Metamorfosis torera
n una sociedad idólatra como la mexicana –el sábado 40 mil personas bailaron Thriller en la explanada del Monumento a la Revolución, en homenaje récord al ídolo Michael Jackson– resulta un verdadero crimen de Estado que ni autoridades ni promotores de espectáculos sean capaces de producir ídolos de los que el pueblo pueda enorgullecerse y en los que busque reflejarse.
A lo largo de la historia los ídolos de los ruedos han contribuido si no a evitarlos sí a diferir los estallidos sociales luego de las reiteradas señales de alarma enviadas a los importantones, ciegos y sordos excepto para lo que les conviene.
A México le han debilitado o quitado, a ciencia y paciencia de la ciudadanía, tradiciones, costumbres, fiestas, deportes, espectáculos y exponentes destacados, hasta reducir todo a unos niveles de mediocridad que contrastan con su historial. Vulgaridad, mercadotecnia, televisión y negocitos, en vez de ídolos.
¿A qué atribuir entonces la notable metamorfosis que en España sufren nuestros matadores y novilleros e ídolos en potencia de la afición mexicana? Joselito Adame y El Payo, o Mario Aguilar, Angelino de Arriaga, Gerardo Adame, Arturo Saldívar –herido muy grave el domingo anterior– y Diego Silveti, entre otros, ¿por qué en la península alcanzan otros tonos y otras actitudes delante del toro?
Falta de afición y ganas
, dicen aquí los repetidores de lugares comunes, pero entonces ¿cómo esa afición y esas ganas afloran en el celoso y profesionalizado medio taurino español? Dar oportunidades con el mínimo de rodaje, sin un elemental seguimiento de la evolución de esos jóvenes y, para colmo, sin motivaciones, premios ni estímulos de ninguna índole, difícilmente hacen toreros. De parejas apasionantes y de ídolos ni hablar.
Ayer en la sexta novillada del reiniciado y maltrecho serial en la Plaza México, empresa y juez volvieron por sus fueros y como preocupados por la seguridad de los novilleros decidieron suspender el festejo tras doblar el tercer astado, argumentando las condiciones lodosas del ruedo.
El primer espada, Luis Manuel Pérez El Canelo, habló con la empresa para recomendar que continuara la función pero fue informado de que en ese caso los alternantes no contarían con seguro médico. En esas condiciones todos acataron la suspensión. Santiago Fausto había cortado la oreja de su primero y Miguel Ángel Roldán dejó ir vivo al único que lidió del buen encierro de La Muralla. No pos sí.