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Los jornaleros celebramos los primeros 25 años del diario y en este suplemento festejamos, también, nuestros primeros 25 números. Desde el inicio nuestro diario enfatizó a los mexicanos rasos como noticia y como lectores: “La Jornada consignará en sus páginas el movimiento de la sociedad”, anuncia el número preparatorio Bajo Cero. Y en su empeño por hacer visibles a los borrados, se ha ocupado destacadamente de lo rural: su nombre tiene un aire campirano, su primer editorial arranca con una metáfora agraria: “La parcela que nos tocó cultivar es el periodismo”, y del año 1992 al 2000 publicó el suplemento La Jornada del Campo, que en octubre de 2007 emprendió su segunda época, de modo que hoy, al cumplir dos años más, acabala una década en dos tiempos. Terco, perseverante, empecinado en el ejercicio de un pensamiento crítico comprometido con la izquierda pero que tampoco en este bando deja títere con cabeza, el diario ha mantenido sus principios al tiempo que se actualizaba, se ponía al día (agiornamento, dicen los italianos que, como nosotros, llaman jornaleros –giornalistas– a los periodistas). Y en ese tiempo, el país ¿también cambió? Que 25 años no es nada. En dos décadas y media se me blanqueó el cabello (el que me queda), pero revisando los números de La Jornada de 1984 me doy cuenta de que México se pasmó, es como si el tiempo se hubiera detenido. Hace un cuarto de siglo, en los albores del credo neoliberal, un gris presidente priísta impulsaba las primeras medidas de apertura comercial, desregulación, encogimiento del Estado y privatización. Hoy, en el crepúsculo del neoliberalismo, un gris presidente panista se empeña en seguir aplicando las mismas recetas. Hace 25 años De la Madrid emprendía la privatización vergonzante del petróleo y su industria, al reclasificar como no básicos 40 de los 70 productos de la petroquímica, que así dejaban de ser exclusivos de Petróleos Mexicanos. En 2008 Calderón impulsa una reforma energética subrepticiamente privatizadora que es frustrada por una combinación de acción legislativa, campaña de opinión y movilización social, pero en la que el gobierno sigue emperrado. El México de los primeros ochenta enfrentaba una severa crisis económica provocada, en parte, por la caída tanto de las exportaciones de hidrocarburos como de sus precios, y con ello de los ingresos petroleros extraordinarios que López Portillo había dilapidado. Hoy, en los primeros años del siglo XXI, enfrentamos una severa crisis económica, ésta mundial, pero que en nuestro país se agudiza entre otras cosas porque desde 2008 comenzaron a caer tanto las exportaciones de hidrocarburos como sus precios, y Vicente Fox había dilapidado los extraordinarios ingresos petroleros de su sexenio. La crisis de los 80s ocasionó una prolongada depresión económica y durante todo el sexenio de De la Madrid el PIB creció apenas 0.3 por ciento. La crisis actual está provocando una caída de la producción que en el primer semestre de este año superó nueve por ciento, por lo cual lo más probable es que también durante el sexenio de Calderón el crecimiento sea cero. En los primeros ochenta el gobierno enfrentó la debacle económica con políticas de ajuste presupuestario que profundizaron la recesión, la pérdida de empleos y la caída del ingreso familiar. De la Madrid fue un empeñoso fabricante de pobres. En 2008 y 2009, para hacer frente al estrangulamiento de la producción, en vez de políticas de fomento al consumo y estímulo a la economía, el gobierno aplica políticas procíclicas que están profundizando la recesión, el desempleo y la caída del ingreso. Calderón está siendo un empeñoso fabricante de pobres y a su sexenio habrá que abonarle el que lleguemos al centenario de la primera revolución social del siglo XX con más de 60 millones de personas entre la pobreza y la miseria. Debido a la astringencia presupuestaria que enfrentaba, De la Madrid canceló proyectos de inversión no prioritarios y dizque para racionalizar el gasto público suprimió 15 subsecretarías. Dada la astringencia presupuestal que enfrenta, Calderón ha cancelado proyectos de inversión no prioritarios y propone suprimir tres secretarías. De la Madrid dijo que había decidido “tomar medidas duras y amargas para sacar a México de la crisis”. Calderón ha dicho que... Descontentos con gobiernos priístas que ya no satisfacían sus expectativas, a principios de los 80s los poderes fácticos intentaron crear un partido netamente empresarial, del que fue germen Desarrollo Humano Integral, AC, y al no lograrlo se acercaron al PAN desde donde más tarde impulsarían la candidatura a la Presidencia de la República de Manuel J. Clouthier. Veinte años después, descontentos con gobiernos panistas que ya no satisfacen sus expectativas, los poderes fácticos regresan al PRI desde donde impulsan la candidatura de Enrique Peña Nieto. ¡Somos un chingo y seremos más! En octubre de 1983 el debutante De la Madrid era recibido con una airada marcha nacional que llenó el Zócalo de la Ciudad de México en protesta porque las facturas de la crisis se les endosaban a los más pobres. En 2007 el debutante Calderón es recibido por una indignada marcha que llena el Zócalo de la Ciudad de México en protesta contra el alza de la tortilla y la caída de los salarios. Una de las fuerzas que en los primeros 80s impulsaba la movilización social era el Comité Nacional en Defensa de la Economía Popular. Una de las fuerzas que desde 2008 impulsa el activismo social es el Movimiento Nacional en Defensa del Petróleo, la Economía Popular y la Soberanía. Con De la Madrid, México se incorpora al Acuerdo General sobre Aranceles y Comercio (GATT, por sus siglas en inglés) –paso previo a la firma en 1993 del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN)–, comenzando con esto la mudanza de políticas públicas rurales que conducirá al desmantelamiento del agro. Y los rústicos respingan: en abril de 1984, cinco meses antes del nacimiento de La Jornada, marchas campesinas provenientes de diferentes estados convergen en la Ciudad de México, donde alrededor de 60 mil labriegos con estandartes de Zapata, Villa y Jaramillo y al grito de ¡Gobierno, entiende, la tierra no se vende!, retacan el Zócalo, donde mantienen un plantón de tres días. Un cuarto de siglo más tarde, el 31 de enero de 2008, marchas campesinas de diferentes estados, entre ellos los vistosos tractoristas de Chihuahua, convergen en la Ciudad de México, donde llenan la plaza mayor con decenas de miles de labriegos que corean: ¡Tortilla, pozol, tostada; Monsanto a la chingada! El despliegue de 1984 lo encabezó la Coordinadora Nacional Plan de Ayala (CNPA), entonces en su momento de mayor fuerza; las movilizaciones de 2007, 2008 y 2009 se agrupan en torno a la Campaña Sin Maíz No Hay País. Pero con invocaciones a Zapata o a la milpa, con banderas agrarias o estandartes agrícolas, el campesinado sigue ahí, ratificando que así como tiene pasado también quiere tener futuro. En 1984, mientras los jornaleros se preparaban para zarpar en su barco de papel y, entre otras, una caravana de campesinos chiapanecos marchaba a la capital en pos de justicia, en sentido contrario agarraba camino rumbo a las montañas de Chiapas un puñado de militantes radicalizados que una década más tarde reaparecería convertido en insurgencia indígena neozapatista. Veinticinco años después La Jornada, los campesinos y los zapatistas seguimos resistiendo. Armando Bartra |