os diputados examinarán en breve el proyecto de presupuesto para 2010 que les envió el Poder Ejecutivo. Esto ocurre en una circunstancia diferente a la de los primeros años de la administración de Felipe Calderón, pues ahora la composición de la cámara baja ha cambiado sustancialmente a partir de los resultados de las elecciones de julio pasado. El Partido Acción Nacional (PAN) ha perdido escaños y con ello la mayoría. El Partido Revolucionario Institucional (PRI), que venía ocupando el segundo puesto –y aun así tenía gran poder al cultivar una especie de cogobierno–, obtuvo ahora la mayoría. La izquierda, si se puede llamar así al Partido de la Revolución Democrática (PRD), cayó de forma alarmante por las ambiciones y errores de sus dirigentes. El resto de los partidos políticos, si bien cuentan con programas y principios propios, juegan a la formación de bloques o alianzas con las agrupaciones numéricamente más fuertes.
La pregunta que surge es: ¿cómo se resolverá el tema del gasto educativo con la nueva composición de la Cámara de Diputados? El debate que se dará sobre la educación podría tomar dimensiones históricas pues, sin duda, esta área forma parte del núcleo en el que se concentran las posibilidades reales de avance y transformación del país.
El contexto económico en el que se dará la discusión es terrible. La pobreza se encuentra en niveles más que agobiantes, la falta de opciones para la población es la norma… el desempleo. Las noticias diarias sobre las carencias lacerantes de millones de mexicanos producen, quizá como nunca, un ánimo depresivo en todos, especialmente porque los gobernantes no crean salidas a tantos infortunios. Tal como vamos, no se ve en el horizonte un porvenir halagüeño.
En estas condiciones no faltarán en los debates los lugares comunes acerca de que todo el mundo debe sacrificarse. La educación debe poner su parte –dirán algunos– y se tendrán que aceptar los recortes que de manera tramposa aparecen en el proyecto de presupuesto. Hay, por ejemplo, una reducción neta de 2 por ciento en el gasto en educación superior y múltiples recovecos que significan recortes en actividades e instituciones educativas de todos los niveles que tratarán de imponerse con el argumento de la pobreza.
Pero lo que realmente está a discusión es: a) si la educación es un elemento tangible para enfrentar la crisis y la pobreza y b) si la educación superior, la ciencia y la tecnología pueden ser una de las vías en las que pueda sustentarse el desarrollo del país.
Uno de los efectos de la pobreza es la dificultad de las familias para enviar a sus hijos a las escuelas. Este problema se agrava si en un país se reduce el gasto educativo. Está plenamente demostrado que la educación es una vía de ascenso social. Las personas educadas y capacitadas tienen más posibilidades de sobrevivir que las que viven en la ignorancia, pues pueden encontrar o crear una fuente de ingresos. La educación tiene efectos en otros órdenes pues, por ejemplo, los hijos de mujeres con mayor educación tienen una vida más saludable que los de quienes carecen de ella. Entonces, puede afirmarse que es una vía para enfrentar la pobreza y mejorar la calidad de vida de la población.
La educación superior, la ciencia y la tecnología, son en el mundo de hoy los elementos en el que descansa el desarrollo de las naciones. El conocimiento tiene efectos no sólo en los órdenes económico y social, sino además en la propia naturaleza humana. México muestra un enorme rezago que lo ubica en situación de peligro, pues, como se ha visto durante la actual crisis sanitaria por la influenza A/H1N1, los costos de la ignorancia son mayores que si se hubiera invertido oportunamente en investigación sobre métodos de detección, prevención y tratamientos de ésta y otras calamidades. La dependencia del exterior, no sólo en salud, sino en todos los campos, es agobiante y se profundizará en la medida en que se reduzca el gasto.
La forma en la que reaccionará la nueva Cámara de Diputados ante estos dilemas es una incógnita. La reducción de la bancada del PAN resta fuerza a los enemigos de la educación y la ciencia. Pero la caída en el número de legisladores de izquierda, quienes habitualmente defienden el incremento presupuestal en estas áreas, deja en manos del PRI el destino del gasto educativo. Conoceremos pronto su verdadero rostro.