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Salvar al campo, Víctor Suárez Carrera El campo está devastado económica, social y ambientalmente como consecuencia de las políticas económicas, agrícolas y comerciales aplicadas por los gobiernos del PRI y del PAN en los 25 años recientes. Políticas que han sido diseñadas, decididas y ejecutadas de conformidad con los intereses hegemónicos de Estados Unidos y de las grandes corporaciones agroalimentarias en el marco del paradigma fracasado del “libre” comercio que ha llevado a la economía mundial a su peor recesión desde la Gran Depresión de 1929. No sólo el sector agroalimentario y las comunidades rurales sufren los estragos de esta guerra neoliberal contra la agricultura, que es una versión “moderna” de la liberal y porfiriana guerra de “desamortización de bienes en manos muertas” de finales del siglo XIX. El país en su conjunto padece. Enfrentamos la peor crisis agroalimentaria desde la Revolución. Debido a la carestía de los alimentos, de 2006 a 2008 aumentó la pobreza de 44 al 50 por ciento de la población total y el número de mexicanos con hambre llegó a 20 millones: uno de cada dos vive en condiciones de pobreza y uno de cada cinco padece hambre, principalmente menores de cinco años de edad. Ello, de acuerdo con datos oficiales y antes de considerar el impacto de la recesión económica de 2008 y 2009. La devastación del campo, la pérdida de soberanía alimentaria y la crisis agroalimentaria no solamente afectan indicadores de desigualdad, pobreza y malnutrición sino representan también una seria amenaza a nuestra seguridad nacional, a nuestra soberanía nacional e incluso a nuestra integridad territorial. Y todo esto para beneficiar a unos cuantos agricultores ricos y rentistas del norte del país, a una minoría de agroexportadores mayormente extranjeros, a una veintena de grandes corporaciones agroalimentarias mexicanas y a la estrategia estadounidense de dominación y sometimiento de nuestro país. El campo en tiempos del PAN (2000-2009): otra década pérdida. La llegada del PAN a la Presidencia en 2000 no sólo significó la continuidad de las políticas priístas hacia el campo, también la exacerbación del debilitamiento del Estado y su subordinación a las cúpulas empresariales y a los intereses hegemónicos de Estados Unidos. Asimismo, los gobiernos panistas han reproducido en versión empresarial-clerical las prácticas priístas en la utilización corrupta, clientelar y político-electoral de la función pública y del presupuesto rural. No obstante haber dispuesto de presupuestos crecientes para el agro –que pasaron de 155 mil 600 millones de pesos en 2000 a 235 mil 800 millones en 2009– los gobiernos de Fox y Calderón aplicaron las mismas políticas neoliberales de los priístas; traicionaron así sus compromisos de campaña, de modificarlas, e incumplieron el Acuerdo Nacional para el Campo. Los saldos del decenio panista en el campo son: mayor dependencia alimentaria (42 por ciento); mayor importación de alimentos (100 mil millones de dólares en el periodo, 20 mil millones en 2008); mayor déficit comercial agroalimentario (25 mil millones de dólares en la década, cuatro mil 500 millones en 2008); mayor encarecimiento de los alimentos (70 por ciento en la canasta básica); mayor pobreza y malnutrición (50 y 20 por ciento de la población total, respectivamente); mayor desigualdad entre tipo de productores, pobladores y regiones rurales (el 10 por ciento de la población rural concentra 80 por ciento de los ingresos, subsidios y créditos), y mayor crecimiento en ventas, utilidades y poder económico y político de las corporaciones agroalimentarias. Lejos de asumir un compromiso con una transición a la democracia, los gobiernos panistas representaron una simulación y una regresión autoritaria, oligárquica y antidemocrática. Tres hechos, entre muchos, lo confirman: a) el incumplimiento del Acuerdo Nacional para el Campo impulsado por el movimiento El Campo no Aguanta Más, b) el fraude electoral de 2006 y c) el uso de recursos públicos para mantener el control político de los campesinos al servicio de gobiernos, partidos y corporaciones. La restauración del PRI en el 2012: ¿salvación del campo? Dados los resultados de la elección del cinco de julio, pareciera ser que la restauración priísta en la Presidencia de la República en el 2012 representa la salvación del campo. ¿Será verdad? El PRI no solamente inició la guerra neoliberal contra la agricultura campesina en 1982, sino que la estableció como estrategia transexenal con Salinas por medio de la contrarreforma al artículo 27 constitucional, el debilitamiento del Estado, y la decisión de elevar el Tratado de Libre Comercio (TLCAN) y los