LA CRISIS ECONÓMICA NO
“VINO DE AFUERA”. SE EXACERBÓ POR
LOS ACONTECIMIENTOS MUNDIALES,
PERO TIENE SUS RAÍCES AQUÍ:
• Entre 1991 y 2009 el desempleo se
triplicó. Afectaba a 700 mil personas
y ahora a 2.3 millones; ello ha derivado
en el auge de actividades informales.
México muestra así, como pocos
países, un desequilibrio estructural
en el mercado laboral que hace que
su bono demográfi co se desperdicie.
• El 10 por ciento de los productores
rurales concentran entre 50 y 80 por
ciento de los subsidios agropecuarios,
dependiendo del programa.
• La inversión extranjera directa se ha
concentrado en servicios, comercio
y maquila, adquiriendo empresas ya
establecidas, lo que limita su capacidad
de creación de riqueza y empleo.
• México susti tuyó la estrategia de dar
incentivos a las exportaciones manufactureras
por el impulso a las importaciones
y desintegración de las
cadenas productivas.
• Hay una gran concentración de producción,
empleo y exportaciones de
manufacturas en pocos sectores de
capital extranjero, que hoy son vulnerables,
como las industrias automovilística y electrónica.
• La pobreza (que afecta a más de 50
millones de mexicanos, según datos
a 2008, de los cuales 19.5 millones
de personas sufren hambre) propaga
riesgos como la desintegración social
y familiar, el crimen organizado y la
crisis de las expectativas de la población.
Entre 2006 y 2008 cinco millones
de personas se sumaron a las filas
de la pobreza extrema. La exclusión
económica y social representan un
caldo de cultivo para un vasto campo
de reclutamiento para el crimen.
Fuente: México frente a la crisis: hacia un
nuevo curso de desarrollo, septiembre, 2009. |
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Reestructurar el modelo
para salir de la crisis
- Intelectuales demandan dar prioridad a las mayorías
- Comienza la extinción del libre mercado
México requiere urgentemente medidas
anticíclicas para enfrentar
la crisis económica, y éstas deben
interconectarse con elementos que den pie
a un nuevo curso de desarrollo para la nación,
pues el problema que enfrentamos no
es un déficit circunstancial de las finanzas
públicas, sino la prevalencia del modelo
económico vigente desde los años 80s, que
ha desmantelado el aparato productivo, ha
privilegiado importaciones, ha inducido la
migración y la informalidad como válvulas
de escape del mercado laboral, ha dejado sin
esperanzas a miles de jóvenes que no estudian
ni trabajan y ha perpetuado la pobreza
y la desigualdad social, entre otras cosas.
Esta es una de las conclusiones del documento
México frente a la crisis: hacia un
nuevo curso de desarrollo, surgido de deliberaciones
realizadas durante cinco meses,
bajo el auspicio de la Rectoría de la UNAM,
por un grupo de intelectuales y académicos,
entre ellos Rolando Cordera, Cuahutémoc
Cárdenas Solórzano, Carlos Heredia, David
Ibarra, Francisco Suárez Dávila, Ciro Murayama,
y Jorge Eduardo Navarrete.
El texto presentado coincidentemente el
10 de septiembre, cuando el Ejecutivo entregó
al Congreso su plan económico 2010,
hace propuestas –una prioritaria, la revisión
a fondo de las políticas macroeconómicas y
reformas sectoriales– y plantea que nuestro
país tiene en su escenario al menos dos grandes
incertidumbres: cuándo se presentará la
recuperación económica y si ésta permitirá
remontar los estragos de destrucción productiva
y de empleos.
Una propuesta clave es “la revaloración
del papel del Estado en la economía, como
actor fundamental en el objetivo toral de
terminar con la economía del privilegio de
unos cuantos. Una lección de la crisis es que
para garantizar que los mercados funcionen
de manera eficaz y la economía crezca se
necesita contar con un régimen amplio y
efectivo de protección social y con un Estado
fuerte, transparente y que rinda cuentas”.
