Robert Mann, sospechoso potencial, encaja en un moderno perfil del asesino
Viernes 9 de octubre de 2009, p. a14
Londres, 8 de octubre. Descubrir la identidad del asesino serial más notorio de Gran Bretaña, Jack el Destripador, ha ocupado durante décadas la mente de historiadores y teóricos de las conspiraciones. Un falsificador ruso de obras de arte, un peluquero polaco, un cuáquero irlandés-estadunidense y hasta el hijo mayor de Eduardo VII han sido acusados de ser el hombre que en el verano de 1888 llevó el terror al corazón del East End de Londres antes de desaparecer sin dejar rastro.
Ahora, el historiador Mei Trow afirma haber descubierto otro sospechoso potencial, quien encaja en un moderno perfil forense del asesino, pero hasta ahora había sido pasado por alto por los investigadores.
Trow cree que Robert Mann, ayudante de la morgue que vivió en la zona donde ocurrieron los asesinatos y que tenía buen conocimiento de anatomía, habría estado entre los principales sospechosos si los confundidos policías de la época hubieran contado con las técnicas de la sicología moderna.
Técnicas de investigación
Usando un perfil del Destripador elaborado por la FBI en 1988 para marcar el centenario de los asesinatos, Trow comenzó a buscar a un sospechoso local surgido de las clases sociales bajas de Whitechapel, que hubiera sido víctima de un hogar destrozado y trabajara de carnicero, ayudante de morgue o asistente de cirujano. También usó técnicas modernas de rastreo geográfico que pueden ubicar dónde podría vivir un sospechoso a partir de la naturaleza y localización de los asesinatos.
Al revisar recortes periodísticos de las pesquisas sobre los primeros dos descuartizamientos del Destripador, Trow se encontró con el testimonio de Mann, quien provenía de una familia de clase trabajadora. En la época de los crímenes era cincuentón y trabajaba en una morgue, donde había aprendido a hacer cortes quirúrgicos con cuchillo.
Cuando se encontró muerta a Polly Nichols, primera víctima confirmada de Jack, su cuerpo fue llevado a una morgue cercana en lo que era Eagle Place, donde trabajaba Mann. Éste abrió el local y, según las averiguaciones, desvistió el cadáver, pese a que tenía órdenes de no tocarlo.
La segunda víctima, Annie Chapman, fue llevada también a la morgue de Mann, que estaba a corta distancia de todas las escenas del crimen.
El juez de la causa describió a Mann como un testigo poco confiable: “Parece –consignó– que el encargado de la morgue padece ataques, y ni su memoria ni sus afirmaciones son confiables”. Sin embargo, es posible que ese hombre inepto, según cree Trow, haya buscado asesinar a personas de la localidad para después admirar su destreza manual. La posibilidad más escalofriante es que Robert Mann haya elegido las personas y los lugares sabiendo que llegarían a la morgue donde trabajaba
, expresó Trow.
El uso que hace Trow de las técnicas modernas ha recibido cierto apoyo académico. El profesor Laurence Alison, sicólogo forense de la Universidad de Liverpool, cree que un sospechoso local de la clase trabajadora como Mann es el tipo sicológico más cercano, en vez de la imagen tradicional de un asesino de clase alta que merodeaba por las calles de Londres vestido con capa y sombrero de copa.
En términos de perfil sicológico, Robert Mann es uno de los sospechosos más creíbles de años recientes, y tal vez lo más cercano que lleguemos a una explicación sicológica plausible del más infame de los asesinos victorianos
, comentó.
© The Independent
Traducción: Jorge Anaya