acuerdos de la Organización Mundial de Comercio (OMC) como leyes supranacionales, por encima de nuestra ley suprema. En la década pasada, el PRI se convirtió en el principal soporte de los gobiernos panistas y de sus políticas anticampesinas y de subordinación a los intereses de Estados Unidos y sus corporaciones agroalimentarias. Para refrescar la memoria presento algunos hechos: *El PRI; su organización campesina, la Confederación Nacional Campesina (CNC), y sus legisladores impulsaron la Ley de Bioseguridad sobre Organismos Genéticamente Modificados (Ley Monsanto) y apoyaron a Calderón en su reglamentación ilegal, que permite la siembra de maíz transgénico en México y pone en grave riesgo la economía campesina y el patrimonio de los mexicanos (y de la humanidad) representado por la diversidad de maíces nativos. *El PRI, su organización campesina y sus legisladores aprobaron junto con el PAN la gran mayoría de los presupuestos rurales enviados por los presidentes Fox y Calderón a la Cámara de Diputados. *El PRI y sus legisladores se han negado sistemáticamente –en alianza con el gobierno y el PAN– a aprobar la minuta de la Ley de Planeación para la Soberanía Alimentaria así como leyes para instruir al Ejecutivo federal a renegociar el capítulo agrícola del TLCAN, a establecer un mecanismo de administración del comercio exterior de granos básicos y otros alimentos fundamentales y a crear una reserva estratégica alimentaria. *El PRI, su organización campesina y sus legisladores se han negado a que los subsidios públicos, la inversión pública y los créditos se canalicen mayoritariamente a favor de los pequeños y medianos productores y de las regiones rurales menos desarrolladas. Un ejemplo fue su alianza con los agricultores ricos y del Consejo Nacional Agropecuario (CNA) para oponerse a establecer topes a los apoyos del Procampo. *El PRI, su organización campesina, sus gobernadores y presidentes municipales continúan considerando a los campesinos y a los pobladores rurales en general como “voto verde” , como objetos y menores de edad. Con su regreso al gobierno en el 2012, el PRI sería el sepulturero del campo y los campesinos; continuaría las mismas políticas neoliberales hacia el campo y seguiría favoreciendo a la oligarquía y a las corporaciones agroalimentarias. No hay lugar para ilusiones. La historia enseña. Año 2012: transformar el país para salvar al campo. El fracaso de las políticas neoliberales hacia el campo amenaza con colapsar el país entero. La alternativa es transformar el país, cambiar el modelo neoliberal y recuperar el gobierno federal y las instituciones del Estado, hoy secuestradas por la oligarquía y sus partidos, para las causas de la soberanía nacional y la instauración de un nuevo proyecto de nación, republicano, realmente democrático, con otra política económica y agroalimentaria y con responsabilidad social y ambiental. Para ello necesitamos fortalecer nuestras organizaciones campesinas autónomas y nuestras redes regionales y nacionales. Asimismo, es imprescindible darnos a la tarea de organizar más campesinos, jornaleros, mujeres y jóvenes rurales en agrupaciones que luchen por sus intereses inmediatos, urgentes, y al mismo tiempo se orienten a la construcción y acumulación de fuerzas sociales y políticas necesarias para transformar el país y llegar con una clara mayoría a las elecciones presidenciales de 2012. En esta tarea considero que el liderazgo de Andrés Manuel López Obrador y el Movimiento en Defensa de la Economía Popular , la Soberanía Nacional y el Petróleo jugarán un papel fundamental. No podemos equivocarnos en el 2012. El voto útil, el voto nulo, el sectarismo y el purismo han servido en el pasado para impedir el triunfo de la izquierda social y política en México. El país y el campo no aguantan la restauración priísta y mucho menos la continuidad panista. Director ejecutivo de la Asociación Nacional de Empresas Comercializadoras del Campo (ANEC)
Chiapas
Asamblea sobre derechos indígenas en las cañadas Antonio Paoli El conflicto armado y los inicios del Comité. El Comité de Derechos Humanos Fray Pedro Lorenzo de la Nada , AC inicia sus trabajos formalmente en 1994, en las cañadas de la Selva Lacandona. Hoy es un comité indígena, con trabajo regular en cuatro regiones de la selva; cuenta con 60 socios, 52 asambleístas y ocho miembros del consejo consultivo. De los 52 asambleístas 49 son indígenas y tres más cuya lengua nativa es el español; son 20 mujeres y 32 hombres. Surgió el Fray Pedro cuando los abusos del ejército y las autoridades gubernamentales eran múltiples y constantes, subrayadas por la rebelión zapatista. Hoy persisten el racismo y la violación a los derechos humanos; también