Otro planteamiento es la necesidad de
incrementar los ingresos tributarios”. Eso
”debe ser el eje de la transformación social
(...) priorizando la condición de las grandes
mayorías desfavorecidas y la ampliación de
las capacidades productivas de la economía
“. Un objetivo socialmente relevante de la
mayor tributación debería ser la universalización
de la salud y la creación de una red básica
de protección social que incluya seguro
de desempleo, lo cual requeriría un gasto de
cuatro por ciento del PIB. Dice que la fragilidad
fiscal, la baja recaudación en México,
revela un problema político que cuestiona la
legitimidad del Estado para hacer cumplir a
los ciudadanos, en especial a los de más ingresos,
sus responsabilidades cívicas básicas.
El texto establece que ante la peor contracción
de producción, empleo, consumo y comercio
vista en el orbe desde hace siete u ocho
décadas, los indicios de recuperación que se
observan en diversos países (en México no,
pues persiste la recesión) apuntan, en el mejor
de los casos, hacia una reactivación de la economía
lenta y desigual, y será largo y difícil el
camino para el abatimiento del desempleo, la
reestructuración de los sectores financieros y
la confianza en las instituciones.
Pero hay cambios radicales. Las respuestas
dadas por los gobiernos del mundo combinan
medidas tradicionales y heterodoxas, “rompiendo
así con dos décadas y media de predominio
de una visión de política de mercado donde las
fallas del mercado no se enfrentaron con suficiente
energía desde el sector público (...)”
De esta forma, sentencia: “el Estado mínimo
deja de ser aspiración viable o razonable
en términos económicos y políticos, así como
la confianza en la capacidad auto-correctiva
de los mercados. A su vez, las experiencias
exitosas de muchos países asiáticos parecen
marcar el regreso de las políticas industriales
y del empleo. Todo ello constituye el preámbulo
de un nuevo acomodo entre sociedades
y mercados que llevará consigo oleadas de
innovación institucional.
“Comienza el fin de la época de la desregulación
y de la extrema libertad de los
mercados; crece la convicción de que el crecimiento
no tiene por qué ir acompañado de
desigualdad o desempleo y que un Estado
activista, con mayor autonomía, es condición
ineludible a la estabilidad de las economías
y al bienestar de las poblaciones. Es posible
que las medidas tomadas por la mayoría de las
naciones industrializadas pronto hagan tocar
fondo a la crisis global e incluso que puedan
restablecer parcialmente la normalidad del
sector financiero. Aun así, la depresión será
prolongada al depender de la reconstrucción
pausada de instituciones y políticas públicas a
escala nacional y universal. Vivimos una inflexión
histórica en que nada volverá a ser lo
mismo, aunque se quiera resaltar el parecido.”
El documento señala que la crisis se trasmite
en todo el mundo por canales tales
como el comercio exterior; los precios de algunos
bienes; la volatilidad del tipo de cambio,
y la caída de las remesas, el turismo, la
inversión extranjera directa y los recursos financieros
externos, pero afecta más a algunas
economías como la de México, lo cual pone
en evidencia la vulnerabilidad y las severas
deficiencias de su estrategia económica.
Destaca de México su vulnerabilidad externa, su política monetaria que exacerba la
volatilidad del tipo de cambio y la fiscal que
no tiene margen para aplicar políticas anticíclicas.
Asimismo, la inexistencia de una red
adecuada de protección social, la elevada dependencia
fiscal de los recursos petroleros, la
elevada dependencia del flujo de remesas en
ciertas regiones y sectores. También la limitada
competitividad en el comercio exterior
dada la escasa inversión en infraestructura
portuaria, carretera y de ferrocarriles. Y la
acentuada subordinación de México frente
a Estados Unidos, que ha surgido como un
resultado indeseable del Tratado de Libre
Comercio de América del Norte (TLCAN).
