Triunfos electorales de escritorio
El escrutinio de las urnas, mero trámite
l asunto no es menor; por el contrario, muestra, otra vez, qué tanto peligro puede correr una elección cuando de por medio está el capricho del poder.
Como ya se ha comprobado una y otra vez, hace rato que, para empezar, el voto en el país no es más que un trámite burocrático que se debe cumplir, sin que signifique, por ningún motivo, que pueda servir para alterar las decisiones tomadas por las cúpulas en el poder, hasta ahora. Es decir: el voto como instrumento para manifestar la voluntad ciudadana es una mera fantasía.
En la delegación política Miguel Hidalgo se dio una competencia por el poder, que como en muchas partes del país, sin obviar al DF, fue una lucha en lodo; cada candidato hizo uso de las artimañas que tuvo enfrente o inventó para tratar de ganar la elección.
Y aunque el fondo era el mismo, las formas difirieron. Para Demetrio Sodi ganar era más que conseguir el poder político de la delegación. Era, por fin, colarse a la entraña de Acción Nacional, donde hay muchos que desconfían de él, y mostrar a esos azules que el viejo manual priísta de cómo ganar una elección perdida aún funciona, sin necesidad de hacer uso del capítulo: haiga sido como haiga sido.
Para Ana Guevara los motivos parecen ser otros. Para empezar, era casi imposible enfrentar al saco de mañas panistas sin un mínimo de conciencia de que la elección estaría plagada de anomalías, y se trabajó en analizarlas, contabilizarlas y probarlas. Ésa fue la estrategia. Las instancias de juicio sólo han hallado en la conducta de campaña de la perredista una entrevista difundida en un canal de televisión restringida, especializado en asuntos deportivos.
Demetrio Sodi confió, hasta el último momento, en que el IFE sería la comparsa de sus artimañas, y hasta donde se veía, porque el dictamen de la secretaría ejecutiva del organismo electoral así lo decía, ése sería el final del grave problema que suscitó la elección en Miguel Hidalgo. Guevara, se decía, había violado la ley, tanto como el propio Sodi.
No obstante, aún sin un fallo explícito, ya entrada la noche la moneda parecía haber cambiado de cara y los consejeros caminaban en contra del primer dictamen para señalar que la Guevara no había violado la ley, y entonces sólo Demetrio Sodi quedaría fuera de una nueva elección, que es lo que se advierte en el futuro de la delegación del poniente de la ciudad.
Total, como ya es costumbre, la elección no se dirimió en las urnas, sino en el escritorio de los jueces, porque los comicios se pervirtieron en un afán tramposo de mantener a la Miguel Hidalgo como bastión azul en el DF. Eso debe terminar ya, las elecciones tienen que ganarse o perderse en las urnas y quienes hagan trampa deben pagar por sus hechos.
Queda aún la última esperanza del panismo, ir al tribunal electoral federal. Allí es donde los panistas han ganado las elecciones, y todo hace pensar que los azules buscarán, en esa instancia, volver a burlar la voluntad ciudadana, y son los propios panistas quienes mejor conocen a quienes ejercen el poder en ese tribunal. Así que, pese a todo, aún queda el tribunal donde la vergüenza es un artículo que se perdió hace mucho tiempo.
De pasadita
Desde Hidalgo nos llega la noticia de que hoy se abrirá, a como dé lugar, léase con verdes y pefepes, el tiradero de residuos tóxicos en Zimapán, y que desde ayer por la noche hay cuando menos unas 5 mil personas dispuestas a impedir que tal cosa suceda. El asunto huele muy mal; ya en ocasiones anteriores se han suscitado enfrentamientos por la puesta en marcha del tiradero, que entre otras cosas pertenece a una firma española, según nos cuentan.
Habrá que esperar que la decisión federal, apoyada por la estatal, no signifique un choque de consecuencias dolorosas para los habitantes de aquel estado tan castigado por las imposiciones del poder.
En otro asunto, de pasadita les comentamos que la señora Mariclaire Acosta insiste en señalar en ciertas reuniones que ella tiene el apoyo del Gobierno del DF para convertirse en la presidenta de la Comisión de Derechos Humanos local. ¡Qué barbaridad! De esto ya platicaremos.