En el teatro mexicano se aborda cualquier tema, menos la realidad más acuciante y dolorosa. Salvo algunas excepciones, en los foros sigue ausente la reflexión o la denuncia sobre los agravios que todos los días lastiman al país.

Ante esa situación, el actor y periodista Javier Bustillos Zamorano incursionó en la dramaturgia con el libro Teatro clandestino (Sísifo Ediciones), en el que analiza en forma de guión teatral los casos de Ernestina Ascencio, anciana nahua presuntamente violada y asesinada por soldados, y el ex guerrillero Jacobo Silva Nogales, actualmente preso en un penal de Nayarit.

El volumen, precedido por un pequeño prólogo de la luchadora social Rosario Ibarra de Piedra, pretende abonar a la discusión de dos casos que en su momento indignaron a la sociedad, pero que con el tiempo han quedado fuera de los reflectores mediáticos, explica el autor en entrevista con La Jornada.

Convencido de que estas ofensas no deben quedar en la oscuridad, Bustillos Zamorano echó mano de su faceta de periodista y decidió realizar una investigación profunda sobre lo ocurrido para llevarlo a escena.

En el libro cuento la historia real de lo que sucedió, trasladada con cierta dosis de ficción, nada más para poderla escenificar. Es como un reportaje en teatro, siempre con absoluto respeto por los hechos reales, define.

Luego de reunir documentos sobre el tema y hacer entrevistas a personajes que de alguna forma estuvieron involucrados, el autor escribió una pequeña obra sobre Ernestina Ascencio, en la que menciona a personajes reales –sólo con nombres cambiados– y aventura cuál fue su responsabilidad en lo ocurrido.

Por un teatro periodístico

Javier Bustillos aborda el caso de Jacobo Silva, ex integrante del Ejército Revolucionario del Pueblo Insurgente y considerado por sus defensores preso político de los gobiernos priístas y panistas.

Se trata de un monólogo de cómo llega a ser guerrillero, y después cómo lo aprehenden y lo torturan física y sicológicamente. Esas cárceles lo convierten de un artista, un hombre sano y lúcido, en un guiñapo, un ser esquizofrénico con secuelas graves, afirma.

Para escribir sus textos, Bustillos contó con la asesoría del fallecido dramaturgo Víctor Hugo Rascón Banda, quien le explicó que justamente ese tipo de teatro es el que buscaba hacer Vicente Leñero.

Él quería hacer un teatro periodístico que reseñara los problemas reales, pero casi nadie lo entendió. Estas obras quieren caminar por el sendero que él trazó, para que la gente no se olvide de estos asuntos y tengamos memoria, señala Bustillos.

Es increíble, deplora el autor, cómo el México real sigue ausente de los escenarios, cómo los dramaturgos y los actores siguen en una burbuja que los aleja de la realidad. El país se está cayendo a pedazos, y con algunas excepciones, como Jesusa Rodríguez y Humberto Robles, entre otros, los demás siguen en su fantasía.

Luego de concluir la escritura y edición, Bustillos se dispone ahora a buscar quién monte sus obras. Hay un grupo de la Universidad Veracruzana interesado, y también hablé con Daniel Giménez Cacho. Estoy abierto a que las monte quien quiera hacerlo: lo importante es difundirlas.

Teatro clandestino se vende en la librería de La Jornada, de avenida Cuauhtémoc 1236; con el autor, llamando al teléfono 5794 2147, y en el correo electrónico jbustillos [email protected]