Viernes 30 de octubre de 2009, p. 4
Patrimonios en extinción, las orquestas de tango.
En ese contexto, la aparición de la Orquesta Fernández Fierro en Argentina y su visita anteanoche a la Alhóndiga de Granaditas de Guanajuato es un baño de agua fresca, una fuente en el desierto, la punta de un iceberg que emerge.
Cuatro bandoneones, tres violines, violonchelo, contrabajo azotador, piano. Todas las de la ley. Pero todo es nuevo. Tradición y modernidad.
Son jóvenes de pelo largo, dreadlocks, atuendos jipiosos, ora posmo, todos al día. Y ponen al día una música fascinante.
El último referente sigue siendo EL referente: la orquesta de Osvaldo Pugliese, que trajo a México hace ya bastantes ayeres el caballero Raúl de la Rosa. Para la historia esa formación de artillería a cuyo frente estaba el maestro Arturo Penón, jefe de jefes en el bandoneón.
Apreciados en grabaciones discográficas y en dvd, ahora los jóvenes músicos de la Orquesta Fernández Fierro mantienen la hoguera ardiendo de una música que para muchos es desconocida porque se mantiene una idea entre folclórica, acartonada y superficial, cuando en realidad se trata de una música de encanto y fondo singulares, o bien ese arquetipo del tango-canción en sus historias alrededor de una supuesta figura de argentinito shorón
.
Por el contrario, la pasión del tango baile, la prosodia a veces atolondrada pero siempre poética del tango-canción, el trabajo tenaz y de calidad notable de la Orquesta Fernández Fierro, es una muestra viva del patrimonio cultural del mundo.
Fascinación.