las infracciones a los derechos lingüísticos y, sobre todo, los graves atentados a los derechos políticos, económicos, sociales y ecológicos. La Asamblea y sus preguntas centrales. Asistí el seis y siete de julio de 2009 a la XIX Asamblea General Ordinaria del Fray Pedro, como asambleísta. No olvidamos los tiempos de cárcel, las amenazas y los atentados a nuestros compañeros. Pero hoy las tareas y las preguntas fundamentales son otras: ¿Cómo enfrentar a los tribunales de manera más eficiente para impedir la violación a los derechos más elementales; para frenar la privación ilegal de la libertad y la amenaza del despojo de su territorio y de sus recursos naturales? ¿Cómo colaborar con más eficiencia en la administración de la justicia al interior de las comunidades de las cañadas? ¿Cómo dar seguimiento a los sucesos de la justicia en la selva, de acuerdo con las normas del derecho consuetudinario indígena? ¿Cómo analizar los casos y los problemas sociales que el Comité enfrenta? ¿Cómo vincularse armónicamente con las organizaciones no gubernamentales (ONGs)y las agrupaciones indígenas hermanas en cada región de la selva? Funciones del Fray Pedro. Dentro de las cuatro regiones los promotores del Comité atienden casos diversos, normalmente como medidores en la resolución de conflictos comunitarios; con frecuencia como asesores y gestores ante las autoridades tradicionales indígenas, así como frente a las autoridades y tribunales del Estado y la Federación. Algunos casos tienen que verse al interior de las comunidades y en otros hay que salir al mundo de los kaxlanes. A veces para el mismo problema hay que apelar a las dos realidades culturales e institucionales. Con las víctimas se hacen trabajos de orientación, seguimiento y acompañamiento en asuntos civiles, penales y agrarios. Se atienden casos de colindancias y propiedad de la tierra, derecho indígena y defensa del territorio; frecuentemente los promotores del Fray Pedro tienen que ir al terreno civil: divorcios, separación, abandono familiar, pensiones alimentarias, patria potestad, propiedad; al terreno de los derechos de la mujer y maltratos dentro del hogar (se han hecho diversas recomendaciones a las comunidades en materia de “derechos y obligaciones de género”); al ámbito del derecho penal: riñas, robos, fraudes, estupros, drogas, y a los problemas de intolerancia religiosa y brujería. Los promotores también hacen gestiones diversas, de escuelas, de agua potable y otras muchas. El Fray Pedro impulsa diversas actividades de asesoría, capacitación y acompañamiento: cursos y seminarios sobre la aplicación de las leyes, reuniones con familias de presos, encuentros diversos sobre problemas de migración, seminarios sobre protección del medio ambiente, preparación de “constructores de paz”, reuniones de análisis de casos y de coyuntura. Estos encuentros se realizan en cada una de las cuatro regiones de las cañadas para planificar y resolver problemas específicos. Las estrategias para relacionarse con diversas Iglesias es variada; por ejemplo, en relación con la Iglesia Católica , se realizan reuniones regionales con servidores de la Iglesia , con la venia de la parroquia de Ocosingo, para invitar a sus comunidades a cursos temáticas como las que hemos apuntado. Otro ejemplo son las negociaciones con diversas Iglesias para resolver problemas interreligiosos. Se invita constantemente a diversas comunidades para que envíen nuevos promotores de derechos humanos, para formarse y servir en las regiones. Contacto con organizaciones diversas. Hay reuniones frecuentes con organizaciones regionales hermanas, para mediar, discrepar, negociar, fijar acuerdos y celebrar logros populares. Algunas de estas organizaciones son la Asociación Rural de Interés Colectivo (ARIC) Independiente y Democrática, el Ejercito Zapatista de Liberación Nacional, la ARIC Unión de Uniones, y la Coalición de Organizaciones Agrícolas de Ocosingo (COAO). Se tiene una relación de trabajo sistemática con las ONGs de Ocosingo: Serapaz, Enlace Comunicación y Capacitación; también con ONGs de Chiapas, como la Red por la Paz y la Casa de la Mujer de Palenque; en el terreno nacional, se pertenece a La Red “Todos los Derechos para Todos”, por medio de la cual se han podido hacer relaciones fundamentales para la defensa de los derechos humanos. Becas del Fray Pedro. El comité también respalda becas de cuatro jóvenes universitarios: una mujer y tres hombres. Sus carreras son contaduría, derecho y comunicación educativa. Las becas vienen de España, el Comité avala a los becarios y ellos le corresponden con sus servicios con regularidad. Acompañamiento a autoridades comunitarias. El Fray Pedro frecuentemente da acompañamiento a las autoridades de las comunidades de las diferentes regiones de las cañadas, para asesorarlas, vincularlas con el exterior y acompañarlas en la resolución de diversos problemas. Algunas problemáticas claves tratadas en la Asamblea : 1. Fraudes en las elecciones: compra de votos mediante dinero, entrega de despensas; divisiones, enfrentamientos y engaños de los partidos. 