Una computadora que casi no se usa, porque está llena de virus, y una televisión que no recibe la señal de la red Educativa Satelital (Edusat) son los activos de la secundaria pública que se colocó entre los tres primeros lugares de la Evaluación Nacional del Logro Académico en Centros Escolares (Enlace) 2009. Funciona en una galera fabricada de lámina, pero sin baños, y dividida en dos salones para atender a 48 estudiantes de tres grupos.

Roque Vizael Hernández, uno de los dos profesores que dan clases en la Telesecundaria 941 –ubicada en la comunidad 20 de Noviembre, a más de una hora de recorrido a pie desde la cabecera municipal de Sabanilla, Chiapas–, detalla que el secreto de lo logrado por el grupo de estudiantes de la etnia chol fue la preparación previa que les dieron para participar en un concurso escolar de la zona, en matemáticas, español y razonamiento.

En entrevista telefónica, refiere que desde hace dos años da clases en el poblado en el que se asientan unas 500 personas, quienes carecen de Internet y, salvo la instalación de una caseta telefónica, están incomunicados.

Detrás de dos telesecundarias –una en Durango y otra en San Luis Potosí–, la 20 de Noviembre tiene el tercer lugar nacional en la prueba Enlace, con 746.8 puntos, según las estadísticas del examen que aplica la Secretaría de Educación Pública para evaluar conocimientos y habilidades de los estudiantes en las asignaturas de matemáticas y español.

–¿Cómo recibieron los resultados de la prueba Enlace?

–Muy contentos, porque estamos en una zona casi incomunicada y porque eso es señal de que estamos haciendo bien el trabajo. No he comentado nada a a mis alumnos porque apenas me enteré ayer por la tarde. No acababa de creerlo. Me dije: a lo mejor les digo y es mentira.

–¿En qué condiciones se imparten las clases?

–Hace dos días llegó un nuevo maestro, y ya somos tres grupos, cada uno con 16 alumnos.

“Las condiciones en que se encuentra la comunidad no son nada alentadoras: está incomunicada, porque no hay señala de teléfono celular.

“Además, los salones son muy reducidos; en realidad es una galera. El ciclo anterior éramos dos maestros. El director se hacía cargo del grupo de primer grado y yo del segundo y tercero, todos amontonados.

“No hay baños. Se pretendió hacer unos, pero nada más se pusieron unas sanitarios y se recubrieron con maderitas, pero como no sube el agua hasta la escuela, cuando los alumnos quieren ir al baño, los hombres hacen atrás del salón, al aire libre, y las niñas piden permiso y van a su casa.

“Casi no hay apoyo (de las autoridades). Supuestamente es telesecundaria y debe haber señal de Edusat, pero no llega, y no sirve la antena que pusieron en la escuela. Como se dice, damos la clase a cappella.”

–¿Han señalado la situación a las autoridades?

–Cada año, al inicio del ciclo escolar se llena un registro de las carencias y necesidades de cada uno de los planteles, y a pesar de que se remarca el material que se necesita, prácticamente todo es mero requisito.

“Pretendimos dar clases de computación –como algo extra, porque no lo marca el programa– con el único equipo disponible, con virus; turnábamos a los chavos de cinco en cinco, una hora cada día en la semana, y alcanzábamos a cubrir a todos.

“Tenemos una televisión casi de adorno y un devedé. Con el otro maestro nos cooperamos para comprar el curso Inglés sin barreras y juntamos a todos a ver la televisión para dar las clases de inglés o pasar alguna película, como motivación en algunas asignaturas.”

El maestro chiapaneco, de 24 años, concluye: Una felicitación a mis alumnos, porque a pesar de que estamos en una zona indígena y no cuentan con los elementos necesarios para una buena educación, le echaron ganas. Siempre he tenido la idea de que los libros de telesecundaria están mal enfocados para todos, porque en asignaturas de español e historia dicen que vayan a museos, bibliotecas y zoológicos, pero aquí no se cuenta con eso.