uevamente unos datos sobre el controvertido mercado petrolero, caracterizado los últimos años por precios que se estancan, se caen, suben, explotan, se derrumban y vuelven a recuperarse. ¿Lo más reciente? De la última semana de diciembre a la fecha, el petróleo de referencia internacional –el West Texas Intermediate (WTI)– ha subido casi de manera continua. ¿Precios a finales del año pasado? Los dramáticamente bajos 33.87 dólares por barril del 19 de diciembre el WTI, luego de que el 23 de julio de ese mismo año se registraran niveles históricos de 145.29 dólares, los más altos en la historia contemporánea del petróleo.
Pero, ¿cuál es la cotización más reciente? La del viernes pasado. ¿Cuánto? Ni más ni menos que 80.50 dólares por barril (73.44 para nuestra mezcla mexicana). Se trata de un precio superior en 47 dólares por barril al de la víspera de Navidad. Y ya –ahora sí, a pesar de quienes afirmaban que no, o lo dudaban– el precio del petróleo está a poco más de la mitad de aquellos 145.29 dólares del julio pasado. Nuevamente, sí, nuevamente, tenemos que retomar la explicación de este fenómeno: recuperación y ascenso de precios, con derrumbe de demanda.
Sí, derrumbe. No se puede caracterizar de otra manera la retracción de 500 mil barriles al día en el consumo mundial de 2008. Y de un millón 750 mil barriles diarios en 2009. Es decir, 2 millones 250 mil barriles al día menos que en 2007.
Una vez más hay que señalarlo: se trata de una de las caídas más severas de la historia. Así lo es también –por cierto y solicitando comprensión por la digresión– la del empleo en Estados Unidos, que de enero de 2008 a septiembre de 2009, acumuló 7 millones de nuevos desempleados.
La gravedad y complejidad en el caso del petróleo (derrumbe de demanda y recuperación de precios) exige explicación: ¿por qué ha seguido subiendo el precio del petróleo, con derrumbe violento del consumo? Una simple razón lo explica: a pesar de esa tremenda baja en la demanda, el abasto actual de entre 83 y 84 millones de barriles diarios exige la producción de yacimientos con costos de producción altos. ¿Qué tan altos? Muy altos, digo simplemente. Sin embargo, siendo más cuidadoso debo decir que ese nivel depende, en cierto sentido –pero sólo en cierto–, del volumen de producción de la OPEP.
Si, por ejemplo, la OPEP –con los menores costos de producción del mundo, sobresalientemente los del Pérsico– produjera los 34 millones de barriles de los que hoy es capaz, los petroleros No OPEP del mundo deberían producir los 49 o 50 millones de barriles faltantes. Esto exigiría la producción de yacimientos con costos de producción cercanos a 70 o 75 dólares. ¿Cuáles? Una larga lista da razón de ellos: 1) convencionales de altos costos; 2) yacimientos con recuperación asistida; 3) crudo de esquistos y arenas bituminosas; 4) crudo de la franja del Orinoco; 5) crudo de algunos yacimientos rusos de muy bajo rendimiento; 6) finalmente, crudo de los llamados strippers
en los Estados Unidos, que son no menos de 400 mil pozos con una producción diaria de menos de 10 barriles.
Pero si la OEP trata de reservarse parte de su capacidad –como sucede de ordinario, a pesar de que no siempre se respeten las cuotas de producción– para tener un mayor margen de maniobra en el mercado, los costos pueden ser aún más elevados. El ejemplo de los años 80 es aleccionador al respecto de las estrategias de producción OPEP. Esto explica por qué los productores de menores costos han seguido, siguen y seguirán abasteciéndose de una voluminosa renta petrolera, determinada por el diferencial de sus costos individuales de producción con los del yacimiento más caro cuya producción sea demandada en el mercado. Estos, por cierto, nunca son los más caros del mundo, pues hay pozos con un costo elevadísimo cuya producción aún no es demandada por el mercado mundial de crudo. Esta tendencia a la elevación de costos y, consecuentemente, de precios, no se verá alterada a menos que haya cambios tecnológicos drásticos y radicales, sea por el lado de las técnicas de descubrimiento, desarrollo y producción de campos petroleros; sea por el lado de consumos más eficientes o sustitución de petróleo, valga decir, de sus usos en el transporte de personas y mercancías, uno de los mayores dolores de cabeza del mundo actual por su dispendio, ineficiencia y daño ambiental. Todo para decir que no debemos sorprendernos de ver un precio internacional de petróleo del orden de los 80 dólares o acaso un poco más, a pesar de que las variaciones de mercado –estacionales algunas y otras rentistas y especulativas– tiendan a engañarnos. Termino diciendo que si en 2010 se registra –como se estima– una recuperación de la demanda mundial de crudo no inferior a un millón y medio de barriles al día, no hay razones fundamentales para pensar en precios promedio inferiores a los de este año, los que con muy alta probabilidad resultarán muy próximos a los 60 dólares para el caso del WTI y a los 53 para el caso de nuestra mezcla mexicana. Así, y por sorprendente que parezca, las estimaciones de precios para 2010 se ubican en niveles de entre 15 y 20 dólares por encima de los precios de 2009. Es decir, entre 75 y 80 dólares en promedio anual para el WTI. Y entre 68 y 73 dólares por barril para la mezcla mexicana de nuestra debilitada y empobrecida exportación. Dicen que de lo perdido, lo que aparezca. Así dicen.
NB ¿Con qué legitimidad se atreven a juzgar sólo al SME y nada más que al SME (nunca a los directivos de Luz y Fuerza del Centro, por cierto), los personeros gubernamentales que por deshonestidad o cobardía no son capaces de juzgar y evaluar con el mismo rasero, ya no digamos a otros sindicatos, sino a sus mismas estructuras corporativas y clientelares gubernamentales? ¿Con qué legitimidad? ¡La utilización de la fuerza pública no hace sino confirmar esa falta, gravísima por lo demás!