Deslealtad
l presidente Obama enfrenta uno de sus más grandes retos al frente del gobierno de Estados Unidos: lograr que su plan de salud sea aprobado en el Congreso con el mayor número de votos posible. El asunto se ha complicado si se toma en consideración que no sólo los republicanos se oponen al plan, sino también un grupo de congresistas pertenecientes a su partido.
Lo que en esencia quiere Obama es que todos los estadunidenses tengan seguro médico a precios razonables, incluyendo los más de 40 millones que no lo tienen, o hacerlo accesible a quienes hacen grandes sacrificios para pagarlo. Ha señalado la incongruencia de que en el país más poderoso una buena parte de su población carezca de seguro médico y otro segmento de ella tenga que sacrificar lo esencial para tener acceso a doctores, medicinas y hospitales. Eso es inmoral, agregó.
¿Cómo es posible que cuatro representantes de su partido en la cámara baja se nieguen a apoyarlo? Una explicación es la presión que las compañías aseguradoras han ejercido sobre algunos de ellos para que evitar que se vean disminuidas sus fabulosas ganancias en el negocio de los seguros médicos.
Está probado en países como Canadá y Francia, que la medicina social a cargo del Estado es más eficiente y menos cara porque no está concebida como un objeto de lucro. Se da una mayor atención a la prevención, evitando que las personas lleguen al quirófano, como conviene a los sistemas privados de salud.
Como era de esperarse, el ataque al plan de salud del presidente proviene de los sectores más conservadores, incluido el Partido Republicano. Una campaña en los medios, que entre otros ha sido apoyada por las compañías de seguros, ha difundido que el gobierno quiere socializar al país, empezando por su sistema de salud, y sus altos costos serán a cargo de los contribuyentes. Lo paradójico es que las compañías aseguradoras reciben un subsidio del gobierno por cada seguro médico que venden. A ello hay que agregar las condiciones leoninas que imponen a sus clientes, como el de no tener antecedentes de enfermedades comunes o aumentar las primas cuando es necesaria una intervención quirúrgica.
El presidente ha dejado claro que no permitirá que el costo del seguro recaiga en las clases medias o los pobres y su determinación para que su plan se apruebe a la brevedad posible. También queda claro es que en este y otros asuntos de su agenda tendrá que enfrentar la deslealtad de algunos de sus compañeros de partido, lo que confirma que en ocasiones Washington parece más una jungla que la capital del país.