sperar hasta el invierno para actuar es absurdo. El virus de la influenza A/H1N1 tiene un comportamiento que hasta ahora es totalmente incierto. Todavía sabemos muy poco sobre el agente responsable de la primera pandemia del siglo. Las naciones del cono sur de nuestro continente, que viven la estación invernal, se enfrentan hoy a este mal. Muestran que en esa estación, se expresa con agresividad el agente viral ocasionando graves daños a la salud de la población… Pero no más de los que produce, en pleno verano, en el norte de nuestro continente y en particular en México.
Es un error observar a la pandemia de influenza A/H1N1, como lo hacen las autoridades mexicanas, bajo el esquema mental de una gripe estacional que se agravará en el invierno. El primer dato que la hace diferente, es que surgió en un momento inesperado, en una etapa distinta a la de cualquier epidemia de influenza. El mayor número de casos confirmados y de muertes en el mundo se presentó en Norteamérica, en plena primavera, atacando preferentemente a un grupo de edad que es también distinto.
Las cifras mexicanas tienen un comportamiento muy extraño (o sospechoso). La curva de casos confirmados presenta al menos tres picos. Es como el perfil dentado de la llave para abrir una puerta. Crestas y valles que se suceden en lapsos unas veces cortos y otras largos. No se parece en nada al comportamiento normal de una epidemia, y tampoco es comparable con el curso que tiene la misma enfermedad en el mismo periodo en otras naciones (por ejemplo, Canadá o Estados Unidos). Pero asumiendo que los datos son ciertos, pueden verse en ellos los estragos del virus A/H1N1 en nuestro país en pleno verano.
A pesar de los discursos triunfalistas, en México la epidemia sigue viva. Ha ocurrido un desplazamiento geográfico. Inicialmente las entidades más afectadas fueron las del centro de la República, como el Distrito Federal, estado de México y San Luis Potosí. Hoy el mayor número de casos confirmados se presentan en el sureste. Chiapas, Yucatán, Tabasco y Veracruz suman 5 mil 318 casos, de acuerdo con el reporte más reciente de la Secretaría de Salud (Ssa) publicado el 16 de julio; cifra que es superior a los 3 mil 56 casos reportados en Argentina (dato del Ministerio de Salud de ese país al 13 de julio). Si bien en el invierno en Sudamérica la epidemia se encuentra apenas en la fase de ascenso, el verano mexicano requiere sin duda de atención especial.
Desde el pasado junio se han presentado aquí más de 7 mil casos. Más de la mitad del total desde el inicio de la epidemia. Un número que es significativamente mayor que los 900 que llevaron al pánico el 23 de abril y que condujeron a la suspensión de actividades educativas y económicas en México. Claro, ahora tenemos menos muertes que al principio. Algo hemos aprendido en el tratamiento de una enfermedad que es perfectamente curable si se atiende a tiempo.
El virus de la influenza A/H1N1, tiene características que todavía no conocemos y una gran capacidad de sufrir mutaciones. Por ejemplo, hace pocos días, la Organización Mundial de la Salud (OMS), dio a conocer un dato que resulta preocupante: la aparición de casos en los que el agente muestra resistencia al tratamiento con oseltamivir (Tamiflu). Entonces no caben los discursos triunfalistas. Hay que recordarle a la Secretaría de Salud que las elecciones ya pasaron y que lo mejor es encarar, de una vez por todas, con la verdad lo que ocurre. (A propósito de las elecciones quiero hacer un breve paréntesis: Sobre las causas de la derrota del PAN el 5 de julio, se ha hablado del fracaso de sus banderas de campaña, como el uso de la figura presidencial o la lucha contra el narcotráfico, pero no se ha considerado la aportación en la debacle panista, de la actuación errática de las autoridades sanitarias para enfrentar la epidemia de influenza).
La explosión de la epidemia de influenza A/H1N1 en el invierno sudamericano es un aviso de la gravedad que puede adquirir esta enfermedad en Norteamérica en la etapa invernal. Pero creo que tenemos suficientes razones para estar preocupados ahora. Creo que hay que ir por etapas. Es necesario eliminar los esquemas mentales ante una pandemia que tiene características nuevas. En todo caso debemos preocuparnos por lo que pueda ocurrir en el otoño.