La historia se escribió en Iztapalapa
PRI: ¿oposición leal o real?
n la pasada elección se pusieron a prueba, más allá de las curules o las chambas de gobernador, las dos opciones que oferta la política a la ciudadanía en el país. El México en guerra, que utiliza los impuestos para la compra de balas y armamento, y el otro, que pelea por crear condiciones de menor desigualdad.
Fue la elección intermedia más importante de la que se tenga memoria, porque desde Los Pinos se diseñó una estrategia que convirtió esa jornada electoral en referendo para dar legitimidad a Calderón. Sin hacerlo explícito, una parte del panismo pretendió probar que la mayoría de los mexicanos está a favor del accionar desde Los Pinos, pero el fracaso fue rotundo.
La elección fue precedida de un bombardeo de propaganda que no hablaba de las bondades de los candidatos azules ni de las opciones que presentaban para su electorado, sino de la figura de Calderón y su necesidad de legitimarse en una contienda en la que no se arriesgaba su mandato, pero en la que se podía probar que, pasado medio sexenio, una mayoría ciudadana cargaba la pila del gobierno del panista con la legitimidad del voto. Calderón volvió a perder.
La campaña se centró en advertir al electorado que sería necesario su voto para seguir con la guerra en contra del narcotráfico, y en algunas otras cosas que buscaban posicionar a Calderón y su gobierno entre la gente.
El voto, entonces, serviría para mostrar que si bien en 2006 su mandato quedó en entredicho, la contienda demostraría que sí, que la gente estaba de su lado, y que no cabría, en adelante, ninguna duda sobre la legitimidad del gobierno que preside. Pero falló.
La última oportunidad para destruir los argumentos de la oposición real se esfumó; el golpe para regresar a la realidad fue seco, contundente, y lo peor, ahora no habrá encuesta que pueda hablar de la popularidad de Calderón, o de qué tanto se aprueba su mandato. La encuesta de todas las encuestas ya se hizo, los datos están a la vista de todos. Por consejo de los asesores, se apostó mucho, y se perdió mucho.
En la ciudad de México, la historia se escribió en Iztapalapa. Contra todo, y prácticamente contra todos, el pueblo de aquella delegación, a convocatoria de la injusticia, y de Andrés Manuel López Obrador, sembró la idea de que algo se puede hacer en contra de los dictados de la ley que se vuelven en contra de la voluntad de la gente. De eso ya hemos hablado en otras entregas, pero lo que queda pendiente es el resultado de este referendo, de esta consulta, o como se le quiera llamar, que dejó a Felipe Calderón casi sin margen de maniobra.
Por un lado la derrota que, como dijimos, le impide legitimar su mandato, y por el otro un Congreso que le es adverso. Mucho dependerá del accionar del PRI, de su decisión de ser una oposición leal o entender que para llegar al 2012 debe ser una oposición real, y para ello no puede, en ningún momento, avalar las decisiones que pudieran perjudicar aún más a la gente y que provengan de las oficinas de Calderón.
Y por si algo faltara, debemos recordar que la fuerza electoral que se supone ha ido construyendo durante casi tres años López Obrador, y que tiene más de dos millones de afiliados, no se ha mostrado, como sucedió en Iztapalapa; es decir, la sorpresa puede brincar por aquel lado. Así va el marcador, hasta ahora.
De pasadita
Por si fuera poco, hoy nos enteramos de que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación consideró delito electoral
los daños en propiedad ajena que causó el diputado perredista Víctor Gabriel Varela López la noche del 11 de junio pasado, cuando ese mismo organismo despojó de la candidatura del PRD a Clara Brugada. El asunto es serio porque la Fiscalía Especializada para la Atención de Delitos Electorales (Fepade) dio entrada a la denuncia, y desde la PGR, órgano al que pertenece la misma Fepade, se ha pedido al Congreso que desafuere al diputado para seguirle juicio por los daños
que causó con su entrada al tribunal. Es muy probable que Varela, electo ahora diputado local, sea desaforado y sometido a juicio por el delito electoral
de daño en propiedad ajena. ¡Qué barbaridad! ¿Hasta cuándo los van a dejar hacer lo que se les pegue la gana?