omo resultado de que la educación es un desastre
(Claudio X. González Jr. dixit), la inmensa mayoría de los medios publica declaraciones con el criterio de que lo importante es quién las dice y no qué es lo que dice una determinada tesis hecha pública. Menos mal que en el caso que comentaré se trata de un estudio sobre educación, titulado Contra la pared: estado de la Educación en México 2009, el cual fue presentado el pasado miércoles 28 de octubre por Mexicanos Primero, organización cuyo lema es: Sólo la educación de calidad cambia a México
.
Se trata de un estudio serio, muy bien presentado, muestra de los amplios recursos que lo soportan, bien hecho, con formulaciones a veces muy afortunadas, ya propias, ya recogidas de algún otro análisis e investigación. En general es una radiografía del estado que guarda la escuela primaria, la secundaria y el nivel medio superior. Celebremos que la obra haya tenido amplio impacto mediático porque, aunque en efecto la educación es un desastre
, se trata de una tesis conocida por la sociedad, pero quizá de manera vaga y distorsionada. Ojalá, y pese a sus insuficiencias, la difusión de este trabajo pueda continuar penetrando en todas las esferas sociales.
Es también altamente deseable, de otra parte, que Mexicanos Primero, cuyo presidente es el citado señor X, se preocupe por profundizar la temática tratada en Contra la pared..., pues los planos de profundidad que la problemática educativa mexicana tiene son muchos y muy complejos y, por ahora, están fuera del estudio en cuestión.
Su enfoque es honesto, aunque también políticamente correcto en exceso: el peor problema se llama Elba Esther Gordillo, pero ese nombre no está en el diccionario de Mexicanos Primero.
Hay que decir también que no hay novedades notorias en la obra. Lo que dice lo hemos dicho los investigadores educativos durante lustros, pero, por supuesto, sin la fuerza mediática de X. González ni quién nos haga el menor caso. Es de desearse que lo que diversos investigadores han dicho, logre convertirse en voz oída con publicaciones como Contra la pared...
Una muestra del buen enfoque que preside este documento de 132 páginas es esta cita tomada de Inés Aguerrondo: Es necesario superar la idea de inclusión como incorporación al sistema educativo y remplazarla por inclusión al conocimiento. Hoy educación de calidad quiere decir educación que permita a todos la inclusión en el conocimiento válido. La educación mantendrá su capacidad histórica de contrarrestar las tendencias hacia la inequidad, acentuadas como consecuencia del nuevo capitalismo globalizado, a condición de que sea capaz de distribuir el tipo de educación y las competencias de conocimiento correspondientes a las necesidades de la sociedad de la información y del conocimiento
.
El asunto calidad
lo hallará usted casi en todas sus páginas, lo cual es altamente loable. No hay, sin embargo, un manejo unívoco del concepto y puede uno quedarse con la impresión de que lo que es calidad y lo que no, nos lo dicen los indicadores (los de Pisa y Enlace, por ejemplo). Mucho habría que aclarar al respecto.
Una confusión me parece más o menos evidente: la creencia –de otra parte tan generalizada– de que una correlación, ya sea expresada conceptualmente o estadísticamente, es lo mismo que una relación causal. No hay tal.
El estudio, de otra parte, carece de perspectiva histórica. Y si uno no sabe cómo se configuraron los fenómenos que aborda difícilmente puede deconstruir las ideas, nociones, conceptos con los que en el pasado y en el presente es pensado un determinado problema. La moda de no veamos al pasado, sino al futuro
puede sonar bonito, pero no funciona para resolver los asuntos del presente.
Una muestra: El hecho es que tenemos un sistema educativo que no previene el tropiezo, que no incluye lo suficiente, que no logra absorber entre ciclos y que eventualmente expulsa a una parte significativa de sus estudiantes
. Sí, ése es el hecho
, pero el estudio no intenta explicarlo. No se pregunta por qué es así ese hecho
. Vocablo demasiado escuálido para referirse a un mundo de procesos complejos que no hallan explicación completa en el interior del sistema
mismo. A la obra le falta contexto económico y sociopolítico.
La obra, de otra parte, no cuestiona el sistema
de educación de México desde la preprimaria hasta el posgrado en su configuración histórica y en su naturaleza actual. Quiere, sinceramente, agregar calidad
a raudales a eso que existe.
Ése es el problema. Es echarle dinero bueno al malo
. Sólo hay que saber cómo se genera y se distribuye el conocimiento actualmente para concluir que los sistemas educativos, de todos los niveles, que fueron pensados e instituidos hace siglos, y que siguen actuantes, hace muchas décadas que son inservibles. Es preciso reinventar los paradigmas educativos, los modelos
docentes, gradualmente –en cada espacio social serán distintos– e instituirlos de manera alineada con los procesos reales de la sociedad del conocimiento.
Sí se puede; aun con estos profesores egresados de nuestras pésimas escuelas primarias y secundarias. Pero son precisos, como reconoce el documento, una política de Estado (no la llama así la obra), y algunos pasos en dirección políticamente incorrecta frente al SNTE. Nos hallamos contra la pared, pero detrás tenemos una espada. Se llama SNTE.