Opinión
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34 Festival de Toronto
La vasta progenie de los hermanos Lumière
T

oronto, 16 de septiembre. Al margen de que sea cierto que los franceses inventaron el cine, no cabe duda de que Francia es un país donde han sabido administrar el invento. A lo largo de su historia, el cine francés ha logrado sostenerse como el más consistente de Europa, tanto en producción como en estándares de calidad. No en balde también fueron los responsables, hace 50 años, de haber propuesto la teoría del autor. Y por eso varios de los postulantes siguen activos y haciendo películas acordes con dicha teoría. (En esta ocasión, el abanderado fue Alain Resnais y su más reciente realización, Les herbes folles.)

El festival de Toronto ha reunido a buen número de producciones y coproducciones galas, incluyendo las que fueron premiadas en Cannes; además de la de Resnais, se han proyectado Un prophete (Un profeta), de Jacques Audiard, y Le père de mes enfants (El padre de mis hijas), de Mia Hansen-Love. También ha estrenado las nuevas realizaciones de dos cineastas controvertidos: Hadewijch, de Bruno Dumont, y Le refuge (El refugio), de François Ozon. En lo personal, la más reciente obra de Claire Denis, White Material (Material blanco) reviste especial interés por la trayectoria muy original seguida por esta directora.

En un regreso a África, la locación de su opera prima Chocolat (1988), Denis no especifica ni país ni época para contar la historia de la administradora (Isabelle Huppert) de un cafetal que rehúsa abandonar su propiedad, aunque la zona está amenazada por la insurrección de un grupo rebelde, a ser sofocada por las fuerzas gubernamentales. Lo que sale a la luz en el choque de las diversas instancias es cómo existen resabios del pensamiento colonialista, en contraste con el resentimiento social y racial de los africanos.

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Las actrices Seema Biswas y Shriya Saran, protagonistas de Cooking with Stella, a su llegada a el estreno de este filme en TorontoFoto Ap

Denis se mantiene en un registro ambiguo a la hora de obtener conclusiones. White Material –término despectivo usado por los habitantes para designar todo lo que pertenece a la gente blanca– llega a su inquietante final con acciones violentas que no resuelven nada. (En una nota trivial, la aparición de Christophe –antes Christopher– Lambert significa su retorno al cine de calidad, tras prestar su bizca mirada durante casi 20 años a cosas como Highlander VIII y similares.)

Por su parte, el cine asiático sigue siendo otro fuerte caballito de batalla en los festivales internacionales. Aunque tipificada por géneros como el de artes marciales y el policiaco violento, la producción hongkonesa ha dado pie a válidas relaboraciones de sus convenciones. Este año Johnnie To –no le llamemos Juani To para no confundir las cosas– compitió en Cannes con la vigorosa Vengeance (Venganza) y también ha producido Yi Ngoi (Accidente), ingeniosa variante sobre el tema de los asesinos a sueldo. En este caso, un grupo de cuatro matones se ha especializado en ejecutar a sus víctimas no a balazos, sino de tal manera que parecen haber sufrido una muerte accidental. El director Soi Cheang fue antes asistente de To y eso se nota en el llamativo y elegante estilo visual con el que resuelve una intriga cargada de la posibilidad de una traición… o de que, en efecto, se trate de un accidente.