on un territorio de 8.5 millones de kilómetros cuadrados, Brasil abarca casi la mitad (47%) de la superficie latinoamericana (Gráfico 1). Su población actual se estima en 195 millones de habitantes, crece a 1.0% anual, es más de 80% urbana, representa cerca de un tercio del total de América Latina, y ubica al país como el quinto más poblado del mundo.

En 2008 su producción de bienes y servicios (PIB) ascendió a 1 billón 573 mil millones de dólares, con un crecimiento de 5.1%. Después de tres lustros de comportamiento errático, en el pasado quinquenio (2004-2008) la economía brasileña estabilizó su paso con un crecimiento promedio anual de 4.7%, hasta este año en que el FMI le estima un decrecimiento de -0.7% (Gráfico 2).

Un comparativo de las variaciones del PIB de América Latina, Brasil y México en las pasadas dos décadas se presenta en el Gráfico 3.

Brasil considera al campo como área de máxima prioridad. Si bien el sector agropecuario representa en valor agregado 7.0% del PIB (Gráfico 1), adicionándole la agroindustria (alimentos, energéticos, materias primas…) y las actividades colaterales, el agronegocio, co-mo lo definen oficialmente, representó en 2005 34% del PIB nacional, generó 37% de los empleos del país, y aportó 43% de las exportaciones. A los 62 millones de hectáreas cultivadas en ese año se espera sumar otros 30 millones para 2020 aprovechando las zonas de pastizales que se van liberando al pasar de la ganadería extensiva a la intensiva.

La dinamización del campo incluye programas de crédito, comercialización, investigación, tecnificación y procesamiento. Con la Reforma Agraria en curso se espera generar 2 millones de puestos de trabajo.

No obstante, Brasil sigue te-niendo una estructura social de aguda desigualdad donde, al igual que en México, el 20% más pobre de la población sólo participa del 3.0% del ingreso (Gráfico 1); en materia de seguridad social sólo seis de cada 10 trabajadores ocupados están protegidos (2005) por alguno de los programas existentes.

Según la OMC, el comercio exterior de Brasil crece a un alto ritmo. Entre el año 2000 y el 2007 las exportaciones de mercancías aumentaron a una tasa anual de 17% y las importaciones de 12% (Gráfico 4). Las ventas de servicios al exterior crecieron en el mismo lapso a 14% anual y las compras a 12%.

Después de haber logrado obtener durante cinco años (2003-2007) un saldo superavitario en la Cuenta Corriente, en 2008 Brasil presentó un déficit de -28 mil 200 millones de dólares (Gráfico 2) que se proyecta continuará en 2009-2010, no obstante la nueva posición petrolera del país.

Brasil sigue desde hace años una racional política cambiaria de ajuste (deslizamiento) per-manente, con lo cual contrarresta desequilibrios, cambios súbitos y especulación (Gráfico 2).

Brasil es el gran receptor de inversión extranjera directa (IED) en América Latina; en 2008 ingresaron al país 45 mil millones de dólares por este concepto, casi un tercio del total latinoamericano (144 mil millones). A la inversa, también es el mayor inversionista directo en el exterior (20 mil millones), casi un tercio del total latinoamericano (63 mm) (Gráfico 5). Según la UNCTAD, Brasil acumula 288 mil millones de dólares de IED, ligeramente menos que México (295 mil millones).

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