vinculada a la agricultura (genéricamente entendida: producción agrícola, pecuaria, forestal, pesquera, agrosilvopastoril) así como en la valorización económica sustentable de los recursos territoriales: agua, recursos minerales, recursos forestales, biodiversidad, bellezas escénicas; sitios arqueológicos, históricos y ceremoniales; etcétera.

La OEC supone una nueva forma de organización económica diferenciada a la vez de la empresa privada y de la empresa pública. Se trata de la empresa campesina, empresa comunitaria, empresa social, entre cuyas características se encuentran las siguientes: propiedad colectiva, un socio un voto, autogestión, capitalización de los participantes, servicios al costo, control colectivo, información y educación. Asume diversas figuras jurídicas y generalmente se articula a redes regionales, estatales y nacionales así como a un sistema de iniciativas económicas conformando verdaderos corporativos campesinos. La administración especializada así como los mecanismos de gobernabilidad campesina y de transparencia y rendición de cuentas son factores clave para la sostenibilidad y apego a su misión de las OEC.

Director ejecutivo de la Asociación Nacional de Empresas Comercializadoras del Campo (ANEC)

UNORCA un modelo diferente

Olegario Carrillo
Coordinador ejecutivo nacional de la Unorca

La Unión Nacional de Organizaciones Regionales Campesinas Autónomas (UNORCA) fue creada bajo un modelo diferente de estructura al servicio de hombres y mujeres del campo. Cuando nació, en 1985, las organizaciones del sector rural dependían del partido del gobierno, con algunas excepciones. Se trataba en general de entidades corporativas cuyas dirigencias eran y siguen siendo decididas desde fuera.

Una de las aportaciones más significativas de la UNORCA fue precisamente su autonomía. Otra contribución fue su funcionamiento y composición como una red de organizaciones regionales. Ello implicó la coordinación nacional entre organismos locales con vida propia, y no el sometimiento hacia una instancia central o a la sombra de un liderazgo unipersonal. Con esta forma de trabajo se comenzaron a perfilar los principios que han quedado plasmados en nuestros estatutos y hoy son parte esencial de nuestra vida cotidiana organizativa:

La autonomía, base fundamental para tomar nuestras propias decisiones, sin injerencia del gobierno, de partidos políticos o cualesquier entidad ajena. Hay también niveles de autonomía entre las mismas organizaciones regionales integrantes.

El respeto a la pluralidad es el reconocimiento de la diversidad de cada organización local y regional, por medio de la convivencia y la tolerancia ante las preferencias de sus miembros.

La autogestión nos permite desarrollar la capacidad de proponer y actuar como constructores de nuestro propio desarrollo, sin paternalismos. Practicamos la solidaridad y el apoyo mutuo, sustentados en acciones de cooperación e intercambio justo. Buscamos también la equidad, para equilibrar las oportunidades y eliminar las injusticias entre sectores y géneros.

La representación y dirigencia en todos sus niveles es producto de procesos democráticos de base, realizados periódicamente, y ello constituye una de las principales fortalezas de la organización. Otra de las características sobresalientes de la UNORCA, distinta de las organizaciones tradicionales que sólo son contestatarias, es su permanente elaboración de propuestas de políticas públicas, la participación en movimientos masivos por un nuevo modelo de desarrollo para el campo y nuestras propuestas alternativas de presupuesto rural, como elementos de una estrategia coherente.

Ante el embate de las políticas neoliberales al servicio de intereses trasnacionales, la organización tuvo que dedicar buena parte de su actividad a la gestión para mejorar el nivel de vida de sus integrantes, abatido por la debacle del campo. Pero simultáneamente intensificó la lucha por sus demandas generales. Impulsamos la agricultura campesina, la protección de la biodiversidad y el rechazo a los transgénicos, y reforzamos nuestro aporte a la defensa de la soberanía alimentaria y energética, los derechos de los trabajadores y las libertades democráticas.

Entre tanto, el gobierno ha acentuado su sello empresarial, ha avanzado en su cruzada para privatizar el campo y sus apoyos se enfocan primordialmente a los actores socioeconómicos afines a sus políticas para el sector. Creemos que el tiempo para que las soluciones sociales arriben al campo mexicano está llegando a su fin. Acaso nos queda sólo la última oportunidad.