Otro factor que se subraya es la baja eficiencia
de la banca comercial (que orienta sus
créditos al consumo y a las hipotecas, y no a
la producción), lo cual “no puede explicarse
sin la anuencia de una escasa y deficiente regulación
pública”. El estado que guarda el sistema
financiero en México “hace imperativo
replantearse el tema de la banca de desarrollo
y de su reestructuración, para darle un papel
protagónico en la superación de la crisis y en
la modificación de la estrategia de desarrollo”.
Además de los mencionados arriba, los
intelectuales participantes en el documento
son Eugenio Anguiano, Saúl Escobar, Gerardo
Esquivel, Leonardo Lomelí, Prudencio
López, Mauricio de maría y Campos,
Norma Samaniego, Jesús Silva Herzog, Carlos
Tello Macías y Enrique del Val, así como
un grupo más de expositores invitados.
Impuestos que propone el ejecutivo
dificultarían ajustes de fondo: Navarrete López
- La crisis obliga a romper con el modelo neoliberal, que se cae a pedazos
- La autosuficiencia alimentaria, indispensable para la soberanía
Lourdes Edith Rudiño
Con la percepción errónea de que el
reto principal de las finanzas públicas
de México es tapar el “agujero
fiscal”, el paquete económico propuesto por
el Ejecutivo para 2010 prevé medidas equivocadas
frente a la crisis “que complicarían extraordinariamente
los ajustes de fondo que
requiere el modelo de desarrollo del país para
el largo plazo”, afirma Jorge Eduardo Navarrete,
uno de los autores de México frente
a la crisis: hacia un nuevo curso de desarrollo.
En entrevista, precisa que una propuesta
clave de este documento es generar una reforma
fiscal (no sólo tributaria, sino que incluya
gasto, endeudamiento y crédito externo) que
sea progresiva, de tal forma que los perceptores
de mayores ingresos sean los que más
paguen impuestos. Y tal reforma sería la matriz
o la que permitiría otras reformas estructurales
pues dotaría al Estado de recursos, de
dinero, para actuar ante necesidades sociales;
en principio, para corregir las cuestiones más
apremiantes como el empleo y el campo.
Pero el plan del Ejecutivo para el 2010
resulta “profundamente desacertado” al pretender
elevar el impuesto al valor agregado
(IVA) y gravar alimentos y medicinas –“lo
cual tendría un efecto regresivo” (esto es afectaría
más a los que menos tienen)– así como
incrementar en dos puntos el impuesto sobre
la renta (ISR) a las personas morales y físicas,
“algo que en estos momentos de recesión
es por lo menos inoportuno”, pues aunque
es evidente que las empresas deben tributar
más, hoy lo que requieren son estímulos para
reanudar su actividad, reactivar ventas internas
y de exportación y generar empleo.
Hay que considerar que por la crisis económica
–la más grave en siete u ocho décadas–
se espera que en 2009 la economía mundial
caiga en 1.4 por ciento y la mexicana entre 7.5
y 9.5. Y se estima que en el orbe 52 millones
de puestos de trabajo se destruirán entre 2008
y 2009 y en México la pérdida de empleos
formales sumó 700 mil tan sólo en el primer
semestre de 2009, según el documento.
El texto señala, y así lo confirma Navarrete
López, que entre las lecciones de la crisis
para México están la necesidad de cambiar
el modelo económico vigente desde los años
80s, “que ya se está rompiendo en todas partes,
se está cayendo a pedazos y está siendo
rectificado”; el promover políticas integrales
que engloben la , la sociedad y la cultura
como un todo único –para evitar que crecimiento
económico se traduzca en profundización
de la desigualdad social o que acciones
aisladas y costosas de desarrollo social
tengan efectos estériles–; la necesidad de
retomar el objetivo de la autosuficiencia alimentaria,
pues México no será realmente soberano
mientras no sea capaz de alimentarse
a sí mismo, y la importancia de fortalecer
al Estado, luego del desmantelamiento que
ha sufrido, con un dramatismo particular
en el medio rural, donde han desaparecido
instituciones de regulación, de control y de
comercialización y donde contrasta cada vez
más la agricultura tecnificada orientada a los
mercados externos y la enfocada al mercado
interior, que está rezagada.
