ancouver, Canadá. (Sí, yo soy de ésos: a la carreras, pero obtuve una visa canadiense). En esta interesante y muy cosmopolita ciudad de la Columbia Británica, como en toda urbe que se respete culturalmente, la música no muere del todo al llegar el verano. Al igual que muchas otras urbes del mundo, Vancouver tiene durante esta temporada una oferta musical diversificada e interesante, entre la que destaca el MusicFest Vancouver, que este año se llevó a cabo entre el 2 y el 16 de agosto.
Uno de los conciertos de la versión de 2009 de ese encuentro se llevó a cabo en la Catedral de Christ Church y estuvo dedicado a una interesante doble sesión coral protagonizada por el Coro Filarmónico de Cámara de Taipei y el Coro de Cámara de Vancouver, ensambles que se repartieron de manera diversa un programa rico, interesante y bien balanceado, ajeno al lugar común y al caballito de batalla.
En el coral Jesu, meine Freude, de Johann Sebastian Bach, los dos coros ofrecieron claridad en las líneas contrapuntísticas, un uso dramático de los silencios y las resonancias y una apreciable sutileza en generar y comunicar los variados estados de ánimo propuestos por Bach a través de la diversidad armónica.
En la pieza Elogio de las montañas, de Édgar L. Macapili, dos voces femeninas solistas y una ocarina fueron elementos destacados en una muy buena versión de esta música ritual en la que se combinan con inteligencia lo ritual ancestral y lo inconfundiblemente moderno.
Para la obra Agua que fluye del arroyo, de Gunnar Erickson, la masa coral utilizó una distribución espacial irregular que permitió apreciar con claridad aún mayor el efecto del flujo melódico propuesto por el compositor.
Desde el punto de vista lúdico (y este recital a doble coro lo fue en muchos momentos), lo más atractivo fue una pieza protagonizada por cucarachas, comparadas esa noche con plena justicia con los políticos, en la que el uso de la onomatopeya, una gran variedad de efectos de producción sonora, zapateados, acciones escénicas y partes habladas, se combinaron para lograr una versión muy redonda de esta breve muestra de teatro musical.
De Jon Washburn, director del coro canadiense, se presentó un arreglo muy delicado y transparente de una melodía tradicional china, que fue seguido por una sugestiva obra de Edward Henderson, titulada Tu fragancia, que presenta un texto sufí traducido al inglés, en un marco sonoro de sutiles y poéticos colores vocales de elusivo y discreto sabor oriental. Igualmente sutil y refinado, el arreglo de Washburn a la conocida canción japonesa titulada Sakura.
R. Murray Schafer es uno de los compositores canadienses más reconocidos de la actualidad, y contribuyó al programa con una pieza titulada Gamelán, una muy inteligente estilización del sonido del tradicional grupo instrumental de la tradición balinesa, realizada fundamentalmente (y muy bien ejecutada) a través de ostinati onomatopéyicos basados en las notas de las escalas fundamentales de la música tradicional de Indonesia, conocidas como pelog y slendro.
Después de esta rica y variada oferta de música para voces, los coros de Taipei y Vancouver concluyeron este sólido concierto con la interpretación de la Misa en sol menor de Ralph Vaughan Williams, obra austera, de perfiles tradicionales con fugaces apuntes de modernidad y numerosas referencias a estilos y lenguajes antiguos. Los coros lucieron particularmente eficaces en las secciones fugadas de esta obra litúrgica del gran compositor inglés.
En suma, un concierto altamente satisfactorio en el que los coros (tanto separados como combinados) demostraron una preparación de gran solidez, disciplina rítmica, afinación convincente y un buen sentido del estilo, particularmente a la luz de lo variado del repertorio propuesto. Buena parte del mérito, sin duda, se debió a la conducción firme y clara de Jon Washburn, John William Trotter y Yu-Chung Johnny Ku, quienes se alternaron el podio en este concierto de obras maestras para doble coro.