2. Conflictos agrarios diversos, especialmente en materia de linderos, y que, en algunos casos, se han resuelto. El Comité media para alcanzar acuerdos. 3. Enemistades y amenazas causadas por diversas prácticas de la brujería. 4. Rivalidades y colisiones entre diversas Iglesias que operan en la selva. 5. Deterioro ecológico, nuevos productos nocivos para la agricultura, incendios, deforestación y diversas complejidades del cambio climático. 6. Alcoholismo y drogadicción: siembra, tráfico, venta y consumo. 7. Las rupturas culturales y divisiones causadas en gran medida por la llegada de múltiples mercancías e instituciones a las cañadas. Como ejemplo se señaló que en las comunidades de la región Agua Azul hay hasta 15 partidos, 10 organizaciones y 20 religiones diversas. 8. Altas tarifas de luz, gasolina, diesel y otros servicios y productos. 9. El gobierno y sus “proyectos productivos” están dividiendo a las comunidades; además no se cumplen fechas de pago de Oportunidades. 10. Baja producción y hambre, precios altos de los productos alimentarios. Ante este panorama se han incrementado las carencias económicas de las familias. 11. Aumenta la migración y cada vez hay más familias sin padre. 12. No hay seguimiento a los problemas de Montes Azules. 13. En las diversas regiones de la selva no hay con quién quejarse, las autoridades civiles, penales y administrativas están casi completamente ausentes. El comité es un organismo intercultural –quizá el único– que enfrenta múltiples problemas jurídicos, no sólo de derechos humanos, y algunos de ellos los resuelve exitosamente. Es una organización popular respaldada por muchas comunidades de las cañadas y da un gran servicio dentro y fuera de la selva chiapaneca.
Simojovel: su historia Sonia Toledo Tello Simojovel es un municipio localizado en el norte de Chiapas. Casi 70 por ciento de sus 31 mil 615 pobladores son hablantes de tzotzil y tzeltal principalmente y algunos cuantos de chol y zoque. Buena parte de ellos son pequeños productores de maíz, café y ganado. Están asentados en 124 localidades rurales; carecen de cabildo indígena; no visten ropa “tradicional”, a excepción de algunas mujeres que son quienes conforman al grupo de monolingües junto con los más viejos. Detrás de esta imagen fría, y quizás poco atractiva, hay una larga historia de proyectos enfrentados, luchas violentas y transformaciones profundas que son la expresión local de la manera en que ha impactado el capitalismo desde el siglo XIX. Muchas de estas comunidades nacieron apenas en la década de 1980, de la liberación de la finca y en contra del Estado que abandonó la política agraria y campesina posrevolucionaria. La desaparición de las fincas significó la transformación radical de la estructura agraria local y también de la cultura de subordinación hacia un patrón “al dejar de trabajar para otro y hacer ahora sólo el trabajo propio”, según los mismos indígenas simojovelenses. Pero esto ocurrió en medio de una profunda crisis, particularmente de la cafeticultura que los nuevos pequeños productores heredaron de las fincas, y aunque algunos participan en proyectos alternativos, la mayoría enfrenta, en condiciones poco favorables, las consecuencias perversas de la fase actual del capitalismo global. Simojovel fue un pueblo de indios creado por la política colonial a mediados del siglo XVI y en la segunda mitad del siglo XIX, después de varias catástrofes, la población se vio obligada a cambiar sus tierras por maíz, frijol y aguardiente con comerciantes ladinos de San Cristóbal y Comitán. Así se crearon ranchos y haciendas –llamadas fincas en general– y al finalizar el mismo siglo varios introdujeron el cultivo del café. Simojovel, junto con otros pueblos de esa región, constituyó un pequeño enclave agroexportador. De campesinos a mozos. Como resultado de su inserción al capitalismo los habitantes de este pueblo y de otros que entonces fueron atraídos por las fincas –principalmente del pueblo alteño de San Andrés (Larraínzar)– pasaron de campesinos tributarios de la Corona española a trabajadores de las fincas, sujetos a relaciones de tipo servil. Así los indígenas perdieron también las instituciones –cabildo, cofradías, mayordomías– que la Corona española les impuso para garantizar su reproducción como tributarios, y que sin embargo les habían