Michael Jackson, llorado en el mundo
ichael Jackson, hombre extraordinario, de genialidad irrepetible, logró trascender, en la vida y en la muerte a quienes tanto lo vejaron. Su memoria sobrevive a pesar de la codicia y la envidia. Su corazón, generoso y lleno de amor, reventó.
Cómo, esa gente recalcitrantemente obtusa y pérfida, iba a entender al nigger (como se suele llamar a los afroestadunidenses) que quiso ser blanco; había que castigar su inmensa ternura con los niños, sus exóticos caprichos por darles un mundo de juegos maravillosos; cómo no explotarlo, robarlo, mentirle, tomarle el pelo y aprovecharse de su insólita caballerosidad y dulzura feminoide.
Cuánta hipocresía y codicia. Como fuera, había que hacer pagar ese millonario su atrevimiento, su talento excepcional; saciar la escandalosa ambición de padres sin escrúpulos y restaurar su miseria ofendida.
Qué falta de sensibilidad y respeto para una gema de la cultura. Un gran guerrero debía ser sacrificado porque era imposible doblegarlo, había que pisarlo, exhibirlo y humillarlo; había que quemarlo, sorber su sangre, devorar su hígado y destruir su espíritu, ese peligroso mensaje de unión y amor para todos los seres del mundo.
Michael Jackson, desde el banquillo de los acusados, violentado, con sus rizos sobre el rostro, la cara albina y los labios pintados, era el más grande símbolo de una fusión de razas y culturas, de anhelos ancestrales y magia desbordada. Ahí como fiera acorralada, tímido y desvalido ante el horror, era el más grande monumento vivo de la danza ancestral, del grito guerrero, ceremonia de fecundación e iniciación capaz. Transformado en tótem, con el chasquido tajante de sus movimientos exactos y su voz trepidante o dulcísima, hizo vibrar las más profundas raíces del mundo.
Cuántas veces ha sucedido lo mismo: todo el poder contra algo demasiado bueno. Había que recorrer la ruta gastada de tantos genios y talentos quemados, escupidos, torturados y coartados por esa América blanca de corazón podrido.
No es difícil que esa presión de años hiciera estallar su corazón torturado cuando intentaba una vez más, levantarse y volver a su mensaje para el mundo, la paz, el amor, urge el amor para los niños.
Amor a una leyenda
Pero ya no pudo y, sin embargo, el mundo se levantó con amor y reverencia asombrosa convirtiéndolo en leyenda.
Vergüenza deben tener muchos por haberlo martirizado y saqueado.
Desaparecerán como polvo inocuo en el remordimiento y el vacío. porque si algo nunca se olvida es eso: aquel beat, aquel ritmo, esa fue
Qué pena que se haya ido, nos tenía una gran sorpresa con lo que le sobraba: el aquello intangible que perciben las mas