Discurso al niño noble, para que no
descuide la producción de alimentos
CÓDICE FLORENTINO (fragmento)
Si te dedicas únicamente a la nobleza,
si no dispones lo concerniente a
los camellones, a los canales, ¿qué
harás comer a la gente? Y ¿qué comerás?,
¿qué beberás? ¿Dónde habré
visto que alguno desayune o coma
nobleza? El alimento nos hace una
merced absoluta. Alguno dijo, alguno
llamó al alimento “nuestros huesos,
nuestra carne”. Porque es nuestro
existir, porque es nuestro vivir;
porque él camina, él se mueve, porque
él se alegra, porque él ríe, porque
él vive: el alimento.
Se dice con mucha verdad que gobierna, que reina, que conquista.
¿Dónde habré visto que gobierne, que reine; alguno que tenga los
intestinos cerrados, alguno que no coma? ¿Y dónde habré visto que
alguno conquiste sin vituallas? Mercado de Tlaltelolco
Hernán Cortés, CARTAS (fragmento)
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Tan grande como dos veces la plaza de Salamanca, toda cercada de
portales alrededor, donde hay cotidianamente arriba de sesenta mil
almas comprando y vendiendo; donde hay todos los géneros de mercancías
(...) así de mantenimiento como de vituallas (...) Hay calle
de caza donde venden todos los linajes de aves que hay en la tierra,
así como gallinas, perdices, codornices, levancos, dorales, zarcetas,
tórtolas, palomas, pajaritos de cañuela (...) Venden conejos, liebres,
venados y perros pequeños que crían para comer castrados (...) Hay
casas donde dan de comer y
beber por precio (...) Hay todas
las maneras de verduras
que se fallan, especialmente
cebollas, puerros, ajos,
mastuerzo, berros, borrajas,
acederas y cardos tagarninas.
Hay frutas de muchas
maneras en que hay cerezas
y ciruelas, que son semejantes
a las de España. Venden
miel de abejas y cera y miel
de cañas de maíz, que son
tan melosas y dulces como
las de azúcar, y miel de
unas plantas que llaman en
las otras y estas maguey, que es muy mejor que arropo; y de estas
plantas facen azúcar y vino, que asimismo venden (...) Venden maíz
en grano y en pan, lo cual hace mucha ventaja, así en el grano como
en el sabor, a todo lo que de las islas y tierra firme. Venden pasteles
de ave y empanadas de pescado. Venden mucho pescado fresco y
salado, crudo y guisado. Venden huevos de gallina y de ansares y de
todas las otras aves que he dicho en gran cantidad, venden tortillas
de huevos fechas. Finalmente que en los dichos mercados se venden
todas cuantas cosas se hallan en la tierra (...) |
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Una comida de Moctezuma
Bernal Díaz del Castillo. HISTORIA VERDADERA DE LA CONQUISTA
DE LA NUEVA ESPAÑA (fragmento)
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En el comer, le tenían sus cocineros sobre treinta maneras de guisados,
hechos a su manera y usanza, y teníalos puestos en braseros
de barro chicos debajo porque no se enfriasen, y de aquello que el
gran Montezuma había de comer guisaban más de 300 platos (...)
Cotidianamente le guisaban gallinas, gallos de papada, faisanes,
perdices de la tierra,
codornices, patos
mansos y bravos,
venado, puerco de
la tierra, pajaritos
de caña y palomas,
y liebres y conejos
y muchas maneras
de aves y cosas que
se crían en esta tierra
(...) Le servían a
Montezuma (...) dos
mujeres muy agraciadas de traer tortillas amasadas con huevos y
otras sustancias, y que eran muy blancas las tortillas, y traíanselas
en unos platos cobijados con paños limpios, y también le traían otra
manera de pan, que son como bollos largos hechos y amasados con
otra manera de cosas sustanciales, y pan pachol, que en esta tierra
así se dice, que es a manera de una obleas (...) Traíanle fruta de
cuantas había en la tierra, mas no comía sino muy poca de cuando
en cuando. Traían en unas como a manera de copas de oro fino con
cierta bebida hecha del mismo cacao; decían que era para tener acceso
a las mujeres y entonces no mirábamos en ello; más lo que yo
vi que traían sobre cincuenta jarros grandes, hechos de buen cacao,
con su espuma, que de ello bebía (...) También le ponían en la mesa
tres cañutos muy pintados y dorados, y dentro tenían liquidámbar
revuelto con una hierba que se dice tabaco, y cuando acababa de
comer, después que le habían bailado y cantado y alzado la mesa,
tomaba el humo de uno de aquellos cañutos, y muy poco, y con ello
se adormía. Hambre tras de la toma de Tenochtitlan por los españoles
RELACIÓN DE LA CONQUISTA (fragmento)
Hemos comido palos de colorín,
hemos masticado grama salitrosa,
piedras de adobe, lagartijas,
ratones, tierra en polvo, gusanos (...)
Comimos la carne apenas
sobre el fuego estaba puesta.
Cuando estaba cocida la carne
de allí la arrebataron,
en el fuego mismo la comían.
Se nos puso precio.
Precio del joven, del sacerdote,
del niño y de la doncella.
Basta: de un pobre era el precio
sólo dos puñados de maíz,
sólo diez tortas de mosco;
sólo era nuestro precio
veinte tortas de grama de salitre. |