brindado cierta autonomía. En adelante las fincas dominaron económicamente la zona y suplieron al débil Estado mexicano en formación con la producción de instituciones y lógicas propias. Los finqueros se convirtieron en los mediadores entre la población subordinada a las fincas, el Estado y el mercado. Los diez ejidos constituidos entre 1930 y 1950 no cancelaron el predominio de las fincas –en 1980 existían 533 de diversos tamaños–. Los ejidatarios dependían de los rancheros por préstamos, la venta de productos y de fuerza de trabajo. Mientras otra parte de la población se mantuvo en las fincas atada por deudas bajo la opresiva protección del patrón. Pero si durante un siglo la mano de obra fue primordial y retenida por los finqueros mediante endeudamiento, compadrazgo, parentesco y paternalismo, en la década de 1970 simplemente dejó de ser necesaria. La intensificación ganadera, impulsada por la demanda de proteína animal del capitalismo mundial, y el plan hidroeléctrico Itzantún –proyecto modernizador del Estado– que afectaría a Simojovel y a varios municipios aledaños se tradujeron en la expulsión de los trabajadores permanentes y en el cierre de fuentes de empleo para los jornaleros. (En 1983 la Central Independiente de Obreros Campesinos, CIOAC, estimó en 14 mil el número de los trabajadores que serían afectados por la inundación de las fincas.) Así se construyó un movimiento agrario, apoyado por la labor ideológica y política de la diócesis de San Cristóbal y de organizaciones campesinas –OCEZ, Línea Proletaria y principalmente la CIOAC – que logró la cancelación del proyecto hidroeléctrico, liquidó las fincas y transformó las relaciones de tipo servil que dominaron la región durante cien años. Luego de una década de violentos enfrentamientos, en 1984 muchos ex finqueros recibieron el pago de sus predios. Pero la mayor parte de las nuevas comunidades permanecen sin regularización. En 1994, en el ambiente político creado por el movimiento zapatista, una cuantas se constituyeron en ejidos. De las 124 localidades rurales existentes, sólo 44 son ejidos. Algunas se encuentran en resistencia zapatista, por lo cual suspendieron los trámites agrarios, y varias ocupan terrenos disputados por otros campesinos. Por otro lado, en 1992 alrededor de 500 pequeños productores de 12 comunidades constituyeron CIRSA (Comunidades Indígenas de la Región de Simojovel de Allende), organización con la que han mantenido exitosamente su participación en el Comercio Justo, exportando café orgánico a Holanda y Estados Unidos. Pero casi todos los pequeños productores se encuentran supeditados a los comerciantes locales, muchos de ellos ex finqueros, con quienes han recreado prácticas de endeudamiento y paternalismo ante la falta de créditos para la producción, y por el desinterés de ellos mismo para organizarse en busca de alternativas. Muchas de las comunidades nuevas no han enfrentado aún la presión sobre las parcelas familiares, la mayoría cuenta con seis o nueve hectáreas, cantidad suficiente comparada con las parcelas de un cuarto de hectárea o menos de comunidades de Los Altos. A la relativa estabilidad agraria de comunidades de Simojovel han contribuido la crisis agrícola, la falta de apoyos a la producción y el acceso a la educación e información –TV, internet– que han generado entre los jóvenes expectativas distintas a las de sus padres o abuelos, y empiezan a ver en Estados Unidos un futuro distinto. Mientras, quienes lucharon por las tierras continúan labrando su historia a contracorriente como pequeños productores desde diversos, y a veces encontrados, proyectos políticos –PRI, CIOAC, PRD, PT, zapatismo. Investigadora del Instituto de Estudios Indígenas de la Universidad Autónoma de Chiapas
Dolor e historia en Atenco Mauricio González y M. Gabriel Hernández Fue en vísperas de Santa Cruz. Esa celebración muestra la síntesis de la heterogeneidad religiosa de los pueblos originarios. Es cierto, la cruz evoca la fe católica, pero en numerosos sitios la emparentan con los cerros. El cerro es un lugar de abastecimientos, gran troje, el granero, pero también depósito de agua, manantial que comparte generosamente sus frutos. Los cerros, por excelencia, resguardan a numerosas entidades y dueños a quienes se les hace costumbre, rituales en los que se departe con ellos. La cruz que corona a un gran número de ellos es una de sus manifestaciones. Cruz y cerro se confunden, ambos son patrones que protegen al pueblo, son aliados a quienes se les tiene respeto y, más allá de sus múltiples significados, impone acciones que demandan flores. Las flores de México remiten por eso a lo sagrado. No hay fiesta que no cuente con ellas, sea para muertos o para vivos.
