En 2010 ampliarán las investigaciones a la parte marítima, la más grande del cráter
Se desconoce que tipo de materiales contiene, debido a lo costosas que resultarían las indagaciones en el mar, comenta Jaime Urrutia Fucugauchi, del Instituto de Geofísica de la UNAM
Jueves 16 de julio de 2009, p. 2
Mérida, 15 de julio. El cráter de Chicxulub, ubicado al norte de la Península de Yucatán, generado hace 65 millones de años por el impacto de un meteorito con la Tierra, es un laboratorio natural único en el mundo para el estudio de la evolución de las especies, la historia geológica del planeta, la paleontología y la biología, aseguró Jaime Urrutia Fucugauchi, integrante del Instituto de Geofísica de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Entrevistado luego de la conferencia magistral que ofreció durante la 40 Olimpiada Internacional de Física, que se realiza en Mérida, Yucatán, el investigador explicó que en el mundo sólo hay dos estructuras similares: Vredefort, en Sudáfrica, y Sudbury, Canadá, sitios en los que se obtienen minerales de alto valor como los diamantes y el platino, respectivamente, explotados por esas naciones.
Sin embargo, dijo, en el caso del Chicxulub –ha sido propuesto como Patrimonio Científico de la Humanidad– no se sabe qué tipo de materiales podrían hallarse debido a que gran parte del cráter se encuentra en el mar, donde las perforaciones son más complicadas y costosas.
Informó que desde hace algunos años un grupo de científicos, con quienes participa, realizan estudios en la parte terrestre del cráter, pero en 2010 empezarán un proyecto de investigación hacia la zona marina, pues el material que se encuentra ahí –aunque podría ser similar a los de Canadá y Sudáfrica– hasta hoy es una incógnita.
Cavar los pozos en tierra es más costeable; sin embargo, deseamos realizar un proyecto más ambicioso y llevarlo al mar, para lo que necesitaremos de más colaboradores y programas de apoyo internacional.
Urrutia Fucugauchi aceptó que será complicado obtener recursos económicos para echar a andar ese proyecto de investigación, sobre todo porque ante el aumento de los precios del petróleo se ha encarecido el uso de plataformas para perforaciones marinas. Buscaremos mejores sitios para la perforación, incluso llevar a cabo una de tipo inclinado cerca de la costa para tener mayor control y disminuir costos.
Con base en los trabajos de investigación que ha realizado en la estructura del cráter, cuyo anillo interno mide casi 200 kilómetros de diámetro y los externos alcanzan los 300 metros, el científico señaló que se estima que el impacto se pudo dar a unos 25 o 30 kilómetros por segundo –aunque no se ha podido confirmar–, de ser así, representa que el meteorito atravesó la atmósfera en un tercio de segundo
, velocidad media a la que los asteroides cruzan las órbitas de la Tierra, pues se ha observado que las velocidades de esos fenómenos van de 12 a 70 kilómetros por segundo, agregó.
En busca de evidencias
De ahí, puntualizó, la importancia de las investigaciones en el lugar. Tratamos de estudiar el cráter con mayor detalle y buscar evidencia sobre cómo ocurrió el impacto.
Indicó que hasta ahora se cuenta con elementos para asegurar que al momento del golpe con la Tierra, el meteorito causó que las rocas del lugar se comportaran como plástico, con viscosidades similares a la del agua.
Además, aseveró que cuando el objeto celeste chocó con la superficie terrestre, en cuestión de segundos se levantó en la zona una estructura del tamaño de la montaña más grande del planeta. Es impresionante, fue un enorme levantamiento, en decenas de segundos se formaron cordilleras similares en tamaño a los Himalayas, al Everest; pero inmediatamente después, también en segundos, esa montaña gigantesca se colapsó.
Subrayó que las temperaturas que se alcanzaron en el centro del impacto del cráter llegaron a miles de grados centígrados, por lo que el estudio, que comenzará el próximo año, permitirá conocer el comportamiento de los materiales de la zona cuando son sometidos a altas temperaturas. Agregó que si el choque se hubiese suscitado a 50 kilómetros por segundo, la superficie terrestre hubiera alcanzado la temperatura que existe en el sol, que es de 10 mil grados Kelvin.
Esta colisión tuvo consecuencias catastróficas para la vida, ya que también los mares fueron afectados.
Urrutia explicó que las olas del tsunami que devastó las costas del océano Índico en Asia, en 2004, alcanzaron una altura de 10 metros, mientras las ocasionadas por el que se produjo tras el choque del meteorito en Chicxulub alcanzaron los 300 metros de altura.
Aunque algunas hipótesis internacionales estiman que ese fenómeno produjo la desaparición de la mayoría de las especies de dinosaurios que existieron en el planeta, el investigador de la UNAM subrayó que esto no se ha comprobado totalmente, aunque tampoco puede descartarse.