La pintora expone 21 cuadros y 90 dibujos en el centro cultural Futurama
recuerdo de lo que en realidad somos
Las obras son parte de un conjunto de 100 que permanece en una bodega de Iztapalapa
Lunes 14 de septiembre de 2009, p. a12
Un conjunto de 21 de los más de 100 cuadros que la pintora Beatriz Zamora tiene guardados en una bodega de Iztapalapa desde 2004, tras ser desalojada de su casa-taller, son expuestos bajo el concepto de la cámara oscura en el salón polivalente del Centro de la Juventud, el Arte y la Cultura Futurama (Otavalo 7, colonia Lindavista).
Los cuadros, de tres metros por dos, que componen la exposición Tributo al negro, cuelgan desde el techo del salón, utilizado más bien para actividades de tipo escénico. Al entrar se percibe una atmósfera oscura, cuya única luminosidad es la de cada cuadro, justa para percibir la riqueza de las texturas de las obras de técnica mixta.
César Oropeza, director del centro cultural Futurama, explica que la iluminación consiste en cuarzos de 500 vatios que van dirigidos a cada cuadro. De hecho, la luz que baña se ve más fuerte en la parte superior, mientras en la inferior volvemos a tener esa sensación de oscuridad
, expresa.
Sobre la pared de fondo del salón se colocaron 90 dibujos de Zamora, a manera de mosaico, pertenecientes a 100 x 100: los límites del amor infinito, primero de tres tomos que financió la artista, quien en la actualidad goza de la beca del Sistema Nacional de Creadores.
Los monumentales cuadros primero fueron exhibidos en el Faro de Tláhuac; luego, 12 de las pinturas se expusieron en el Centro Cultural Jaime Torres Bodet, del circunvecino Instituto Politécnico Nacional.
El proyecto de la cámara oscura
fue concebido por el director del Futurama y su equipo, y propuesto a Zamora. Para Oropeza, se trata de enriquecer la exposición en cada sitio, de ahí que en esta ocasión, y dadas las posibilidades del espacio, se incluyen los dibujos.
Fiel espejo
La presente obra, que pertenece a diferentes épocas, es un fiel representativa de la producción de Zamora: “La obra de arte tiene que ser un contacto con nuestra verdadera naturaleza, con el universo, con la vida. El negro es un recuerdo de lo que en realidad somos, de quiénes somos, a qué pertenecemos. Somos seres cósmicos. La Tierra gira en un vacío, en una oscuridad, en el universo, y no hay nadie que pueda salir de eso. Todos somos hijos del universo, pero en el centro del centro esencial de cada partícula, de cada molécula, de cada átomo, está ese negro absoluto.
Es esa nada totalmente invisible que los científicos han buscado por años; recientemente han inventado un montón de aparatos súper electrónicos para tratar de pescar una materia de la materia oscura, lo cual ha sido imposible. Pero está dentro de nosotros de manera natural; es nuestro poder, nuestra fuerza, nuestra voluntad. Es el germen de vida que tenemos, hacia lo que nuestra inteligencia con educación, con formación correcta, puede guiarnos. La solución a la violencia, a las matanzas, es la educación; contar con personas preparadas que ayuden a los demás a recuperar la esperanza, porque México casi la pierde
.
Al terminar la exposición, el 20 de septiembre, el destino de los cuadros es incierto. A Zamora le parte el alma
tener que devolverlos a la bodega, lugar inadecuado para que estén las cosas de nadie
.
El segundo tomo del libro, 100 x 100: los siete caminos del corazón, acaba de salir; se presentará en la Galería Pablo Goebel Fine Arts.