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El más profundo amor
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Periódico La Jornada
Sábado 3 de octubre de 2009, p. a19

El maestro británico Michael Nyman se ha convertido en protagonista de la vida musical del mundo. Su discografía ocupa ya un espacio considerable en las discotecas personales y sigue produciendo sin cesar.

Su álbum más reciente es un regalo de la vida: Mozart 252, y reúne materiales que siempre lo han ligado a Volfi y confirmado que el compositor austriaco es su influencia superior. Antes grabó Acts of Beauty y aún antes Love counts.

Como suele suceder en el bizarro mundo de la industria musical, la era de la comunicación permite saber de la existencia de discos que, en la vida real, tardan más en llegar a países distintos. Información y producto se mueven a velocidades diferentes.

El álbum más reciente de Michael Nyman que se consigue en México lo grabó en fecha anterior a los tres arriba mencionados. Se titula The very best of Michael Nyman: film music 1980-2001 y es un acercamiento distinto al corpus completo de la obra nymaniana, debido a que supera el concepto de antología para ubicarse como un trazo vertebral de lo que ha sido el interés central de Nyman a la hora de escribir música: la escena.

El ejemplo más objetivo de lo anterior lo ofrece el track 19 del primero de los dos discos que conforman este álbum: Dreams of a journey, que encapsula la fuente sonora escocesa original que dio vida a la música del filme El piano, partitura a su vez conformada por una confluencia afortunada del resto de las fuentes sonoras caras a Michael Nyman: Mozart, Pergolesi, Purcell, y melodías venidas de sueños.

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Este álbum doble despliega una suma incesante de sorpresas, confirmaciones, nuevas intuiciones, un sistema de vasos comunicantes que fascina. Porque una manera de referirse a la música de Nyman es con uno de sus sinónimos: fascinación. En términos técnicos, la integración asombrosa de una orquesta sinfónica con todas sus posibilidades expresivas en lo que con humildad Michael denomina banda, con personalidades supremas entre sus filas como John Harle y Alexander Balanescu, y cantantes tan angelicales como la soprano Sarah Leonard.

El concepto rítmico, las velocidades increíbles a las que mueve la sección de cuerdas en contracanto con alientos y el piano siempre proponiendo, construyendo una ruta de ascenso, emotivo, espiritual, amoroso ascenso.

Sin que se trate del tramo más extenso, ha quedado como impronta el periodo de colaboraciones con Peter Greenaway, en especial El contrato del dibujante, La panza de un arquitecto y esa obra maestra titulada El cocinero, el ladrón, su esposa y el amante de su esposa.

Sin embargo, existe una impronta más grandiosa aún: de la música para el filme El piano, Michael Nyman ha construido muchos álbumes más, todos ellos asequibles en México y entre los cuales figura una versión para concierto, una revisión de autor y siempre, sobre todo, el mensaje del amor más profundo que la cineasta Jane Campion, los actores y Michael Nyman imprimieron en El piano.

He aquí una música capaz de nombrar, reflejar, definir el más profundo amor.