Otro cambio de fondo que requiere México es fomentar una mayor presencia de instituciones
financieras propiedad de nacionales
y que la banca de desarrollo sea más activa.
“Los tiempos de la recuperación económica
van a estar muy vinculados en todo el mundo
y en México al comportamiento de la economía
real, no de la economía financiera, sino de
la que produce bienes y servicios que la gente
utiliza, y se requiere que el sector financiero no
estorbe como lo ha venido haciendo en los años
recientes. El sector financiero tiene un alto
grado de extranjerización, y aunque hay quien
dice que eso no hace diferencia, la crisis ha demostrado
que sí, pues los bancos foráneos sirven
primero a los intereses de sus matrices que a los
intereses de los países donde están instalados”.
FOTO: Lourdes E. Rudiño |
El entrevistado, investigador del Centro de
Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias
y Humanidades de la UNAM, y embajador
eminente de México, comenta a título personal
que el desinterés del gobierno para asumir
medidas anti-crisis que confronten el modelo
neoliberal se debe a “la gran coincidencia
entre los beneficiarios de la actual forma de
operar de la economía y los detentadores del
poder político; estos últimos no encuentran
incentivos para buscar un camino diferente,
pues el actual fortalece sus intereses de grupo
y personales y tienen una miopía tal que les
impide ver que este camino no los va a llevar
muy lejos o se estrellarán contra algo. Muchos
pensamos que ya el choque se dio y que estamos
en la caída. Esa miopía se manifiesta
por ejemplo en el manejo gubernamental del
déficit y superávit de las finanzas públicas. El
2009 ha sido y 2010 será un año en que gran
número de países incurran en déficit públicos
para financiar las medidas contra la crisis.
“Personalmente considero que nuestro grupo
gobernante, y el grupo financiero dominante,
que se confunden uno con otro, están
convencidos de que México no requiere una
política anticíclica. Usando este lenguaje que
tanto les gusta, dicen que no tenemos espacio
fiscal. En el fondo estoy convencido que piensan
que no la necesitamos porque Estados
Unidos, cuando se recupere, nos va a sacar
adelante. Aceptamos con una tranquilidad
imposible de justificar el hecho de la enorme
dependencia económica respecto de ese país
y supongo que el razonamiento es ‘si de todos
modos nuestra recuperación depende de la de
ellos, ¿para qué nos preocupamos y para qué
tomamos medidas? Esto vendrá tan naturalmente
como la marea que arrastra un madero
que está sobre las olas’. Estoy cierto que ese
papel no corresponde ni con la historia ni con
las aspiraciones de los mexicanos”.
Navarrete López comenta que el documento
México frente a la crisis... se está
entregando al Senado de la República, a la
Cámara de Diputados, a los liderazgos de los
partidos políticos, a la academia, a las organizaciones
laborales, sindicales y empresariales.
“Probablemente algunas ideas se filtren e
induzcan modificación al paquete económico
del Ejecutivo (...) No somos ingenuos ni
nos hacemos demasiadas esperanzas. La fortaleza
de los intereses creados es muy poderosa,
pero la dimensión de la emergencia que
vivimos es innegable, es presionante (...) El
nuevo curso de desarrollo del país se requiere
ya; cuanto antes; debió haberse iniciado ya
hace un buen número de años, pero desafortunadamente
no se ha empezado a caminar
en ese sentido. Superar el subdesarrollo que
caracteriza todavía a grandes segmentos de
la sociedad mexicana, es correr muy rápido
para al menos quedarse en el mismo lugar,
ya no se diga para empezar a avanzar. Y no
lo hemos estado haciendo. El atraso se viene
acumulando, la desigualdad sigue creciendo,
los niveles de pobreza nos agobian, para ya no
hablar de otras tragedias como la educativa y
de salud. Es una emergencia de una dimensión
casi sin precedente en la historia moderna
de México”.
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