El tercer informe de gobierno del mandatario capitalino, Marcelo Ebrard Casaubón, ante los diputados locales fue terso. La mayoría de las fracciones parlamentarias de oposición en el recinto de Donceles y Allende hicieron una tibia crítica y, más que recurrir a la diatriba el ataque, manifestaron su disposición a acompañar los esfuerzos de la administración local para mejorar las condiciones de vida de sus habitantes.

Incluso, el mensaje final que de manera institucional dio la presidenta de la mesa directiva de la Asamblea Legislativa (ALDF), Alejandra Barrales, hizo patente el compromiso de este órgano de gobierno no sólo de construir un nuevo acuerdo por la ciudad, sino de defender con todo y por todas las vías posibles los recursos presupuestales que corresponden al Distrito Federal y que pretenden recortarle desde la Cámara de Diputados.

La nota contrastante la puso la coordinadora de la bancada del PAN, Mariana Gómez del Campo, quien desde la más alta tribuna legislativa de esta capital enlistó los rezagos que se enfrentan en materia de agua, seguridad pública, transporte, desarrollo social y consolidación de la democracia. Le reclamó, además, que su fracción, la del PRD, haya optado por eliminar las preguntas y respuestas del formato del informe.

A lo largo de las casi tres horas que duró el acto, pocos fueron los hechos que rompieron la quietud en el salón de sesiones. Uno de ellos fue el arribo del gobernador del estado de México, Enrique Peña Nieto, quien con una hora de retraso tomó su lugar ante las numerosas miradas de los asistentes, los cuchicheos y la lluvia de flashazos. En tribuna, el diputado del PRI Joel Ayala fijaba la postura de su fracción con un discurso al que casi nadie le encontró pies ni cabeza.

Pero el mexiquense no fue el único. Unos minutos después llegó, con mucha más discreción, el mandatario hidalguense Miguel Osorio Chong, a quien prácticamente también le iba pisando los talones su homóloga de Zacatecas, Amalia García.

Otra situación que por unos minutos rompió el marasmo de los asistentes –entre ellos líderes partidistas, legisladores federales y delegados electos– fue la intentona de protesta de los familiares de los muertos de la discoteca News Divine, quienes desplegaron una manta al revés en la que reclamaban a Ebrard su olvido de esa tragedia.