Opinión
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Comparaciones
E

ntre las muchas consideraciones que se han hecho sobre la crisis actual está la que la compara con la depresión de 1929-33. En esos años la economía estadunidense se redujo 27.6 por ciento y en la crisis actual, que, de acuerdo con la Oficina Nacional de Investigación Económica, empezó en diciembre de 2007, la caída ha sido de 3.7 por ciento. En aquella crisis las respuestas de política económica fueron lentas e inadecuadas, mientras en ésta ha habido respuestas rápidas y enérgicas. Según diferentes análisis, en estas diferencias pudieran ubicarse las razones por las que la crisis actual no ha sido tan profunda y probablemente tampoco tan duradera como la de 1929.

En México, en 1929 la producción ya había caído 7.3 por ciento respecto a 1928, y para 1932 la contracción llegó a 20.8 por ciento. En este 2009 el PIB se contraerá entre 7 y 7.5 por ciento y el año próximo pudiera haber un resultado de entre -1 y +1 por ciento. En nuestro caso, contrariamente a lo que ha pasado en Estados Unidos y en otros países, la contracción será similar a la de 1929. La explicación está justamente en que en la crisis actual el gobierno ha actuado inadecuadamente y con lentitud.

En 1929 México resentía el impacto de una crisis política iniciada con la decisión releccionista de Obregón, su posterior asesinato y la presidencia provisional de Portes Gil. En marzo de 1929 el grupo callista convocó a la creación del PNR, de modo que las respuestas ante la crisis económica que golpeaba al país no estaban en el centro de sus preocupaciones. En 2006 Calderón fue declarado presidente electo, luego de que el Tribunal Electoral reconociera violaciones a la ley, pero decidió que, al no poder cuantificar su impacto en votos, la elección había sido legal.

La presidencia provisional de Portes Gil duró unos cuantos meses y luego vino la elección. Ortiz Rubio era un candidato gris, transformado en presidente por la fuerza de un PNR recién creado, con un programa social y económico consistente. Su presidencia duró apenas dos años y medio, y dejó al país en crisis. Abelardo Rodríguez tampoco logró mitigar la crisis económica. Estos tres gobiernos aplicaron las recetas de la ortodoxia económica: políticas fiscales defacionistas, límites a la reforma agraria y freno a la lucha sindical.

En 2006 Calderón fue el candidato de un partido incapaz de concluir la transición democrática, con una economía funcionando de manera mediocre y una delincuencia en expansión. A su llegada a la Presidencia se embarcó en una campaña contra el crimen organizado al que, a todas luces, no ha logrado contener. Su desempeño frente a una crisis económica aguda ha sido absolutamente ineficaz. Lo que pueda decir respecto a que la crisis es externa, que se impidió que fuera peor, etc., es simplemente demagogia. Lo cierto es que la contracción será mucho más profunda de lo que esperaban sus críticos más duros, lo que tiene que ver con incapacidad técnica, incompetencia política e irresponsabilidad social.

Hay indicadores que hacen pensar que la crisis actual en algunos países pudiera haber tocado fondo. Los políticos que toman decisiones económicas y propiamente políticas en esos países alertan sobre la necesidad de mantener las políticas contracíclicas. En Estados Unidos se discute un programa de estímulo fiscal adicional para consolidar la salida de la crisis. En México, un gobierno que ha actuado mal y con poca oportunidad ni siquiera cumplirá con los compromisos asumidos en sus programas de respuesta a la crisis.

Además anuncia que prepara aumentos generalizados de impuestos para cubrir un faltante de recursos, lo que da cuenta nuevamente de su incompetencia. No se trata de que aumentar impuestos sea inadecuado de por sí, sino del tipo de impuesto que se pretende establecer. El gobierno español ha anunciado aumentos a los impuestos a los ingresos provenientes del capital, sin tocar los impuestos al trabajo, ni al consumo masivo. El gobierno de Calderón en cualquier comparación ciertamente desmerece.