Cultura
Ver día anteriorLunes 19 de octubre de 2009Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio

Presenta una exposición con 35 de sus obras, casi desconocidas

Redescubre el Museo del Prado la genialidad del pintor italiano Maíno
Corresponsal
Periódico La Jornada
Lunes 19 de octubre de 2009, p. a13

Madrid, 18 de octubre. Juan Bautista Maíno fue uno de los pintores más singulares de los siglos XVI y XVII; no sólo por la elegancia de su trazo y el carácter moderno de su composición, sino también por su escasísima producción antes de guardar definitivamente el pincel y dedicarse de lleno a su misión de monje dominico. De las 40 obras de su autoría, el Museo del Prado expone 35, entre las que se encuentran las consideradas sus obras maestras y el que se cree es su único autorretrato.

Maíno, nacido en Pastrana, Italia, en 1581, tuvo a lo largo de su instrucción artística y de su vida varias influencias notables, no sólo culturales sino también estéticas. Su condición de italiano con raíces portuguesas le hicieron beber de la revolución pictórica de Caravaggio y de la Escuela de Bologna. Pero también su pronto afincamiento en Madrid, donde murió en 1649, le permitió conocer de primera mano y aprender del entonces viejo maestro El Greco y de otra figura, entonces emergente, convertida hoy en clásico: Diego de Velázquez.

Este curioso pintor, que el Museo del Prado pretende descubrir al gran público y, sobre todo, situarlo en el lugar que se merece en la historia del arte español y europeo, pintó retratos, paisajes y, como era habitual en aquella época, numerosos cuadros con temas religiosos. La pinacoteca madrileña decidió enfrentar la casi desconocida obra de Maíno con algunos de sus coetáneos y con sus maestros, como el propio Caravaggio –del que se expone una de sus obras maestras, Éxtasis de San Francisco–, El Greco, Diego de Velázquez, Guido Reni y Carracci. El artista vivió en primera persona toda esa confluencia de aportes y estilos, y así lo manifiesta su pintura, caracterizada por un dibujo vigoroso y descriptivo, la monumentalidad escultórica de sus figuras, trazadas con una iluminación contrastada e intensa, así como un colorido vivo y saturado, con profusión de amarillos, ocres, azules cobalto y bermellones.

Foto
La Magdalena penitente, óleo sobre cobre de Juan Bautista MaínoFoto Museo Nacional del Prado

Con este contexto, la primera exposición antológica de Maíno en el Museo del Prado adquiere un carácter universal, en el que queda patente el fluido diálogo artístico con los grandes genios de su época y su profunda vocación de renovar la pintura de su época.

La exposición ofrece un recorrido a través de la evolución pictórica del artista, que se inicia con obras de pequeño formato, a las que siguen el Retablo de Pastrana, los paisajes y los retratos. Después están las Cuatro Pascuas para el Retablo de San Pedro Mártir, en Toledo, y finalmente las obras de gran formato, el clímax de la exposición, con cuadros de cuerpo entero de santos como María Magdalena, San Pedro en lágrimas o San Juan Bautista. Y, finalmente, con una obra fundamental y de enorme interés histórico: La recuperación de la bahía de Brasil.

El director del Museo del Prado, Miguel Zugaza, explicó que es responsabilidad de la pinacoteca nacional rescatar del anonimato público a un artista como Maíno, del que el Prado conserva la mayor parte de su producción. El director de la pinacoteca calificó al pintor como un artista original, sofisticado, moderno, elegante y de una obra que supone un resplandor.

Leticia Ruiz Gómez, comisaria de la muestra, recordó por su parte una cita del prestigioso crítico alemán Carl Justi, como mejor manera de definir a este peculiar artista: Probablemente nadie llegó tan cerca de Caravaggio como este dominico español.

La exposición estará abierta al público hasta el próximo 17 de enero.