Opinión
Ver día anteriorMartes 15 de septiembre de 2009Ver día siguienteEdiciones anteriores
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México SA

Bancomext, problema ideológico, combinado con arrogancia e ignorancia

El calderonismo condena a muerte un pilar del desarrollo

D

esde su creación la banca mexicana de desarrollo, propiedad de la nación, fue uno de los pilares del desarrollo y el crecimiento del país. En tiempos de sacudidas funcionó perfectamente como factor de estabilidad, y en las vacas gordas financió el fortalecimiento y avance de no pocos sectores productivos, coadyuvó a la generación de empleo formal, a la construcción de infraestructura, alentó la exportación y tantas cosas más, hasta que un día a cierto grupo de iluminados se le ocurrió transformarla en una suerte de lacayo al servicio de la banca privada.

Tal es el caso del Banco Nacional de Comercio Exterior, Bancomext, sin cuya participación no se entendería el boom exportador observado en el país. Se trata de una institución del Estado mexicano que ha sido condenada a muerte por el grupo de iluminados que desde casi tres décadas atrás se hizo del poder (con los resultados que están a la vista) y se niega a soltarlo. Por todas las vías (desde los tiempos de Zedillo, cuando menos, pero con especial insistencia en los de Fox y Calderón) ha intentado borrar del mapa a este organismo del Estado mexicano. Aún no logra el objetivo (el Legislativo le ha lanzado varias tablas de auxilio), pero el grupito no quita el dedo del renglón.

El ex director general del Bancomext, Enrique Vilatela Riba, resumió la situación del organismo como una mezcla de problema ideológico combinado con ignorancia y arrogancia. Falta de un adecuado modelo económico y, en consecuencia, de una adecuada política industrial. Se pretende que el mercado, por sí solo, propicie un crecimiento rápido, justo y equilibrado, lo que no ocurre en ninguna parte del mundo, ni en los países desarrollados ni en Brasil, China, India y Corea que son nuestros principales competidores. Hubo falta de conocimiento y desdén por la institución; en vez de aprovechar y mejorar lo que había, se decidió su desmantelamiento. En vez de percibir a la banca de desarrollo como una herramienta, se le tiene miedo y se prefirió renunciar a ella.

En riguroso sentido contrario se pronuncia el actual director general del citado organismo, Héctor Rangel Domene (ex presidente de los banqueros privados y una de las cabezas visibles del BBVA-Bancomer, al igual que su antecesor Mario Laborín, cuñado del ahora ex gobernador de Sonora, Eduardo Bours), quien es uno de los más afanosos promotores de la desaparición del Bancomext, disfrazada de fusión con Nacional Financiera, intentona fallida desde el cambio de Fox, que ahora la continuidad calderonista presenta como novedad.

Del análisis detallado que Vilatela Riba presentó en reciente foro sobre la banca de desarrollo, enviado a México SA, se toman los siguientes elementos: “a partir de los años 80 y en los 90, en que se logró incorporar en el banco a todas las instituciones y programas del gobierno federal encargados de apoyar el comercio exterior mexicano (…), la institución logró jugar un papel muy destacado en el desarrollo económico de México, lo que se demostró claramente en el papel que desarrolló en las diferentes crisis financieras en esos años, llegando a manejar, en forma descentralizada a través de las oficinas regionales, programas de crédito de hasta 15 mil millones de dólares, dando apoyos y servicios integrales que lograron apoyar a que miles de empresas pequeñas y medianas se convirtieran en exportadoras directas o indirectas”.

El Bancomext llegó a tener “la cartera de crédito más sana del sistema, sin necesidad de recursos fiscales, sin haber acudido al Fobaproa, Fiderca o Fideliq, y con suficientes recursos para financiar el programa de promoción que ahora, a través de Proméxico, cuesta más de mil millones de pesos al erario. De hecho, en esa época se planteó la posibilidad de fusionar a Nacional Financiera dentro del banco. Qué vueltas da la vida. Afortunadamente, la decisión en ese momento fue no fusionar. Pero hace 12 años empezó su debilitamiento con una serie de acciones veladas y paulatinas de desmantelamiento.

“Por recomendaciones del BID y del Banco Mundial, buscando dar preferencia a la banca comercial, se rechazaban en los comités y consejos las mejores operaciones de crédito para que fueran canalizadas a la banca privada. La Secretaría de la Contraloría (Función Pública) tomó el control de la Contraloría ‘Interna’, creando un clima de terror que paró toda iniciativa creativa, arriesgada y valiente, como debía corresponder a una institución de desarrollo, y motivando una actitud temerosa y mediocre entre funcionarios y órganos de decisión. Para colmo, el manejo legalista de la cartera de crédito llevó a parar las negociaciones, a incrementar las demandas y juicios perdidos y a incrementar innecesariamente la cartera vencida de la institución”.

No sólo eso: “se canceló el programa de crédito en primer piso de la institución, matando así su fortaleza y sus programas, pero también su única fuente de ingresos. Se desmanteló su red de oficinas regionales, matando así su vinculación con las empresas y se ‘donó’ a Proméxico su red de consejerías, perdiéndose así la visión de mercado y desvinculando la promoción del financiamiento. Lo que es peor, ahora Proméxico se dedica a la promoción de inversión (…), descuidando la promoción de exportaciones, el armado de proyectos y costando al erario más de mil millones de pesos al año. (…) De esta forma se inició en Bancomext un círculo vicioso de reducción de personal y gasto, eliminación de programas, reducción del ingreso y mayor reducción de personal y gasto… Se quitó al aparato de dirección del banco y ahora, en una decisión simplista, se propone su fusión con Nacional Financiera, la que también ha sido desmantelada en su función de banco de desarrollo, habiéndose convertido sólo en una empresa de factoraje y operador de los mercados de dinero y capitales”.

Existen tres opciones, puntualiza Vilatela Riba: la cobarde, que es seguir como hasta ahora; la simplista y populista (fusionar Bancomext con Nafin); la difícil, pero real, que busca la excelencia, el crecimiento y la competitividad, que es la de fortalecer a Bancomext y a Nafin, convirtiendo al primero en el banco de la competitividad. Y el grupito va por la segunda.

Las rebanadas del pastel

Otra estrellita en la frente: Coparmex advierte que el paquetazo calderonista “lleva consigo el germen de un fracaso anunciado: le pega al mercado interno, a las empresas y a la clase media, y muy probablemente también a la baja… podría mantener al país en recesión”… Y esta noche el grito, y suficientes razones existen para gritar.