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Otorgan al cantante sonero la Medalla Gonzalo Aguirre Beltrán al mérito musical

Veracruz reconoce el aporte cultural y la trayectoria de Luis Ángel Silva, Melón

Por fortuna, en plena época de rocanrol, existía su estilo, dijo el musicólogo Rafael Figueroa

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En la imagen, Melón (izquierda) recibe la presea de manos del titular del Ivec, Sergio Villasana Servín, durante la celebración del 15 Festival Internacional Afrocaribeño, en VeracruzFoto Héctor Juárez
 
Periódico La Jornada
Sábado 5 de septiembre de 2009, p. 7

El cantante sonero Luis Ángel Silva, Melón, con 60 años de trayectoria, recibió la Medalla Gonzalo Aguirre Beltrán al mérito musical de parte del gobierno del estado de Veracruz, por medio del Instituto Veracruzano de la Cultura (Ivec). La entrega del galardón ocurrió durante la celebración del 15 Festival Internacional Afrocaribeño en el puerto jarocho, al término de la conferencia-homenaje ofrecida por el musicólogo Rafael Figueroa Hernández.

Al entregarle la Medalla Aguirre Beltrán, así como un diploma, Sergio Villasana Delfín, titular del Ivec, expresó que la intención de estos reconocimientos es estimular a la comunidad artística e intelectual para que sigan con el esfuerzo creativo, fortaleciendo los vínculos de la cultura en Veracruz.

Villasana Delfín reparó en el gusto que tiene Melón por cantar como mensaje para la juventud, ya que resulta “envidiable –seguramente para muchas personas– llegar a la edad que tienes con esa alegría por la vida, con ese estado de ánimo y salud, cuya esencia está en haber encontrado la vocación para desarrollar en la vida lo que te gusta hacer”.

Lazo con la raíz afrocaribeña

Correspondió a Figueroa Hernández dar un panorama general de la vida de Melón, su contribución a nuestra cultura mexicana y, en especial, su relación estrecha con Veracruz. Es decir, sus comienzos en la época de oro del son cubano en México, su paso por grupos como Los Guajiros del Caribe, Los Diablos del Trópico y la Orquesta de Chucho Rodríguez; la formación del sexteto Lobo y Melón, con su estilo personal surgido del scat del be bop; su traslado a Estados Unidos en 1975, donde firmó con la disquera Fania y grabó el ya clásico Llegó Melón, y su regreso a México.

Lobo y Melón, anotó el musicólogo, nació a finales de los años 50 del siglo pasado, cuando se vino “una avalancha de música estadunidense. El grupo empezó a tomar forma no sólo como cohesión musical, sino también como estilo, que es la parte relevante. La contribución más destacada de Lobo y Melón no es que fueran buenos músicos, sino que lograron un estilo que no se parecía a los otros.

Se mantuvo, y se mantiene todavía, como uno de esos garbanzos de a libra dentro de la producción musical afroantillana en México, porque es de los pocos estilos propios que podemos enfrentar a cualquier manifestación cubana, puertorriqueña, colombiana, venezolana y no desmerece en nada.

De ahí vino el primer éxito, Amalia Batista, icono importante para nuestra cultura, que se colocó en nuestro subconsciente colectivo. Después vinieron otras. Por fortuna, en plena época rocanrolera, en este país existió Lobo y Melón, porque nos mantuvo cerca de nuestra raíz afrocaribeña.