Perogrullo le gusta decir que la economía estadunidense es eje básico de la economía mundial. Aceptémoslo. Representa 21 por ciento de esa economía, casi lo mismo que el conjunto de países asiáticos en desarrollo. Y poco más que 16 por ciento de los del área del euro. Lo que suceda en la economía de Estados Unidos es clave para todo el mundo. ¡Qué decir para México, hoy con una economía totalmente anclada a la vecina! Para bien y para mal. Por eso no nos engañemos. Nuestra recuperación –a partir de un nivel de deterioro de los mayores del mundo–, dependerá –como ninguno– de la recuperación estadunidense.
Una vez más busquemos las opiniones más recientes sobre esta recuperación. Tiende a existir un consenso: el retorno a los buenos indicadores exigirá de cuatro o cinco años, depende del indicador que se elija, aunque en realidad debiéramos considerarlos de manera integral. En aras de cierta simplificación, preguntémonos por algunos de ellos. E identifiquemos, en cada caso, tres aspectos: 1) su nivel máximo reciente y el momento en que se dio; 2) su nivel actual y la diferencia con aquél; 3) finalmente, el tiempo que en el pasado reciente tardó cada indicador en llegar a ese máximo. Elijamos cinco indicadores: 1) producto; 2), inversión privada; 3) producción industrial; 4) capacidad utilizada; 5) nivel de empleo.
Primero, desde el punto de vista del producto, el mejor momento de nuestros vecinos fue el tercer trimestre de 2008. El actual (segundo trimestre de 2009) es inferior. Y de acuerdo con su evolución reciente, serían necesarios 10 trimestres para llegar a ese máximo, es decir, dos años y medio. Segundo, para el caso de la inversión privada, el máximo fue en el primer trimestre de 2006. Luego fue cada vez menor, hasta alcanzar –en el tercer trimestre de 2006– niveles menores y tasas anuales negativas. De acuerdo con su evolución reciente, serían necesarios entre 20 y 24 trimestres para llegar a su máximo de 2006; es decir, entre cinco y seis años. Tercero, la producción industrial registró su máximo reciente en diciembre de 2007. Y hasta junio de este año, registró niveles siempre inferiores. Para recuperar su máximo, se requerirían –según su dinámica contemporánea– cerca de 62 meses, aproximadamente cinco años. Cuarto, algo similar sucede con la capacidad industrial utilizada.
En agosto de 2006 mostró su máximo contemporáneo. Y a junio pasado acumuló 13 puntos de caída, aunque en julio ya no cayó más. También de acuerdo con su comportamiento reciente, tardaría cerca de siete años en alcanzar esa condición extremadamente favorable de agosto de 2006. Veamos finalmente el nivel de empleo. El máximo de trabajadores remunerados en el vecino país se experimentó en diciembre de 2007. De entonces a la fecha se han despedido 7 millones de personas (6 millones 929 mil). Sumados a los desempleados llevaron la tasa de desocupación de 4.9 en diciembre de 2007 a 9.8 por ciento en julio de 2009. Y la tasa de seguro de desempleo de cerca 4 por ciento, luego de 2 por ciento a finales de 2007. Recordemos que las condiciones para acceder al seguro de desempleo en el vecino país sólo permiten que apenas 36 por ciento de los desempleados lo disfruten. Alcanzar el nivel de ocupación de ese mayor número de empleados remunerados registrados por los estudios del Departamento del Trabajo (80 por ciento de la fuerza laboral que produce el PIB) exigiría –una vez más de acuerdo con su comportamiento reciente– 40 meses, casi tres años y medio.
Con estos cinco indicadores tenemos un rango de recuperación que oscila entre dos y medio y siete años. Sin embargo, todos estos indicadores están relacionados, sin mencionar su relación con el crédito disponible, actualmente rezagado en un año respecto de su nivel máximo de octubre de 2008.
Por todo esto, y a decir de algunos estudiosos de la economía estadunidense, el periodo más probable de una recuperación integral oscila entre cuatro y cinco años. Pero a condición de que el gobierno estadunidense continúe con sus papel de dinamizador anticíclico. ¿De qué depende? De que se acepte –en contra de la ortodoxia tradicional– un déficit fiscal. En 2009 será de casi 12 por ciento de su producto. Y apenas en cinco y seis años regresará a 2 o 3 por ciento. Ya no al superávit de uno por ciento de 2000.
¿Y aquí qué? Aquí nada. Ortodoxia pura. Ni los maestros, ni los ídolos de nuestros pequeños funcionarios
recomiendan hoy lo que aquí se hace. Por cierto, aunque se gasten un dinerito, deberían ir a la reunión conjunta Fondo-Banco Mundial, en Estambul, los primeros días de octubre. Verán a sus advisers
plantear estrategias más atrevidas para la recuperación. Vayan. Y, de paso, disfruten modestamente de la Doner Kebap (especie de carne al pastor) o las Anjovas (pescado del Bósforo) a la plancha, acompañados de un buen vaso de Raki (anís) en hielo. Pero abran bien los ojos y, sobre todo, su mente. De veras.