Tres años atrás, como siempre, como los abuelos enseñaron, Atenco se disponía a celebrar Santa Cruz y, tres años atrás, negaron la flor a los patrones. La gente de Atenco había negado poco tiempo antes olvidarse a ser campesino, había negado el someterse al desapego a la tierra y, sobre todo, había negado la imposición autoritaria del gobierno en los fueros propios de la gente. Estas tres negaciones fueron cobradas con una sola: la negación de la vida. Atenco duele y tres despojos testimonian ese hecho. Alexis Benhumea cayó por agresión policial, agresión de Estado ante la acción solidaria al lado de un pueblo asaltado. La impunidad aún ronda su pérdida. Muerte que no deja de doler. Dolor de Atenco. Doce compañeros del Frente de los Pueblos en Defensa de la Tierra (FPDT) están presos. La vida al lado de sus familias les es robada. Sus penas podrían ser inimaginables si es que no se estuvieran purgando. Luchan y lucharon por un pueblo que les es arrebatado bajo la ignominia del encierro. Molino de Flores y el Altiplano son las armas con las que se remata la serie de violaciones y abusos que hasta la Suprema Corte de Justicia de la Nación reconoce, serie coronada con la bajeza del despojo a sus bienes para pagar multas. La coerción ejercida sobre los integrantes del FPDT es una muestra gubernamental ante la acción social eficaz. La lucha de Atenco es ejemplar y ejemplar su represión. Los hechos de San Salvador Atenco golpean a la sociedad en su conjunto, dejan el sabor amargo de constar que un movimiento social victorioso no puede quedar indemne. Los presos de Atenco despojan a la sociedad toda de hombres íntegros y deja a numerosas mujeres marcadas por la agresión a sus cuerpos. Asimismo, pone en vilo la posibilidad de un horizonte verdaderamente democrático, uno en el que los pueblos sean tomados en cuenta y en el que sus demandas se traduzcan en logros sin riesgo a represión. Los presos de Atenco duelen y ello nos impide olvidarlos. El partido de Estado y el gobernador del Estado de México aspirante a la Presidencia lo deben tener presente, su gestión tiene rastro de sangre. El dolor de Atenco es de los atenquenses pero también es uno generalizado, dolor que no estamos dispuestos a prolongar. La liberación de los compañeros es irrecusable, primer paso para sanar una afección que toca a todos en este país. Si la pena de estos presos puede alcanzar hasta 112 años, 112 años de protesta se avecinan. Hace tres años las flores de Santa Cruz no llegaron a su destino, no se ofrecieron a los patrones. El dolor de Atenco empezó por flores. Las flores de vísperas de Santa Cruz, pero también las que su lucha sembraron al enseñarnos que la acción popular es la mejor vía de transformación social. Hoy los presos de Atenco siembran indignación ante una sociedad que no se acostumbra a la injusticia. El clamor es cada vez más generalizado. Las voces empiezan a confluir en un solo canto, el canto del bloque social de los oprimidos, de los excluidos, los arrinconados. Esta voz clama por echar atrás la aberración jurídica que significa esta condena. Atenco pasará a la historia como un acontecimiento inédito, como un ejemplo claro y contundente del ejercicio excesivo, monstruoso del poder fáctico, del poder de los presidenciables, de los ilegítimos gobernantes. Hoy se los advertimos. Para aquellos que gustan de escribir la historia mientras otros la construyen, habrá que voltear hacia Atenco, que será sin duda nuestro gran cerro, el proveedor, nuestro gran semillero ¡Presos políticos, libertad!
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