En la octava novillada, las reses de Los Ébanos, por encima de los alternantes
El valenciano Sergio Cerezos y el moreliano Alejandro Corona desaprovecharon sus lotes
Lunes 14 de septiembre de 2009, p. a42
¿Qué habría pasado si a la empresa de la Plaza México se le ocurre repetir el cartel femenil del domingo pasado con el encierro de Los Ébanos? Seguramente esas tres toreras le hubiesen dado a la tarde un tono más intenso, personal y poético que el obtenido ayer en el desairado coso.
Fueron seis ejemplares decorosamente presentados que traían, como dice el lugar común, las orejas prendidas con alfileres. Bravos para el caballo, acudiendo pronto y de largo, recargando en el peto, no durmiéndose en él, todos, unos más otros menos, llegaron a la muleta con recorrido y fijeza pero exigiendo de los alternantes colocación y mando. Una lástima que el palco de ganaderos haya estado vacío pues por lo menos una vuelta al ruedo merecía su propietario, heredero, compadre, representante o similar.
El joven de Apizaco Jaime Ruiz, quien cayó de pie la tarde de su presentación en esta plaza el 28 de junio pasado, regresó con renovados bríos, desentendiéndose no sólo de la pobre entrada sino de un sector de villamelones instalados en conocedores que a lo largo de la tarde estuvieron pitándole y gritando con una saña que no padecieron sus alternantes.
Con su primero, Forjador, que recargó en dos varas, Ruiz ejecutó en los medios cuatro tafalleras estatuarias e inició su faena en el mismo sitio con tres péndulos y tres pases de pecho. Enseguida se dio a torear con temple, largueza y mando por ambos lados, no obstante que el astado se vencía notoriamente por el izquierdo. Sin dudar, continuó en el mismo plan hasta desengañar por completo a la res, rematar otra tanda con una dosantina y concluir con escalofriantes bernadinas. Se fue por derecho y dejó una estocada entera caída para que por mayoritaria petición el juez otorgara la oreja. Eso no lo perdonarían los reventadores citados.
Su segundo, Gran amigo, acometió con tal fuerza al caballo que desmontó hasta en dos ocasiones al varilarguero. Gaoneras machas de Ruiz y nueva ración de pititos de los sabihondos de domingo. Si divides, interesas y avanzas
, dejó dicho Garza. Gustavo Campos se desmonteró en el tercio por dos cuarteos precisos y Jaime, en un parpadeo, fue feamente volteado, cayendo mal y perdiendo los movimientos mientras era llevado a la enfermería. Con la taleguilla hecha trizas regresó al ruedo, ocasión para que los pobres diablos que lo habían hostigado redoblaran los ataques. Maltrecho, al tercer viaje dejó un espadazo casi entero.
Muy interesante torero este Jaime Ruiz que desde sus inicios ya divide y genera fobias más o menos patológicas.
Por su efectista parte, Sergio Cerezos, de Valencia, España, con apenas 27 años de edad pero ayudado por el empresario Arturo Gilio, desperdició lastimosamente el mejor lote, supliendo el mando con posturitas y el temple con toreo eléctrico. No es grave ser villamelón, lo preocupante es ser, además, mexhincado y aplaudir sin idea todo lo de fuera.
El moreliano Alejandro Corona, con sólo 18 años, también desaprovechó un par de novillos que difícilmente le vuelven a salir. Tiene valor y medio torea con la muleta, pero aún no asimila los conceptos de ligar, estructurar y decir. Otro puesto que no procedía.