Lo peor del aumento de la pobreza está por medirse
Oportunidades, joya del neoliberalismo focalizador, focaliza mal
l aumento de la pobreza entre 2006 y 2008 dado a conocer por el Coneval, a pesar de su importante magnitud (5.1 puntos porcentuales, equivalentes a 5.9 millones de personas), no refleja sino muy parcialmente la recesión de la economía del país, porque ésta empezó en el cuarto trimestre del año pasado, mientras los datos de la ENIGH2008 (encuesta en la que se basan los cálculos), captaron el ingreso promedio de los hogares en los seis meses previos al día de la aplicación del cuestionario, que se levantó entre agosto y noviembre del 2008. Por tanto, en promedio, la encuesta refleja, sobre todo, los ingresos de junio y julio del 2008. Haciendo el PIB del tercer trimestre de 2006 igual a 100, el PIB del segundo y tercer trimestres de 2008 se situaban en 105.8 y 105.3, es decir 5 por ciento por arriba, e incluso el del cuarto trimestre quedaba por arriba: 104.4. Si descontamos el crecimiento poblacional de los dos años (1.8 por ciento), se obtiene un crecimiento del PIB per cápita de más de 3 puntos porcentuales.
Por tanto, lo peor está todavía por medirse. La experiencia inmediata anterior es la crisis de 1994-1995. Haciendo el PIB del tercer trimestre de 1994 igual a 100, después de una fuerte alza en el cuarto trimestre donde alcanza 108.3, el PIB cae durante tres trimestres y toca fondo en el tercer trimestre de 1995, con 92 (8 puntos por debajo del nivel de un año antes). Pero para el tercer trimestre de 1996 había ya recuperado la mayor parte de la pérdida y se situaba en 98.5. Si añadimos el crecimiento poblacional, la caída del PIB per cápita habría alcanzado alrededor de 3.5 por ciento en los dos años. Sin embargo, el aumento de la pobreza, según el Coneval, entre los terceros trimestres de 1994 y 1996 fue de 17.7 puntos porcentuales (de 52.4 a 69 por ciento). La razón fundamental de este aparente sin sentido (leve caída del PIB pero fuerte aumento de la pobreza), es que en esos dos años hubo una devaluación brusca del peso (haciendo 100 el precio en pesos de un dólar en julio de 1994, éste pasó a 223.7 en julio de 1996) acompañada por una crisis bancaria y muy altas tasas de inflación (81 por ciento creció el INPC en los dos años). La pobreza creció, entonces, al aplicarse la receta neoliberal de enfrentar la inflación usando los salarios como ancla (mediante aumentos nominales a los salarios mínimos y contractuales muy por debajo de la inflación).
En la evolución ya medida de la pobreza 2006-2008 no hubo ni fuerte inflación, ni devaluación del peso. Éste se revaluó en 6 por ciento, mientras la inflación fue de 9.45 por ciento en los dos años. Sin embargo, el aumento de los precios de los alimentos fue mucho más rápido: 16.4 por ciento, lo que como expliqué en la entrega anterior (31/07/09) se exagera aún más porque el método empleado por el Coneval sólo toma en cuenta los precios de los alimentos. Además el gobierno federal actual ha mantenido la política de aumentar salarios por debajo de la inflación general, deteriorando el poder adquisitivo de la población lenta pero sostenidamente.
Por lo que respecta al año ya transcurrido desde junio de 2008 pero cuya pobreza no ha sido todavía medida, los indicadores son malos aunque no tan malos como los de 1994-1996. Por una parte, la recesión se ha traducido, en ausencia de una política anticíclica, en crecientes niveles de desempleo entre los asalariados y, muy probablemente, en menguada actividad económica por caída en las ventas entre quienes trabajan por cuenta propia o tienen negocios propios, todo ello agravado por la influenza y su impacto en restaurantes y turismo, así como por la caída de remesas del exterior. Pero además, en este año transcurrido sin medición, el peso se ha devaluado 29 por ciento y, aunque la inflación general no se ha disparado (5.74 por ciento), los precios de los alimentos han crecido todavía más rápido que en los años anteriores: 9.9 por ciento. Por lo dicho, mi predicción es que el aumento 2008 a 2010 (cuando se levantará la siguiente ENIGH), si bien no será tan fuerte como el ocurrido en 1994-1996 será entre 10 y 12 puntos porcentuales bajo el supuesto que la economía continuará en recesión o, en el mejor de los casos, estancada a un bajo nivel de actividad.
Mientras tanto, veamos qué podemos aprender en la ENIGH2008 sobre la joya del neoliberalismo focalizador que la Sedeso esgrime como el único camino racional para enfrentar la pobreza: el Programa Oportunidades. Según la ENIGH2008, en ese año 4.2 millones de hogares recibían los beneficios del Oportunidades, nuevamente (lo mismo ha ocurrido en todas las encuestas del Siglo XXI) por debajo del dato del padrón del Programa (según la página electrónica) de 4.89 millones en 2008. Oficialmente deberían ser 5.0 millones, cifra mágica a la cual el programa se quedó pegado desde 2004 cuando su cobertura igualó el número de hogares en pobreza de capacidades, supuesta población objetivo del mismo. Pero según la medición del Coneval, los hogares pobres de capacidades eran, en 2008, 5.38 millones y sólo 4.27 millones en 2006 (aumentaron más de un millón en estos dos años). Como se aprecia, el primer problema para la joya neoliberal es que no hay corrección de la cobertura en el tiempo. El puro paso del tiempo vuelve ineficiente un programa focalizado que decidió quedarse en un monto absoluto fijo. Si la pobreza baja, deberían desafiliar a aquellos hogares que dejaron de ser beneficiarios. Si la pobreza sube, deberían afiliar masivamente a los nuevos pobres. Pero las bajas por no re-certificación (hogares que dejan de cumplir los requisitos para ser beneficiarios del Programa) suelen ser muy pequeñas, del orden de 2 mil y fracción por bimestre.
Para que los programas focalizados hacia la pobreza extrema pudieran pretender ser la forma óptima de combate a la pobreza, deberían cometer muy pocos errores de focalización, pero el Oportunidades comete muy grandes errores, tanto de inclusión (EINC) como de exclusión (EEXC), como puede verse en la gráfica. De los 5.38 millones de hogares pobres de capacidades, el programa sólo cubre a 2.05 millones (el 38 por ciento), y excluye a 3.34 millones (el 62 por ciento). Ello se debe, en gran medida, a que no focaliza correctamente, ya que según la ENIGH menos de la mitad de los 4.21 millones de sus beneficiarios (2.05 millones, el 48.6 por ciento) son pobres de capacidades, mientras más de la mitad (51.4 por ciento: 2.16 millones) no son pobres de capacidades. ¿Hay una pobreza de capacidades en el Oportunidades para identificar y dirigir correctamente sus beneficios a los pobres de capacidades? En realidad, algo similar le ocurre a todos los programas focalizados. La utopía negativa de la focalización perfecta es imposible. Los argumentos se desmoronan.